sábado, 25 de diciembre de 2010

TIEMPO DE ACCION DE GRACIAS Y ALABANZA

Para los seguidores de Jesucristo, el tiempo de Navidad es tiempo de acción de gracias y de alabanza. No hay que dejarse tentar por una lectura moralizante del Evangelio, que nos lleve a preguntarnos qué tenemos que hacer. Es tiempo para descubrir que Dios nos ama
Para manifestarnos su amor, ha dado el salto desde la eternidad hasta la historia humana, y se ha hecho presente en un niño desvalido. La grandeza de su amor le ha impulsado a ser humano, para hacernos partícipes de su divinidad. Ahora sabemos que lo más importante no consiste e ser rico o pobre, en sen jardinero o ingeniero, en ser varón o mujer, sino en ser hijo de Dios.
Lo más apropiado es zambullirse en la oración contemplativa que nos permita adentrarnos en el amor de Dios; en su bondad; en su Belleza; en pasión por el hombre. Hasta que brote de nuestro espíritu un cántico nuevo: un cántico de gratitud y de alabanza; un cantico de confianza y alegría
serena; el cántico de quien sabe que Dios sí existe, que Dios es infinitamente bueno en sí y para nosotros, que nos ama como sólo saben amar los padres y las madres.

domingo, 19 de diciembre de 2010

DIOS ES LA CUESTIÓN CENTRAL DEL HOMBRE

La Navidad es un tiempo propicio para reavivar nuestra fe y profundizar en el conocimiento de Dios; para buscar su rostro. Porque el conomiento de Dios es la cuestión más importante para el cristiano de hoy. Podemos seguir tres caminos.
En primero es el camino de la inteligencia, a partir de la contemplación del mundo creado y de la reflexión sobre el mismo. Porque los cielos cantan la gleria de Dios y en universo pregona la obra de sus manos. La belleza, la inmensidad y la bondad del mundo nos permiten intuir al autor de la creación. Y Dios se da a conocer a quien le busca.
El segundo es el camino de la fe y centra su atención en la Escritura. De manera especial, en los cuatro evangelios y en la persona de Jesús, porque Jesús de Nazaret es el rostro humano de Dios y nos manifiesta su amor, su capacidad de acoger a los pecadores, su amor a los que nadie quiere y su pasión por el hombre. Por todo hombre.
Y el tercer camino es el del corazón, el camino de los sentimientos, que se pone de manifiesto en lectura de la Palabra de Dios y en la oración de cada día. En todo tipo de oración. De manera muy especial, en la celebración comunitaria de la santa misa
No son caminos alternativos, sino tres aspectos de una misma búsqueda. No olvides que Dios se revela cada día para cada día, y que, en la medida en que avancemos en el conocimiento de Dios, estamos profundizando en el sentido de la vida humana, en aquello que nos libera, nos humaniza y nos ayuda a ser felices. ¡Navidad significa que Dios nos está buscando y nos espera!

domingo, 12 de diciembre de 2010

SUGERENCIAS PARA CELEBRAR LA NAVIDAD

Siguiendo lo que nos dice san Juan Bautista, si deseas celebrar una Navidad alegre y fecunda, te ofrezco estas sugerencias:
La primera, remover los obstáculos. Puede venirte bien una confesión. Procura mirarte a la luz de Dios y no dudes en acudir a este sacramento: con humildad, sinceridad, confianza y propósito de cambiar aquellas actitudes que no están en sintonía con el Evangelio. Centra tu atención y tus esfuerzos en la principal de ellas. Tienes un buen ejemplo de examen de conciencia en la carta de san Pablo a los Gálatas, 5, 19-23. No importa que haga años que no te confiesas, lo que cuenta es centrar tu atención en Dios, en la misericordia de Dios, para acogerla y disfrutarla. En nuestra parroquia puedes confesar todos los días, durante la media hora que precede a la santa misa.
La segunda, que busques espacios de silencio, para abrir de par en par las puertas del corazón a Jesucristo. Quizá puedas visitar un templo fuera de las horas de culto: Habla con Dios, acrecienta tu deseo de Dios, pídele que te ayude a descubrir su rostro y pon en sus manos todo aquello que te preocupa. Lo malo, para pedir ayuda; y lo bueno, para darle gracias.
Después, siguiendo aquello de que el que tenga dos túnicas, que dé una a quien no tiene, examina con los tuyos los gastos que os podéis permitir, incluyendo los de Reyes y fin de año. Después, decidid qué porcentaje vais a compartir. Superior al 10%. Quizá conozcas a amigos, vecinos, familiares o compañeros de trabajo que lo están pasando mal. Siempre hay una manera delicada de entregárselo. Y si no, dáselo a Cáritas de tu parroquia, que sabrá bien qué hacer con ello.
Además, es posible que haya alguna persona cerca de tu casa que esté sola. Quizá tu párroco. Invítale a compartir con tu familia la cena de Navidad. Siempre hay personas mayores que no tienen a nadie. Y si piensas invitar a tu párroco, pregúntale antes por sus horarios de misas y de otros servicios.
Finalmente, no faltes a la misa del gallo. En familia. Que lo importante de esa noche no es la cena en familia, sino la celebración del nacimiento del Hijo de Dios.

domingo, 28 de noviembre de 2010

TESTIGOS DE ESPERANZA

El Adviento nos invita a prepararnos para acoger al Señor, que viene. Durante las dos primeras semanas, nuestra atención se centra en la última venida. Porque Jesucristo ha resucitado y nos ha abierto un nuevo horizonte de vida, somos los hombres de la esperanza. Esto no quiere decir que nos desentendamos de esta tierra, sino que vivamos cada acontecimiento bueno o malo y las diversas circunstancias que los rodean, a la luz de la esperanza, con la mirada fija en el más allá, en la resurrección a la que estamos llamados. Esta esperanza nos lleva a amar la vida presente y a descubrir que cada hecho diario tiene su proyección en el futuro.
A partir de la tercera semanama, nuestra atención se centrará en la preparación de Navidad. Los que dicen que es una fiesta triste es porque no saben sumergirse en el misterio impresionante de que el Hijo de Dios se ha hecho humano y ha nacido en Belén para hacernos a todos hijos de Dios y ponernos en camino hacia la plenitud ya en esta tierra, aunque sólo la alcanzaremos del todo en el cielo.
Por otra parte, los textops bíblicos de estos días nos recuerdan que Dios está viniendo y llamando a nuestra puerta cada día: Viene en los sacramentos, en la persona que sufre y nos tiende una mano, en la lectura de la Palabra, en la mirada de un niñó... Pero sólo perciben su presencia los que llevan en un su corazón un fuerte deseo de Dios y los que le buscan con los ojos de la fe.

lunes, 1 de noviembre de 2010

NO ESTEEIS TRISTES COMO LOS QUE NO TIENEN ESPERANZA

Celebramos hoy la fiesta de Todos los Santos: de aquellos hombres y mujeres que pasaron por este mundo haciendo el bien. Entre ellos, numerosos miembros de nuestras familias. Padres y madres que gastaron su vida por nosotros y jamás negaron un pedazo de pan a quien llamó a su puerta. Hombres y mujeres de palabra, que sabían respetar y amar a Dios y al hombre. Tenían
sus defectos, porque sólo Dios es Santo, pero creían en la lealtad, en la justicia y en la bondad del corazón. Y a pesar de ser muy sarificados, no eran menos felices que nosotros.
Esta fiesta nos recuerda dos carcterísticas básicas de la vida: La primera, que la vida del hombre no termina, se transfoma, porque caminamos hacia los brazos de Dios, nuestro querido Padre. Allí nos encontraremos de nuevo con todos los seres queridos que han muerto en el Señor.
Y la segunda, que la vida humana es un regalo precioso. Hemos sido llamados a vivir con amor, porque Dios es Amor y nos ha destinado a ser santos, a pasar por esta tierra haciendo el bien. Para ello, contamos con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones.
Por eso, cuando recéis por vuestros seres queridos que han muerto, pedidle a Dios que os aumente la fe y la esperanza. Y como decía san Pablo a los cristianos de Corinto: Vosotros no estéis tristes como los que no tienen esperanza.

domingo, 17 de octubre de 2010

MIRARSE CON LOS OJOS DE DIOS

En fechas recientes, una persona joven me decía que eso del pecado es muy antiguo, y que había que actualizarse. Tras quedarme mirándole en silencio, le dije que sí, que lo del pecado era muy antiguo, pero que tambnién sigue presente en nuestro mundo, y que basta con leer un diario para darse cuenta de que la corrupción, el abuso de poder, la violencia, el robo, la explotación de los débiles, la infidelidad de todo tipo, la mentira y el no cumplir la palabra dada era algo muy antiguo, pero también muy actual.
Por eso, una manera de orar muy profunda y eficaz consiste en confrontarse con la Palabra de Dios, en hacer examen de conciencia a la luz de lo que nos dice la Escritura. Al mismo tiempo, te ayudará a conocerte mejor y a ser más compresivo con los otros.
Te sugiero que leas detenidamente el capítulo 5 de la Carta de san Pablo a los Gálatas, y que te preguntes qué uso haces de la libertad que te ha dado Jesucristo. Puedes detenerte a meditar el versículo 6 (Lo que vale es la fe que actúa por medio del amor). O los versículos 19-23, para que luego te preguntes si de verdad eres una persona que se deja guiar por el Espíritu de Jesucristo. Es posible que esta oración sosegada te sirva de examen de conciencia, y descubras que Dios te ofrece una nueva oportunidad, al ver que tienes necesidad de su perdón.

martes, 5 de octubre de 2010

INICIAR EN LA VIDA DE FE

Los humanos somos capaces de convertir la necesidad en virtud. Es lo que me acaba de suceder con ocasión del comienzo de las catequesis parroquiales. Una familia, con la que no tengo un trato especial, pero que conozco porque participa cada domingo en la eucaristía, me ha planteado una situación interesante. Su hijo, de ocho años, no puede asistir a las catequesis que se imparten en la parroquia porque le coinciden con otra actividad ingualmente educativa e importante. Ante tal situación, hemos buscado soluciones y hemos llegado a la siguiente: Cada semana, los padres van a estudiar con todos sus hijos (tienen, por lo menos, tres) un tema del nuevo catecismo "Jesús es el Señor". siguiendo el mismo ritmo y metodología que los catequistas.
De esta forma, serán ellos los que le hablen de Dios, le enseñen a amar a Jesucristo, le vayan inculcando los valores evangélicos y le inicien en la celebración de los misterios, a partir de su presencia asidua en la misa dominical. Cuando veamos que está "preparado", podrá recibir la comunión.
No es el primer paso que se me presenta, y estoy muy satisfecho de los niños que han recibido de sus padres la iniciación en la fe. Después de hacer su primera comunión sin especiales alardes, un domingo cualquiera, siguen participando en las celebra ciones parroquiales todos juntos: padre e hijos. Comprendo que no todos los padres están dispuestos a seguir este modo de iniciar en la fe, perto agradezco al Señor que la necesidad haya ayudado a esta familia a tomar una decisión asi. La preparación de su hijo está sirviendo para foprtalecer la fe de los padres y hermanos.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

OTRA CALIDAD DE VIDA

Desde hace ya varios años, el tema de la calidad de vida se ha convertido en un deseo legítimo de numerosas personas. Y me parece bien. Pero pienso que lo que mucha gente llama calidad de vida se queda en un horizonte muy recortado. Se limita casi a tener buena salud, contar con los ingresos necesarios para permitirse algunos pequeños gustos, disponer de tiempo libre para emplearlo cada uno según sus deseos, hacer un poco de ejercicio físico y poco más. Como veis, todo normal y legítimo.
Por mi parte, pienso que se olvidan de lo mejor: la dimensión espiritual. Claro que ésta sólo está en parte a nuestro alcance, y no se puede conquistar. Es un regalo de Dios, un don del Espíritu Santo que va inundando a todos los que se dejan guiar por Él. San Pablo define esta calidad de viga (Gal 5, 22-23) como un estado profundo de alegría, de paz, de grandeza de alma, de amor, de mansedumbre, de bondad, defe...
Es un regalo de Dios, que Él da a todos los que confían en Él y siguen sus caminos. Se va desarrollando día a día, en la medida en que ponen su empeño en actualizar la vida de fe.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Tiempo para orar

La fe no se agota en la oración, pero cuando la oración calla o se abandona, la fe desaparece. De ahí la importancia de disponer de un tiempo cada día para orar. Conviene concretar a qué hora y en qué lugar lo vas a hacer. Si lo dejas para el final de la jornada, corres el riesgo de que estés cansado o surjan imprevistos. Terminarás por abandonar pronto tu proyecto.
Cuando vayas a orar, procura hacer un acto de fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Toma conciencia de que estás en su presencia. Si tienes preocupaciones o inquitudes, procura empezar por contárselas y ponerlas en sus manos. Ya sabes lo que decía santa Teresa, que "orar es hablar de amistad con quien sabemos que nos ama".
También puedes centrar tu tiempo de oración en la lectura del evangelio del día. Eso sí, empieza por hacer un acto de fe en la presencia de Dios como te he dicho, y pregúntate luego que te ofrece Dios y qué te pide. Lo má importante es que consideres que te ama y está siempre a tu lado. Y termina pidiéndole ayuda para cumplir su voluntad.
Si quieres profundizar en el misterio de Dios, acude a la oración contemplativa, de la que dijo san Juan de la Cruz que es "olvido de los creado, memoria del Creador, atención a los interior y estarse amando al Amado". Ya hablaremos de ella otro día.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

REEMPRENDEMOS LA MARCHA

Es posible que algún visitante haya pensado que estoy de vacaciones o que me he cansado de poner por escrito algunas de mis reflexiones. Pero nigna de estas dos posibilidades es correcta. Ha sido más sencillo: enía queterminaruna especie de reportaje o biografía muypersonal de la Madre Encaración Carrasco, fundador de las erciariasFrancisanas del Rebaño de María, un Insssituto religioso que nació en la diocesisde Cádiz. Y a ello he dedicado todos el tiempo que me ha djado libre lavid parroquial ordinaria. Gracias a Dios, ayer, víspera de la maternidad de la Virgen, di por terminado el borrador, que he sometido a parecer de las religiosas que me hicieron el encargo.
Ahora tengo que centrar toda la atención en los exámes eraordinrios y el comienzo de mis clases de Teología, en la vuelta a la catequesis parroquial, en las reuniones de matimonios y en los Medios de Comuicación del Obispado. Aun así, cada semana me reservaré un espaio para seguir con este blog.
Hoy os invito a darle gracias a Dios por la fiesta de la Madre, por el nacimiento de Santa María. Para nosotros, es un modelo a imitar por su fe en Dios y por su manera de acoger y de vivir el Evangelio; y es la Madre que nos acmpaña cada día en medio de las peripecias de la existencia diaria. Ella es salud de los enfermos, refugio delos pecadores, consuelo de los afligidos, causa de nuestra alegría y siempre auxilio de los cristianos.

martes, 27 de julio de 2010

LA ESPIRITUALIDAD DEL GRANO DE MOSTAZA

Leí en algún sitio: Nadie cometió un error mayor que aquel que no hizo nada, pensando que era muy poco lo que podía hacer. Traducida al lenguaje evangélico, esta frase nos recuerda el grano de mostaza; la espiritualidad del grano de mostaza. La mayoría de las personas nunca vamos a tener ocasión de realizar cosas grandes, pero cada día se nos presentan oportunidades de hacer pequeñas cosas: Escuchar a quien ncesita hablar, sonreír a los demás, visitar a un familiar o a un amigo enfermo, decir una palabra de aliento, recordar a alguien que Dios le ama...
Son pequeños gestos que nos llevan a desarrollar lo mejor que hay en nosotros y aportar al otro un estímulo para vivir y confiar en los demás. Es nuestra forma de vivir el amor fraterno y de ejercer de hermanos.
Por supuesto que no debemos olvidarnos de las grandes causas (lucha por la justicia, defensa de los derechos humanos, el afán de transformar el mundo en que vivimos...), pero si olvidamos los pequeños gestos, es posible que nuestros afanes más profundos se queden en el mundo de las ideas y deseos. El Evangelio nos enseña a dar respuestas fraternas a los mil acontecimiento y avatares de la vida diaria. Sólo así estaremos viviendo el Evangelio y nos entrenaremos para dar las respuestas oportunas en las grandes ocasiones que se nos presenten, si es que alguna vez tenemos esas oportunidades. Pretgúntate a quien le puedes enviar hoy un mensaje para decirle que Dios le ama; quién necesita una visita; a quien tendrías que dirigir una sonrisa o una palabra de aliento. Es la espiritualidad del grano de mostaza.

lunes, 12 de julio de 2010

LA FIDELIDAD

La fidelidad es un valor en baja. Para el pensamiento postmoderno y para las mentes relativistas, la fidelidad es una forma de intransigencia que dificulta la convivencia y el diálogo. Sin embargo, a la luz de la antropología personalista es uno de los valores básicos, porque nos hace libres frente a la moda y los caprichos; y nos hace dignos de confianza. Y lejos de constituir un obstáculo para la convivencia y para el desarrollo de la personalidad, es uno de sus elmentos más necesarios.
Los católicos sabemos que uno de los adjetivos que se le aplican a Dios con más frecuencia en la Biblia es el de fiel, porque es rico en fidelidad. Precisamente por ello, los salmos proclaman que es la roca sobre la que nos podemos apoyar. Y aunque nosotros seamos infieles, Él permanece fiel.
La fidelidad a Dios, a los valores que hemos descubierto y a la palabra que hemos dado no resulta fácil. Sólo una persona madura es capaz de vivir esta dimensión. Requiere entrenamiento diario, fuerza de voluntad y clarividencia. La fidelidad no se identifica con la rigidez ni con la terquedad. Consiste en ser personas verdaderas, que han convertido los valores éticos y humanos en algo así como su segunda naturaleza. Y sólo Dios, con su gracia entrañable y contagiosa, puede constituir la roca firme sobre la que se asienta nuestra fidelidad.
Es posible que alguien piense que no he sido fiel a mi compromiso de escribir cada semana sobre algún aspecto de nuestra vida y de nuestra fe, pues hace unos veinte días que no he escrito en este blog. Pero voy a repartir la culpa con la técnica (se me estropeó el ordenador y no conseguí hacerle funcionar hasta que recibí la ayuda de un técnico) y con mi condición de sacerdote (pues he estado acompañando a una peregrinación a Fátima. Una gozada). Precisamente el tema que ha guiado nuestra reflexión y nuestra oración en Fátima ha sido la fidelidad: yo como sacerdote, los matrimonios como parejas, y los solteros y viudos como personas y como cristianos.

domingo, 20 de junio de 2010

Cultivar la espiritualidad

El hombre actual se preocupa mucho por la salud, por el cultivo de sus habilidades y por tener a punto su cuerpo. También cultiva con esmero su inteligencia, especialmente en los aspectos que tienen que ver con su trabajo. Todo ello contribuye, sin duda, al desarrollo personal y a tener una buena calidad de vida. Pero apenas cuida su espiritualidad, y esto impide el desarrollo integral de su yo profundo.
Parto de la convicción de que la persona está abierta a la Trascendencia, al Misterio. Es lo que nos sugiere ese hambre de Verdad, de Bien, de Belleza y de Vida que tenemos y que percibimos cuando nos detenemos a pensar y nos hacemos preguntas tan sencillas como si la vida humana vale la pena, si tiene algún sentido, alguna meta.
Al proponer la necesidad de cuidar el cultivo de la espiritualidad, me refiero a desarrollar la capacidad de tener una actitud de asombro ante la vida, que nos lleve a pensar personalmente y plantearnos preguntas que iluminen el discurrir de nuestra existencia diaria: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde caminamos? ¿Que sentido tiene el hecho de existir y por qué decimos que hay valores que tienen que ser aceptados y potenciados, comos los derechos humanos?
Esto sólo es posible si recuperamos el hábito del silencio interior. Sólo entonces podemos pensar por cuenta propia, diferenciar el bien del mal y descubrir una meta que unifique y guíe nuestras decisiones de cada día.
Los creyentes sabemos que la espiritualidad se desarrolla cuando dedicamos tiempo a la oración, a leer la Palabra de Dios, a examinar nuestra vida, a dejarnos enseñar por la lectura sosegada de algún libro , a revisar nuestras actitudes profundas y el porqué de las mismas. El ritmo de la vida actual nos dispersa, nos llena de tensiones, nos quita la paz y nos impide pensar y ser nosotros. Y si no desarrollamos nuestro yo más hondo, nuestra espiritualidad, terminamos por vivir en la superficie y por dejarnos manipular. O lo que es igual, terminamos por no ser nosotros mismos: no ser personas auténticas y libres, como corresponde a los hijos de Dios.

viernes, 11 de junio de 2010

SACERDOTE, POR LA GRACIA DE DIOS

Al clausurarse hoy en Roma el año sacerdotal, os recuerdo lo que escribí hace tres meses, ante la fiesta de San José. Cuando me preguntan por qué me hice sacerdote, sólo tengo una respuesta: Por la gracia de Dios. Soy el 19 de 21 hermanos, y nací por pura gracia de Dios. A mi padre le acababan de liberar del penal de Ocaña, donde le habían encerrado con uno de mis hermanos por no ser afectos a los desmanes de la república. Nací terminada la guerra. Mi madre era una mujer valiente y no se avergonzaba de tener hijos. Siendo niño, escuché a una vecina, que le afeaba el haber tenido tantos.
Mi familia no era religiosa, pero Dios tiene sus propios caminos. Me enseñó a rezar un amigo, dos años mayor que yo, que tuvo el gran acierto de hablarme de Dios y de corregirme cuando era necedario. ¡Curioso, porque él era hijo de un republicano! Me enseñó a rezar y me aconsejó las tres Avemarías cada noche. Hice la primera comunión con más años de lo que era habitual. Y es evidente que soy cristiano por la gracia de Dios.
Por la gracia de Dios, el cardenal de Toledo me envió a Roma al terminar los estudios de Filosofía.
Y en los tiempos del Vaticano II, dediqué ocho años a profundizar en la Filosofía y en la Teología; y me inicié en periodismo en radio Vaticana. Fui el último sacedote que ordenó el cardenal Pla y Deniel, en su capilla privada. Todo es gracia.
Cuando miro atrás, veo que la vocación se fragua día a día, porque todos los días tienes que responder a Dios, entre ilusiones y miedos, entre aciertos y tropiezos. Si dejas de escuchar su voz, tu fe y tu alegría se marchitan. Y ser sacerdote sólo vale la pena si se intenta vivir el Evangelio con hondura y sin cálculos. Siempre, por la gracia de Dios.
Juan XXIII, a quien ayudé a misa en ocasiones, me dejó un regalo muy útil. Fui a visitarle con el cardenal de Toledo, y al hacernos la foto, alguien dijo que me pusiera de rodillas. Pero el Papa "bueno" se me quedó mirando y dijo: ¡No! Soy un hombre, y sólo tenemos que arrodillarnos ante Dios. ¡Y siempre, por la gracia de Dios!

sábado, 5 de junio de 2010

HACED ESTO EN MEMORIA MÍA

La Eucaristía es el "memorial", la actualización para nosotros de la muerte y la resurrección de Jesucristo. Cuando la celebramos, en el Pan y en el Vino se hace presente Jesucristo, se nos da el amor de Dios, ese amor que le llevó al Padre a enviarnos a su Hijo; y que le impulsó a Jesús a amarmos con obras y con palabras, hasta dar la misma vida por nosotros.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, ese amor sale a nuestro encuentro y alimenta nuestra vida de fe. Además, tras hacerse presente el sacramento, Jesucristo se queda en el sagrario, para que podamos acudir a sus plantas y compartir con Él todas nuestras alegrías y nuestras preocupaciones. Ante el sagrario, la tristeza se diluye, las tentaciones pierden fuerza, la alegría se multiplica, el amor se acrecienta y la mirada del creyente descubre la presencia amiga de Dios.
El día del Corpus Christi sacaremos al Santísimo por las calles de la parroquia y le llevaremos a visitar a nuestros mayores en su residencia. Es una manera de confesar que tenemos que vivir el amor evnagélico también en las calles y en las plazas, y que el culto sincero a la Eucaristía se pone de manifiesto en la preocupación por todos, de manera especial por los más necesitados. Por eso, el día del Corpus Christi es el Día da Caridad, el día en que Jesús nos repite con una viveza especial eso de "Haced esto en memoria mía". Que cada uno dé su sangre por los demás, como Él hizo. Y nos abre el corazón para hacernos cercanos a los que han perdido el trabajo, a los ancianos que se encuentran solos, a los enfermos, a todos los crucificados que nos encontramos en nuestras ciudades.

viernes, 28 de mayo de 2010

El mensaje central del Evangelio

Al comienzo de cada curso, suelo preguntar a mis alumnos de Teología cuál es el mensaje central del Evangelio; en qué consiste su núcleo más profundo. La respuesta no suele hacerse esperar: Consiste en amar a Dios y en amar al projimo con toda el alma, pues eso dijo Jesús. Sólo que hay un detalle que se olvida, y es que a Jesús le preguntaron cuál es el primer mandamiento de la Ley. Su respuesta es que "el primer mandamiento" consiste en amar a Dios y al prójimo con toda el alma, pero no dijo ni enseñó que el Evangelio sea un mandamiento.
El núcleo central del Evangelio, la auténtica Buena Noticia es el anuncio alegre y liberador de que Dios sí existe y nos ama con la pasión de un Padre bueno. Cuando una persona descubre esta verdad y la ve plasmada en su existencia de cada día, es natural que que rebose de alegría y de paz, porque ha descubierto el mejor de los tesoros y sabe que lo tiene al alcance de su mano. Y es también natural que se pregunte: Ante ese anor de mi Padre Dios, ¿qué tengo que hacer yo? Es ahí donde viene el primer mandamiento.
Cuando entendemos y vivimos el Evangelio como un mandamiento, se convierte en una carga pesada, en lugar de ser una Buena Noticia. Sólo la Buena Noticia de que Dios sí existe y nos ama es fuente de esperanza y de alegría liberadoras, es manantial inagotable de plenitud humana y de continua novedad.
Las fiestas de Jesucristo que celebramos estos días (Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote; Sagrado Corazón de Jesús y Corpus Christi) son formas diversas y complementarias de celebrar, de acoger y de vivir el amor entrañable y liberador de Dios; la certeza de que Dios nos ama con pasión de padre. Dicho amor es la clave de la mejor calidad de vida.

domingo, 9 de mayo de 2010

Ascensión del Señor

En su larga marcha hacia la plenitud, la historia humana ha entrado ya en su última etapa. La resurrección de Jesucristo es el "salto cualitativo" final, que nos encamina definitivamente a Dios, nuestro origen y meta. En Jesús resucitado han comenzado ya esos "cielos nuevos" y esa "tierra nueva", de los que nos habla el libro del Apocalipsis. En Él, el primogénito de los hermanos, se ha hecho ya presente el futuro del hombre.
Es verdad que a Jesucristo sólo le podemos contemplar con "los oios de la fe", porque ha salido de nuestro tiempo y de nuestro espacio. Pero la Ascensión que vamos a celebrar el domingo 16, no significa que se haya ido más lejos, sino que se ha adentrado definitivamente en la dimensión más honda de nuestra vida.
No resulta fácil comprender la grandeza de este misterio, pero el Señor nos ha asegurado que recibiríamos una fuerza especial, la fuerza del Espíritu, para ser sus testigos. Y en la medida en que nos abramos a su presencia, comprobaremos que empieza a brotar en nuestro corazón el hombre nuevo, el hombre que Dios pensó. A lo largo de dos mil años se han sucedido miles de testigos de este mundo nuevo: Los santos.
San Pablo animaba a los cristianos de su tiempo a vivir como hombres nuevos. Sus palabras son válidas también hoy, para nosotros y para todos. En un mundo que ha perdido el sentido moral, es necesario que desaparezcan de nuestra vida "toda agrsividad, rencor, ira, indignación, injurias y toda suerte de maldad". Los seguidores de Jesús tenemos que ser "bondadosos los unos con los otros" y perdonarnos, como Dios nos ha perdonado. Sólo así seremos testigos de ese mundo nuevo que ha comenzado ya.

martes, 13 de abril de 2010

Los primeros pasos de la Iglesia

Durante el tiempo de Pascua, la primera lectura de la misa diaria está tomada de Los Hechos de los Apóstoles, una especie de "memorias" de los primeros pasos de la Iglesia. Nos presenta la vida de los primeros cristianos y sus respuestas a los diversos problemas que van hallando. Esas respuestas se han convertido en pautas normativas para los cristianos de todos los tiempos.
Los elementos que distinguen a las diversas comunidades son cuatro: los encuentros de todos los cristianos para vivir su fe, o lo que es igual, la vida comunitaria; la fracción del Pan o celebración de la Eucaristía; la escucha de la enseñanza de los Apóstoles y su asimilación progresiva por parte de todos; y el amor fraterno, que se traducía en compartir los bienes, para que nadie pasara necesidad. Con otras palabras, se reunían para compatir la fe y los problemas diarios, para conocer la doctrina o enseñanza de los apóstoles, para celebrar la Eucaristía y para prestar la ayuda neceria a cada uno.
A veces idealizamos los orígenes, como si todo lo hubieran hecho bien y no hubiera habido puntos negros entre ellos, pero el mismo libro nos va presentando algunos aspectos negativos: los que trataban de presumir de generosos, cuando se habían guardado su dinero para ellos; el que quería conseguir una misión o un puesto de relieve comprándolo con dinero; o al mismo Pedro, que no iba a casa de los paganos si estaba presente algún cristiano de Jerusalén, y sí cuando no se sentía observado.
El gran protagonista, junto con el Resucitado, era el Espíritu Santo, que los ayudaba a encontrar caminos nuevos y a dar respuestas evangélicas a las nuevas situaciones.
También nosotros, hoy, contamos con la fuerza salvadora del Resucitado, presente en nuestras comunidades; y con la presencia del Espíritu Santo, que nos sostiene, nos ilumina, nos enriquece con sus frutos y transforma nuestra vida. Es cuestión de hacer silencio y dejarse guiar por Él.

sábado, 3 de abril de 2010

Jesucristo ha resucitado

El equipo de Liturgia ha trabajado mucho y bien. Ya está todo preparado para la celebración de la Vigilia Pascual, a las once de esta noche. Dos niños de nueve años y dos bebés van a recibir el sacramento del bautismo, y todos los miembros de la comunidad renovaremos con fe nuestras promesas bautismales, porque celebramos y proclamamos la resurrección de Jesucristo.
Es el mayor acontecimiento de la historia, lo proclamo sin complejos. Me considero una persona normal, que está muy contento de haber nacido, que ama apasionadamente esta tierra, que se considera lúcido y tiene un buen conocimiento del desarrollo de los saberes, y que ha dedicado sus mejores energías a la búsqueda de la verdad. También a la verdad de la fe católica que, por la gracia de Dios, profeso y en la que vivo, más que cómodo, feliz.
Muchos teólogos del s. XX insitían en que la resurrección de Jesucristo es el "sí de Dios" a todas sus palabras, a su comportamiento con los pecadores y con los pobres, a su vida y a su muerte. El rechazado como un maldito por las autoridades religiosas de su pueblo, por autoridad civil y por el pueblo, que antes le había aclamado, recibió el aval de Dios a sus pretensiones de ser el Mesías y a su manera de entender a Dios y al hombre.
Sus seguidores tenemos que seguir proclamando esta fe con nuestra vida. Y pienso que algunas de las actitudes que más necesitamos hoy son estas: Adentrarnos con la oración en el Misterio infinito de Dios; implicarnos con más esperanza en la transformación del mundo en que vivimos, aunque sea muy poco lo que podemos hacer; reconciliarnos críticamente con los valores de la cultura moderna, pues Dios sigue creando cada día; y ser la voz insobornable que denuncia la injusticia y la violencia. ¡Contamos con la presencia transformadora del Resucitado y con la Luz del Espíritu. ¡Porque Jesucristo ha resucitado, alegráos todos y manos a la obra!

miércoles, 31 de marzo de 2010

Jueves santo: Dios se arrodilla ante el hombre

Lavar a los pies a los invitados era una costumbre práctica, ya que la cena se desarrollaba estando tumbados unos junto a otros. Era también un signo de acogiday de amistad. Este trabajo lo realizaban los esclavos. Lo sorprendente del gesto es que quiera hacerlo Jesús en persona, por lo que Pedro se opone a que le lave los pies. No acepta que el Maestro, de quien ha confesado que es el Hijo de Dios, le lave los pies, como si fuera un siervo, un esclavo.
Con su gesto, Jesús está anticipando su muerte en la cruz; una muerte que escandilazará a sus seguidores, porque era la muerte apropiada para los esclavos. Él se quiere presentar como el servidor de todos, identificándose con los esclavos. Es el Mesías Siervo, como había profetizado Isaías.
Impresiona ver a Dios arrodillado ante el hombre. No se presenta rodeado de nubes y de fuego, como en el monte Sinaí, sino como el servidor de todos. A quien tema que la fe en Dios disminuya la grandeza del hombre, les recuerdo que el Dios en quien creemos los cristianos es el Dios fiel y rico en misericordia;el Dios que nos espera con los brazos abiertos, y no teme en lavarnos los pies como un esclavo, para que descubramos la grandeza de su amor. Un amor que nos humaniza y nos hace libres.

sábado, 27 de marzo de 2010

Acercarse a la pasión del Señor

Con el domingo de Ramos, da comienzo la semana santa. Un tiempo oportuno para acercarnos al Señor y meditar en el sentido de su entrega; de su amor hasta las últimas consecuencias. Basta con mirar la cruz y preguntarse quién es el crucificado, por qué muere, por quién muere y cómo muere. Porque la cruz es la expresión más impresionante de la omnipotencia de Dios: su poder se manifiesta en que se deja matar y en que perdona.
Te invito a preguntarte qué papel juegas tú en el drama de la pasión. Con palabras de San Gregorio Nacianzeno, "si eres Simón Cireneo, coge tu cruz y sigue a Cristo. Si estás crucificado con Él como un ladrón, como el buen ladrón confía en tu Dios. Si por ti y por tus pecados Cristo fue tratado como un malhechor, lo fue para que tú llegaras a ser justo. Adora al que por ti fue crucificado, e incluso y si estás crucificado por tu culpa, saca provecho de tu mismo pecado y compra con la muerte tu salvación. Entra en el paraíso con Jesús y descubre de qué bienes te habías privado (...) Si eres José de Arimatea, reclama el cuerpo del Señor a quien lo crucificó y haz tuya la expiación del mundo. Si eres Nicodemo, el que de noche adoraba a Dios, ven a enterrar el cuerpo y úngelo con ungüentos. Si eres una de las dos Marías, o Salomé, o Juana, llora desde el amanecer; procura ser el primero en ver la piedra quitada, y verás también quizá a los ángeles e incluso al mismo Jesús".

sábado, 20 de marzo de 2010

Camino de la Pascua

La cuaresma es un tiempo de gracia y de purificación, para encontrar nuestro yo más auténtico con la ayuda del Señor. Es tiempo propicio para quitarnos la careta y caminar con sinceridad por los senderos del Evangelio. Siempre con la ayuda del Señor, porque todo es gracia.

Uno de los medios más eficaces es la práctica de la confesión de los pecados. Hay que empezar por reconocerlos abiertamente y, a la luz de la cruz de Jesucristo, valorar su gravedad y pedir perdón de ellos. Esta experiencia, que nos adentra en la misericordia infinita de Dios, nos lleva al arrepentimiento y a mantenernos vigilantes ante las seducciones que nos amenazan cada día. Además, el hecho de confesarlos es una buena cura de humildad frente al individualismo y la autosuficiencia que caracterizan al hombre postmoderno.

No importa si hace ya muchos años que dejaste de confesar. Anímate a dar el paso y procura hacerlo con seriedad y con hondura. El perdón de Dios es una gracia palpable, que nos llena de alegría y acrecienta nuestra esperanza; es un punto de arrranque de una vida nueva; es, como enseña Jesús en la parábola del hijo que pidio su herencia y la dilapidó, una fiesta que nos lleva a descubrir el verdadero amor de Dios.

viernes, 12 de marzo de 2010

Buscar el rostro de Dios: El camino de la oración

Lo más grande que puede hacer una persona es buscar el rostro de Dios. Para ello, contamos con el camino privilegiado de leer y meditar la Palabra de Dios. Pero sabemos que la fe en la divina revelación necesita también el incentivo de la razón, porque la fe y la razón son las dos alas que nos permiten volar, como recuerda con frecuencia Benedicto XVI. Por eso, un creyente jamás ha de tener miedo al desarrollo de las ciencias y de la filosofía.
Junto a estos dos senderos, está el camino de la oración, el que permitió a los místicos llegar a la comprensión más alta y más seductora de Dios. Este camino está también al alcance de todos. Podemos adentrarnos en él mediante la contemplación. Tras tomar conciencia de que estamos en la presencia y de Dios y manifestarle nuestro deseo de contemplar su rostro, basta con seguir lo que nos enseña San Juan de la cruz: "Olvido de lo creado, memoria del Creador, atención a lo interior y estarse amando al Amado". Para personas que tienen dificultad en adentrarse en la profundidad del mundo y de las cosas, resulta más práctico seguir el consejo de Santa Teresa y permanecer ante Dios hablando "de amistad con quien sabemos nos ama". Pero son muchos los que prefieren partir del hombre. Entonces la oración se puede convertir en un sencillo canto de acción de gracias, de bendición y de ternura por cada persona que ha puesto delante de nosotros y necesita nuestra ayuda.
En realidad, la escucha de la Palabra, el ejercicio de la inteligencia y la oración no son tres caminos alternativos, sino aspectos complementarios de un sólo camino de búsqueda, que empieza por la escucha, sigue por la reflexión y deja, luego, caminar al corazón tras las huellas del amor.

martes, 9 de marzo de 2010

La inteligencia, un camino hacia Dios

Benedicto XVI suele repetir con admirable constancia que fe y razón son las dos alas que nos permiten elevarnos hasta Dios. Además de descubrir el rostro de Dios vivo mediante la lectura y meditación de la Palabra, también el ejercicio de la inteligencia es un camino hacia Dios. Es lo que nos enseñan lols escritos sapienciales de la sagrada Escritura, que son una especie de puente entre la divina revelación y la sabiduría de los pueblos del entorno.
Para buscar a Dios por este camino, hay que hacer silencio en lo más hondo de nosotros mismos y dejar que afloren preguntas tan sencillas como estas: ¿Es posible que el azar sea el origen y la meta de un mundo cuyos secretos apenas estamos empezando a vislumbrar? ¿Por qué hay algo en lugar de nada? Esos anhelos de bondad, de verdad y de belleza que llevo dentro, ¿apuntan a un horizonte de sentido o son tendencias fallidas? ¿Por qué me reprocha la conciencia cuando pisoteo a los demás para conseguir mis caprichos? ¿Por qué decimos que el respeto de los derechos humanos es obligatorio para todos y en todas partes? ¿Por qué criticamos a quien conculca estos derehos?
Junto a estas preguntas, es importante preguntarse sobre lo que es la Belleza, la Bondad y la Verdad de Dios. Pero conscientes de que Él es siempre mayor y de que la mente humana sólo puede vislumbrar su presencia. No porque el Misterio sea oscuro, sino porque es un exceso de luz y nos deslumbra.

domingo, 7 de marzo de 2010

Buscar el rostro de Dios

La cuiaresma nos invita a adentrarnos en el misterio de Dios, a buscar su rostro. Porque Dios se revela cada díaq para cada día. Si piensas que ya conoces a Dios, decía San Agustín, quítate esa imagen de la cabeza, que no es Dios. Él es siempre mayor, sorpredente e inabarcables, y sólo podemos acercarnos a Dios cuando buscamos con humildad y con limpieza de corazón.
Un camino para descubrir su rostro es la escucha de la Palabra: leer el evangelio de cada día con actitud de humildad, porque Dios se da a conocer a quien le busca. Una lectura serena, transida del deseo de Dios. Más que preguntarnos qué tengo que hacer, tenemos que preguntarnos quién es el que me habla y qué me dice de sí mismo. La lectura y meditación asidua de la Palabra es el camino privilegiado para descubrir su rostro.

jueves, 4 de marzo de 2010

Comienza una nueva andadura

Me dirijo a todos los que tengan algún interés por los temas religiosos, pero de manera especial a los feligreses de Santa María Estrella de los Mares (Málaga). Cada día intentaré escribir algún pensamiento o sugerencia que nos pueda ayudar a vivir el Evangelio y crecer como personas.
Insisto en crecer como personas, porque el Evangelio nos abre un horizonte humano desconocido y nos invita a caminar. Nos enseña (y nos da posibilidades de hacerlo) a amar a todos, incluso a las personas que nos son atractivas o amables; a perdonar siempre; e disfrutar de una paz honda en medio de las dificultades; a ser libres como Jesús de Nazaret... Muchos no saben todo lo que se pierden al desconocer el Evangelio. Y la mejor manera de conocerlo consiste en leerlo y en meditarlo con sosiego.