viernes, 28 de diciembre de 2012

EL CONCILIO Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Una de las bases de la nueva evangelización en la que estamos empeñados los católicos es el conocimiento y la aplicación de cuanto nos dice el concilio Vaticano II. Para poder dar pasos, es necesario analizar con  detenimiento cuáles son las carencias pricipales en este campo. Es decir, poner de relieve qué aspectos de su enseñanza siguen pendientes de ser llevados a la práctica. El tema es difícil y complejo, y exige que todos los miembros de la Iglesia aportemos sugerencias. Por mi parte, hoy me voy a fijar en tres aspectos.
El primero, el papel de los seglares en la Iglesia. Si miramos lo que sucede en las parroquias, podemos ver que la mayoría de los sacerdotes no respetan lo que el Espíritu ha ido desarrollando en las comunidades. Cuando llegan a un nuevo destino, hacen y deshacen a su gusto, sin respetar lo que se ha venido haciendo y  conctruyendo durante años en aquella comunidad. Además, en la mayoría de las parroquias no hay órganos colegiados de búsqueda y decisión, como pueden ser los consejos pastorales y los consejos de economía. Los seglares se tienen que limitar a poner en práctica lo que decide el párroco y de la forma en la que él lo decide. Y si miramos a las diócesis, vemos que sucede lo mismo. A los seglares no se les reconoce ninguna iniciativa, e incluso se evita que ocupen aquellos cargos diocesanos para los que están capacitados. Existen órganos colegiados, pero su papel se limta a dar su punto de vista sobre los que otros, siempre clérigos, han pensado y propuesto. Esto ha llevado a que carezcamos de un laicado preparado y comprometido con la fe y con el mundo.
El segundo, la falta de conocimiento y de aplicación de la doctrina social de la Iglesia. Dicho de otra modo, la falta de puentes de la Iglesia con el mundo contemporáneo. Este punto tiene que ver con el anterior, pues sin un laicado bien formado y comprometido, corremos el riesgo real de reducir la vida de fe a la Liturgia y a los comportamientos personales. O más bien, individuales. Debido a todo ello, muchos cristianos están a la defensiva frente a lo que se gesta fuera de la Iglesia. Su relación con el mundo circundante es de mera observación distante -y, con frecuencia, de actitud crítica en sentido negativo. En lugar de ser la vangiardia de Dios en un mundo que se hace cada día, nos hemos convertido en los hombres y las mujeres del no.
En tercer lugar, una fuerte carencia de experiencia de Dios y de la comprensión de la fe en clave trinitaria. Conviene recordar que el Concilio, que se presenta como un concilio pastoral, dedica los puntos dos, tres y cuatro de su primer documento, la "Lumen gentium", a hablar del Padre, del Hijo y dfel Espíritu Santo en la vida del mundo y de la Iglesia. Tenemos un exceso de moral y de normas, y un gran déficil de Dios, tanto en la vida de los creyentes como en el anuncio de la fe.
Por supuesto que detecto otras carencias, pero éstas me parecen las más preocupantes, Y de poco servirá hablar de nueva evangelización, si no nos renovamos cada uno, empezando por los que estamos llamados a servir; y frenamos o no alentamos o no permitimos la renovación profunda de nuestras comunidades.   
  

viernes, 21 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD

Durante estas fechas, son numerosas las llamadas, las tarjetas y los corresos electrónicos que recibo cada día. Mi primera reacción es la gratitud a quien se acuerda de mi y la gratitud a Dios, porque tengo amigos. En el mundo de las muchedumbres solitarias, es un verdadero privilegio. La segunda, es corresponder y a esas personas y, además de enviarles algún signo visible, las pongo en las manos de Dios, rezo por ellas y analizo todo lo que me han aportado a lo largo de mi vida. Soy consciente de que debo a los demás casi todo cuanto tengo y cuanto soy. Por supuesto, empezando por mis padres, mis hermanos y mis orofesores.
Cuando las llevo a la presencia de Dios, pido que les regale cosas muy sencillas y muy prácticas: la paz del corazón, la alegría de vivir, mucho amor de buena ley, abundancia de amigos y la atención necesaria para que descubran el paso de Dios por sus vidas. Sólo en algún caso pido también al Señor que les dé la salud que necesitan, hasta que aprendan a aceptar sin miedo y sin desesperanza los achaques de cada día y que se cumpla su voluntad. Junto con el trabajo y con un salario suficiente para comer, vestirse y realizar algún viaje, pienso que es todo lo necesario disfrutar de una vida buena.
Todo eso es lo que os deseo a cada uno de vosotros, amigos que frecuentáis este blog, mientras que me preparo a celebrar con alegría, gratitud y hondura la fiesta de la venida del Señor: la venida de hace dos mil años, cuando nació pobre en Belén; y la venida de hoy, cuando llama silencioso al corazón de cada uno de nosotros, todos los hombres, sus hijos, empezando por los más pobres y solos.

sábado, 15 de diciembre de 2012

ALEGRAOS

Mientras escribo, algunos jóvenes y niños de la parroquia están poniendo el Belén delante de la entrada de los salones parroquiales, Y una mamá ha traído borrachuelos para que los vendan y consigan algún dinero con el que participar en la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Es impresionante la ilusión y la ternura con que limpian y acarician las figuras del Belén. Aunque no saben explicarlo, intuyen que, debajo de esas figuras de barro y de cartón, se oculta Dios, que se acerca al corazón de cada uno. Su ilusión y su alegría es una buena manera para preparar la Navidad.
En medio de la vorágine y del desierto de la vida actual, la figura del Bautista nos invita a convertirnos, a acercarnos a Dios y a dejar que Él nos cambie por dentro. Cuando decía a los hombres de su tiempo que tenían que convertirse para encontrar la alegría y la esperanza, para encontrar a Dios, la gente le preguntaba: Eso, ¿cómo se hace? ¿Qué puedo hacer yo? Juan Bautista les hacía sugerencias: El que tenga dos abrigos, que regale uno; el que controla el dinero de todos, que no robe; el que desempeña un cargo, que no abuse de los débiles ni los humille. Como véis, son respuestas que siguen teniendo actualidad.
Y nosotros hoy: ¿Que podríamos hacer? Lo primero, examinar tu conciencia a fondo y ver si eres violento, si compartes tus bienes con los demás, si te has quedado con algo que no es tuyo, si en tu corazón hay odio y rencores, si mientes a los tuyos y a los otros, si hablas con Dios cada día como corresponde a un hijo... Y luego, a pedir perdón a Dios y a confesar tus pecados. Lo mejor es confesarse. Si no puedes, píde perdón a Dios y confía en su misericordia. Es el primer paso.
Después, revisa si puedes compartir algo que el otro necesita: comida, ropa, tiempo, cariño... Si compartes la fe, la esperanza que brota de tu fe en Dios, la alegría de saber que te ama, el amor que el Espíritu te ha dado... Un amor que se manifiesta en la mirada y que se traduce en cercanía y en servicio. No olvides que la Palabra de Dios nos invita a celebrar la Navidad con amor y con alegría.
Para terminar, de acuerdo con los tuyos, busca una tarde en que podáis estar reunidos. O una mañana paseando por el campo, que caminar es muy sano. Sin solemnidad ni formalismo. Primero, le dais gracias a Dios porque estáis reunidos en familia y jugáis a recordar todas las cosas buenas que os han sucedido a lo largo del año. Para sweguir dando gracias y para ver que la bondad abunda más que el egoísmo y el odio. Aunque haya muchos problemas en la familia, los olvidáis por un rato y analizais las cosas buenas, para dar gracias a Dios y a los demás. No olvides que, a veces, un sufrimiento es la puerta que nos lleva a una nueva vida. Y para terminar, os preguntáis que sentido tiene el nacimiento del Hijo de Dios para vosotros... Verás  que estos encuentros pueden ser el comienzo de algo profundo y alegre. Puede ser el comienzo de una vida nueva.   

martes, 11 de diciembre de 2012

LA EDUCACIÓN: APOSTAR POR EL FUTURO

En este tiempo que precede a la celebración de Navidad, la Palabra de Dios nos invita a la esperanza y a poner nuestra vida en las manos del Señor. Desde esta actitud de fondo, los cristianos confiamos en que Dios nos acompaña cada día, nos alienta y nos da fortaleza para construir un futuro más humano, un futuro para todos.
Pero este futuro es también la obra de nuestros esfuerzos, de nuestros compromisos diarios y de nuestra imaginación. Estamos convencidos de que tenemos que actuar, sabedores de que estamos en manos del  Señor, de quien depende todo; pero conscientes también de que el futuro es obra de nuestro trabajo y de nuestra creatividad. Dicho de otra manera, tenemos que poner todo en las manos de Dios, pero tenemos que actuar, al mismo tiempo, como si todo dependiera de nosotros.
Si queremos un futiro mejor para Andalucía, hay que apostar decididamente por la esducación. La política de la Junta ha consistido en implantar su ideología y también en hacerse publicidad a costa de la educación. Esta política nos ha llevado a que la preparación de nuestros niños y de nuestros jóvenes esté bajo mínimos, muy por debajo del resto de España y cada día a mayor distancia de la media europea. Los hechos cantan, más allá de todo autobombo y toda falta de autocrítica. Es hora de que los ciudadanos dejemos de esperar que lo areglen los políticos y tomemos la iniciativa.
Pienso que dentro de muy pocos años habrá trabajo abuendante para todos los que estén técnicamente bien preparados, como sucede hoy en Suecia, en Inglaterra y en Alemania, que buscan a nuestros médicos, a  nuestros ingenieron, a nuestros investigadores y a nuestros matemáticos. Pero todos los que no tengan una especialidad, van a permanecer en el paro, porque el mundo de los peones ha desaparecido. En todo caso, habrá alguna posibilidad de trabajar en las cloacas, pero hasta para ser camareros se exigirá una titulación.
La educación es tarea de los padres, que deben cambiar su actitud protecionista ante la pereza de sus hijos y convertirse en aliados de los profesores. Es tarea de los profesores, que deben superarse cada día en el cumplimiento de sus jornadas laboraels, sin recurrir bajas ficticias; y que deben preparar sus clases de cada día pensando en cada uno de los alumnos (Llevo casi cincuenta años de profesor). Es tarea de los medios de comunicación, que deben ser muy críticos con todo tipo de picaresca por parte de los profesores, con las políticas ideologizantes y totalmente vacías de los que nos gobiernan, y con la actitud perezosa y pasiva de los alumnos. Finalmente, es tarea de los alumnos, que necesitan convencerse de que no hay posibilidad de aprender sin esfuerzo personal y sin decicar el tiempo necesario al estudio. Es hora de que todos nos decidamos a apostar por un futuro mejor y de que pongamos los medios necesarios.    

lunes, 3 de diciembre de 2012

EL SEÑOR TE ESPERA A TU PUERTA

En una de sus cartas pastorales, que trata del Adviento, san Carlos Borromeo decía a sus diocesanos de Milán, y nos dice a todos, que "así como Cristo vino una vez al mundo en la carne, de la misma manera está dispuesto a volver en cualquir momento para habitar espiritualmente en nuesra alma con la abundancia de sus gracias, si nosotros, por nuestra parte, quitamos los obstáculos". Porque el Señor vino en carne mortal hace más de dos mil años, al nacer en Belén; y de nuevo "ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos", al fin del mundo. Nuestra vida de cristianos se sitúa entre ambas venidas, y Él sigue viniendo al cotazón de sus hijos cada día, si quitamos los obstáculos y abrimos el espíritu a su llamada.
Viene, siempre que nos acercamos con alma samaritana a la persona que sufre y necesita que la echemos una mano.
Viene, cuando reconocemos con humildad nuestros pecados y nuestras miserias, y acudimos arrepentidos al sacramento del perdón.
Viene, cuando nos adentramos en la lectura de la Palabra de Dios, con el deseo de conocer todo lo que ha hecho por nosotros, y lo que espera de cada uno. O lo que es lo mismo, con el deseo de descubrir su amor y su misericordia, y de cumplir su voluntad.
Viene, por fin, cuando celebramos la santa misa y nos acercamos a comulgar con el alma bien dispuesta y el deseo de acoger su presencia bienhechora.
Por eso, sigue diciendo san Carlos Borromeo, "la Iglesi nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del Espíritu Santo y de diversos ritos, a recibir convenientemente y con un corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriqudcernos con su fruto y a preparar nuestra alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si hubiera Él de venir nuevamente al mundo".

viernes, 30 de noviembre de 2012

ESPERAMOS UNOS CIELOS NUEVOS Y UNA TIERRA NUEVA

El día uno de diciembre por la tarde comienza, para los católicos, el tiempo de Adviento. O lo que es igual, comienza el año cristiano. Durante los días que faltan para Navidad, la Palabra de Dios que se nos da en la Liturgia (en la misa de cada día y en el Oficio divino) nos habla de esperanza. Esperamos la celebración del nacimiento de Jesucristo, el 25 de diciembre; esperamos también que el Señor vuelva al final de los tiempos sobre las nubes del cielo. Y entre estos dos acontecimientos, la venida de Jesús hace más de dos mil años, y la última venida del Señor al final de los tiempos, sobre las nubes del cielo, nosotros esperamos al Señor, que nos sale al encuentro cada día: en el hermano que sufre, en la Palabra, en el perdón de los pecados y en la comunión.
Por eso nos mantenemos en una actitud de espera permanente, con el corazón bien dispuesto para recibirlo cuando llegue. Y sobre este fondo de esperanza cristiana, vamos alentando todas las esperanzas humanas que nos permiten vivir con justicia, con amor, con alegría y con paz. En este momento, esperamos salir de la crisis económica y social que ha llevado al paro y a la pobreza a millones de hermanos. Pero sabedores que de esa crisis no nos sacarán ni los políticos, ni los banqueros, ni los sindicatos, sino el esfuerzo diario y la responsabilidad de todos.
El Papa nos ha dado algunas indicaciones imprescindibles para salir de esa crisis. La primera, luchar para que la economía abandone eso que llaman "ingeniería financiera" y se convierta en una economía ética, al servicio del bien común. Cuando la economía funciona al margen de la ética, es una economía injusta, que antes o después nos llevará al desastre. Por eso, la justicia social debe guiar todo el desarrollo económico.
La segunda, poner a la persona en elcentro del desarrollo económico. Y junto con la persona, el respeto a la vida en todas las fases de su desarrollo. O lo que es igual, el desarrollo ha de ser humano y solidario, para todos. Y esto significa que hay que preocuparse también por el de los países pobres, mejorando el sector agrícola de estos pueblos.
En tercer lugar, hay que luchar contra todo tipo de fraudes, contra los llamados "paraísos fiscales" y contra la especulación, por la que muchos, que no producen absolutamente nada, se quedan impunemente con el dinero de todos. Tendríamos que volver a las enseñanzas de viejo catecismo Ripalda, en el que se nos dice que los delitos monetarios sólo se perdonan devolviendo lo robado.
En cuarto lugar y finalmente, no hay que limitarse al desarrollo material. Puesto que la persona es un ser también espiritual, al desarrollo material hay que añadir en desarrollo espiritual en todas sus dimensiones, también en la dimensión religiosa.
Nosotros, los católicos, "esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva, en que habite la justicia", como dice san Pedro en su segunda carta. Por eso, duante este tiempo de Adviento tenemos que abrir bien "los ojos de la fe", para acoger al Señor que se hace presente cada día en nuestra historia; y para cooperar a la salida de la crisis creando unas estructuras y una sociedad más justas. No basta con esperar a ver qué resultado dan las medidas del gobierno, sino que debemos implicarnos con nuestra profundización en los problemas, con nuestras críticas, con nuestras movilizaciones motivadas, con nuestra austeridad y con la   actuación solidaria.     

lunes, 26 de noviembre de 2012

LA INFANCIA DE JESÚS DE NAZARET

No sé si de forma intencionada, o por desconocimiento del tema tratado, son numerosos los periodistas y articulistas que han desviado la atención de sus oyentes, televidentes y lectores, como si Benedicto XVI hubiera realizado un "recorte" en el portal de Belén, eliminando a la mula y al buey. Pero el tema que trata el autor no es la representación del nacimiento de Jesús, sino la verdad histórica de Jesús de Nazaret, de la anunciación del ángel, de su nacimiento en Belén y de la adoración de los pastores y de los magos.
Lo que el Papa ha querido ofrecer, con argumentos al alcance del cristiano medio, es que Jesús de Nazaret fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, que nació en Belén de santa María Virgen, entre los pobres de la tierra, y que los primeros en conocer y aceptar la venida del Hijo de Dios fueron los pastores (los pbres y marginados) y los magos (personas sabias, creyentes y de buena voluntad, que no pertenecían al pueblo judío).
Estos acontecimientos son reales, no fábulas para niños, y en ellos se cumplen las promesas de los antiguos profetas, que cobran todo su sentido a la luz del nacimiento de Jesús, de su vida, de sus signos, de sus palabras, de su muerte y de su resurrección gloriosa. A quienes decían que los relatos de la infancia de Jesús que nos ofrecen san Mateo y san Lucas eran mitos inventados por ellos, Benedicto XVI les dice que son acontecimientos reales, porque el Hijo unigénito de Dios ha entrado en nuestra historia y se ha hecho uno de nosotros, para hacernos a todos hijos de Dios.
Hoy, en un clima de escepticismo y desesperanza: en medio de esta cultura, que reduce al hombre a una especie de suspiro entre dos nadas, el Papa quiere ayudarnos a descubrir que tenemos razones serias para creer que Dios sí existe, que nos ha creado, que nos ama y que, en la persona de su Hijo eterno, se ha hecho hombre para hacernos partícipes de su vida divina, de su presente eterno y de un futuro sin fin en su seno de Padre. Lo otro, lo de la mula y el buey, son hojarasca que nada tiene que ver con el fondo de la fe.      

jueves, 15 de noviembre de 2012

CARITAS ES LA IGLESIA CATÓLICA

Cuando se habla de Cáritas, se suele afirmar que es una ONG. Esto es verdad, pero no toda la verdad. Y de ahí pueden surgir luego malentendidos. Igual que si hablo de una parroquia, puedo decir con razón que es una institución ciudadana, capaz de adquirir y de enagenar bienes. Pero es mucho más que eso.
Por regla general, cuando la prensa habla de Cáritas se suele referir a los representantes de la misma, que han sido nombrados por el párroco, por el Obispo de la Diócesis o por la Conferencia Episcopal. Ellos son los que dan la cara cuando acude una persona a pedir ayuda o a entregarla. Pero detrás de ellos, hay una parroquia viva, si se trata de una Cáritas parroquial; o una Diócesis, si se trata de la Cáritas diocesana; o la Conferencia Episcopal, cuando se trata de Cáritas española.
Aunque haya un grupo concreto de personas encargadas de gestionar y de distribuir entre los necesitados lo que se recolecta, Cáritas somos todos los católicos, porque es la expresión del amor fraterno que nos debe distinguir. Todos, al menos los que celebramos regularmente la misa del domingo, aportamos a Cáritas, con nuestros donativos finalizados o a través de las colectas especiales que se hacen.
Toda comunidad cristiana tiene por misión celebrar la Liturgia, anunciar el Evangelio y practicar el amor fratreno. Estas tres dimensiones son como las tres patas de un trípode, que no se puede sostener si falta una de ellas. Por eso, cuando se afirma que más del sesenta por ciento del presupuesto de Cáritas procede de las personas particulares, se está diciendo que prodece de la Iglesia. Es verdad que se puede dar el caso de que una persona no creyente o que no frecuenta el templo aporte también algún dinero cuando se realiza una canpaña de Cáritas, pero eso es la excepción.
Concluyendo: se puede afirmar correctamente que Cáritas es una ONG, pero no se debe olvidar nunca que Cáritas somos todos los católicos, porque es el organismo mediante el cual compartimos nuestros bienes y nuestro amor con los que no tienen, sean católicos, o creyentes de otra religión, o agnósticos, o ateos.     

miércoles, 7 de noviembre de 2012

ENCONTRAR A DIOS EN LA VIDA DE CADA DÍA

Cuando yo era niño, me encantaba el "Tebeo". Ya sabéis, una revista de historietas, que contenía también acertijos y otros oasatiempos. En realidad, me sigue gustando, aunque ya no encuentro el "Tebeo" de mi infancia, que tuvo su punto álgido en la década de los cincuenta, cuando yo era niño. A partir de los años serenta, se hizo más sofisticado, y hasta un poco pedante, y empezó a denominarse con el horrible nombre anglosajón de "comic".
Entre los pasatiempos favoritos, había uno que venía a decir lo siguiente: Trata de descubrir a la ardilla que se ha ocultado entre los árboles. La ardilla u otro animal cualquiera. Cuando por fin la descubrías, te dabas cuenta de que estaba dibujada con toda nitidez, aunque te costara hallarla. Años después, cuando estudié los rudimentos de la psicología, me presentaban otros dibujos y me preguntaban qué veía: según el punto de vista en el que te situaras, podías descubrir dos vasos o dos personas que se estaban dando un beso. Las dos posibilidades estaban nítidamente en el dibujo y eran claras.
Algo similar nos sucede con la fe. Según sea mi mirada, puedo descubrir a Dios en medio de la vida diaria o quedarme en una visión plana y utilitarista. Cuando me he acostumbrado a mirar a las personas, a las cosas y a los acontecimiento con "los ojos de la fe", descubro qure Dios me sale al encuentro de muchas maneras. Como sucedía en los dibujos del "tebeo" o en los que me mostraba mi profesor de psicología, la realidad estaba ahí, aunque yo no hubiera conseguido descubrirla al echar una mirada rápida o interesada. Porque Dios está presente en las personas, en las cosas y en los acontecimientos. En la mirada viva de un niño y en los ojos apagados y melnacólicos de un anciano; en el color tan llamativo de las flores y en la sinfonía de colores del otoño; en una persona que te sonríe por la calle y en la que está pidiendo limosna sentada en la acera, al margen de la vida; en el que te ofrece ayuda y en el que te la pide. La cuestión consiste en que tu hayas desarrollado una mirada capaz adentrarse en la profundidad de las personas, de los acontecimientos y de las cosas; en que hayas iniciado tu jornada con una plegaria de acción de gracias y con el deseo de ver a Dios en tu camino; en que no te encierres en tí (en tus auriculares, tu móvil, tus intereses y asuntos) y abras la inteligencia y el corazón a Dios y a las sorpresas.
Cuando te has habituado a mirar con los ojos de la fe, la vida de cada día es diferente y profunda, si bien parece la misma, porque a la vuelta de cada esquina y en medio de cada acontecimiento, Dios se te hace presente para tenderte la mano, para ofrecerte su ayuda, para preguntarte algo, para provocarte, para que descubras que Él camina siempre a tu lado. ¡Para amarte y darte la posibilidad de amar.

lunes, 22 de octubre de 2012

EL SÍNODO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Se está celebrando, en Roma, el Sínodo de Obispos, que trata básicamente de la nueva evangelización. Para entendernos, pretende hallar caminos para evangelizar a los bautizados que no viven su fe dentro de la Iglesia, aunque digan, en un porcentaje apreciable, que se consideran cristianos, aunque no practiquen.
Al buscar la senda para llegar a estos hermanos, el Onispo auxiliar de Valparaíso (Chile), monseñor Santiago Jaime Silva Retamales, que es secretario general de la Conferencia Episcopal Latiino Americana (Celam), ha dicho: "Sin una eclesiología, es decir, sin un modo de autocomprensión y de ser y de estar en el mundo contemporáneo, que profundice en la enseñanza del concilio Vaticano II, la Iglesia no podrá empeñarse en una Nueva Evangelización. Es fundamental definir la relación 'Iglesia-mundo actual'. De no hacerlo, seguiríamos dando la impresión de 'Institución', y no de asamblea reunida en torno a Jesucristo, donde todo lo humano tiene cabida (...) Es hora de preguntarnos: ¿que pecados tiene la Iglesia, que nos han llevado a una Nueva Evangelización?"
Además de invitarnos a utilizar un lenguaje que que sea comprensible e interpelante para el hombre de hoy, y de adoptar el estilo de un testiomonio alegre, atrayente y audáz de la fe, el Obispo dice que "sin la función evangelizadora de los fieles laicos en su ámbito propio, que es la gestión de la vida familiar, social, política, económica y cultural, no habrá Nueva Evangelización. (...) Al respecto, hay que revisar qué servicios eclesiales habría que confiar a los laicos, teniendo en cuenta la Nueva Evangelización y los nuevos escenarios". Es necesaria "la renovación de la Iglesia particular y, en ella, la renovación de la parroquia, para replantearla como casa y escuela de comunión, lugar eclesial de espiritualidad, y donde se aprende la comunión y la corresponsabilidad en la misión de la Iglesia, cuando se diluye la persona y aparece como el individuo o la masa".
Desde el ámbito en el que me muevo, la parroquia, pienso que las aportaciones que nos ha proporcionado este Obispo son muy densas, pero se pueden presentar también como la necesidad de una parroquia nueva y renovada. Esto exige, entre otras cosas, lo siguiente: menos centralismo y más corresponsabilidad de los seglares; anteponer la comunión entre hermanos al autoritarismo de los que representan a la Institución; desarrollar los ministerios laicales y reconocer la autonomía (siempre en comunión, naturalmente) de los seglares en su campo; respetar el camino que cada comunidad haya venido haciendo, y que un eventual cambio de párroco no se traduzca en eliminar el trabajo anterior, aunque siempre habrá que corregir y que mejorar algunos aspectos; cultivar más la espiritualidad de los responsables de los diferentes ministerios y alentar el aprendizaje de la vida de oración.  

sábado, 13 de octubre de 2012

LA REBELIÓN DE LOS CIUDADANOS

Los comentaristas se preguntan por qué las encuestas de opinión sitúam a los políticos entre los problemas más importantes que tenemos los españoles. Por supuesto que hay políticos trabajadores y honrados, y que toda generalización es engañosa. Pero el mal ejemplo que dan muchos de nuestros gobernantes termina por desmoralizar a los ciudadanos.
Por poner sólo algunos ejemplos de máxima actualidad: que el día 12 de octubre varios presidentes de las autonomías no acudieran a representar a sus gobernados en la fiesta de todos los españoles, presidida por las máximas autoridades del Estado; que los gobiernos autonómicos y numerosos ayuntamientos no paguen, en plazos razonables, las deudas contraídas, y sean la causa de la quiebra de numerosas empresas; que nos mientan sobre la deuda real que tienen; que de los depósitos de la policía hayan desaparecido muchos kilos de drogas incautadas, que, se supone, estaban bien custodiadas; que haya desaparecido de la audiencia nacional el disco duro que contiene las grabaciones del caso Faisán, relacionado con ETA; que haya gobiernos autonómicos que no respetan la Constitución en materia de lenguas, y que el gobierno central no haga nada por impedirlo...
Si nuestras autoridades, los llamados "padres de la patria", son tan pródigos en dar malos ejemplos, no es extraño que se acreciemte la crisis de valores en todas las capas sociales. A quien me diga que también los sacerdotes y la Iglesia tenemos por qué callar, le reconozco que tiene razón. La Iglesia lo ha reconocido y ha pedido perdón. Y yo mismo decía, en uno de mis escritos recientes, que la nueva evangelización tiene que comenzar por una profunda conversión y reforma de los sacerdotes. Y hoy añado, y de la Iglesia en general.    

domingo, 7 de octubre de 2012

DOCTORES TIENE LA IGLESIA

El pueblo llano viene utilizando la expresión "doctores tiene la Iglesia" desde hace siglos, cuando los grandes profesores de Salamanca eran considerados como la máxima autoridad a la hora de hablar de Dios y de las cuestiones doctrinales. Por mi parte, voy a emplear esta expresión para hablar de san Juan de Ávila y santa Hildegarda de Bingen, declarados Doctores de la Iglesia por el papa Benedicto XVI. Y lo ha hecho de una manera muy elocuente en la misa de apertura del Sínodo de Obispos, que va a reflexionar sobre la nueva evangelización.
Ambos son dos figuras fascinantes de la Iglesia y de la historia humana sin más. También los dos conocieron la persecución por parte de las autoridades eclesiásticas de su tiempo: San Juan de Ávila pasó dos años en una cárcel de la inquisición, bajo sospecha de ser hereje; y santa Hildegarda tuvo bajo entredicho eclesial el monasterio en el que era Abadesa. También ambos, separados por cuatro siglos, impulsaron una reforma a fondo en la Iglesia. Y comparten la opinión de que, para llegar a esa reforma deseada, hay que comenzar por el clero: por los sacerdotes y religiosos.
Dándome por directamente aludido, en mi condición de sacerdote, me pregunto qué nos pide el Espíritu a los curas de hoy. Y está muy claro que lo primero que nos pide es que seamos santos, pues como ha dicho el Papa en la homilía de la misa de apertura del Sínodo, "los Santos son los verdaderos protagonistas de la evangelización en todas sus expresiones".
En segundo lugar, nos está pidiendo que centremos más nuestra oración, nuestra vida y nuestra predicación en Jesucristo, pues como también ha dicho el Papa en la misma homilía, "la evangelización, en todo tiempo y lugar, tiene siempre como punto central y último a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios". Pero únicamente se puede hablar de Jesucristo con autoridad moral cuando se habla mucho con Jesucristo ante el sagrario, a la luz de la Palabra de Dios.
Dicho esto, se me ocurren algunas cosas aparentemente secundarias, pero muy convenientes. La primera, dedicar más tiempo al estudio y a preparar la homilía. La segunda, ser conscientes de que sólo vamos a estar algunos años en el ministerio que se nos asigna, y que no es justo que impongamos al Pueblo de Dios al que servimos, los gustos o preferencias personales, deshaciendo los caminos que habían hecho (Quizá no nos damos cuenta de que pronto será otro el  que desmantele nuestras humildes aportaciones). La tercera, que dediquemos más tiempo a escuchar, tanto en el confesionario como en el despacho; y por fin, que nos alejemos de quienes difundenden dichos y comentarios sobre los demás.   

lunes, 1 de octubre de 2012

EVANGELIZAR AL HOMBRE DE HOY

Dentro de pocos días comenzará un nuevo Sínodo de Obispos, que va a tratar sobre la evangelización. El Papa aprovechará este encuentro para proclamar "El año de la fe", que tiene como objetivo reavivar y fortalecer la fe de los cristianos. Como miembro del Pueblo de Dios, me corresponde mantenerme a la escucha, dispuesto a acoger con gratitud lo que el Espíritu Santo nos diga a todos los cristianos, a través de los padres sinodales y de la voz autorizada del Papa Benedicto XVI.
Como párroco al que se le ha encomendado servir a sus hermanos, me he preguntado muchas veces y me sigo preguntando cómo hay que proclamar el Evangelio al hombre de hoy. De momento, tengo muy claros estos aspectos. El primero, que el evangelizador debe partir de una experiencia honda de fe, para contar a los demás lo que le ha sucedido a partir del momento en el que se encontró con Jesucristo. Sólo quien ha visto y oído puede hablar con la autoridad del testigo. De ahí que una exigencia básica para proclamar el Evangelio sea mantenerse en estado de conversión permanente. O lo que es lo mismo, mantenerse siempre a la escucha de la Palabra con un corazón abierto a lo que Dios nos diga. Pues para hablar de Dios de una manera significativa, hay que hablar mucho con Dios.
El segundo, utilizar un lenguaje que provoque e interpele al oyente. No basta con que la palabra sea precisa y correcta, sino que tiene que dar la impresión, a quien la escucha, de que nos están hablando de algo que es importante para nuestra vida de cada día, de algo que nos afecta en lo más hondo de nuestro ser.
El tercero es que hay que hablar más de Dios y, quizá, un poco menos de moral. En lugar de decir al oyente lo que debe hacer o no hacer, anunciarle lo que Dios ha hecho por Él y quién es ese Dios. La esencia del Evangelio no es "amar a Dios y al hombre" con toda el alma. Esos son los dos primeros mandamiento, pero el Evangelio no es un mandamiento, sino una buena noticia: que Dios sí existe, que nos ama y nos espera con los brazos abiertos.
Y el cuarto, dirigirse a la persona concreta. Como se dice vulgarmente, emplear el boca a boca. Y tan malo es el silencio sobre Dios como aburrir al otro repitiéndole sin cesar fórmulas estereotipadas. Eso sí, para que el otro nos escuche, debe sentirse escuchado y acogido previamente. Pues sólo cuando le acogemos y le escuchamos sin prisas, abandona sus mecanismos defensivos y abre su corazón a la Palabra de Dios que le anunciamos.  

viernes, 14 de septiembre de 2012

DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

El 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la cruz, lo suelo dedicar a dar gracias a Dios. La encarnación, la vida, la pasión y la muerte en la cruz de su Hijo Jesucristo, nos ha abierto la puerta a la vida eterna, por medio del amor que guió toda su axistencia y que culminó en la resurrección. Su amor infinito a Dios y a los hombres, a todos y a cada uno de sus hermanos, le llevó a asumir nuestro sufrimiento y a experimentar en sí mismo la maldad de la que somos capaces. Se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Fue el amor el que le llevó a adentrarse en la lado más oscuro de la historia humana, en el sufrimiento y el dolor que nos causamos unos a otros. Yo le doy gracias por su amor concreto que experimento en todo instante y por el amor el que le lleva a estar siempre con los crucificados de la historia. Es el amor con que me ama.
Además de dar gracia a Dios por ese amor entrañable y liberador, le doy gracias por mis padres y por la vida. Nací en una familia numerosa, de la que 15 hermanos llegamos a la edad adulta. Siempre he admirado con cariño y con asombro la generosidad de mis padres. Especialmente la dulzura sencilla y la fortasleza de mi madre, que cuando alguien le afeaba que tuviera tantos hijos, solía responder: Es posible que éste que acaba de nacer sea el que me hace más feliz. Nos educaron sin caprichos, en un clima de austeridad y de disciplina casi espartanas, pero aquel clima y la convivencia de varios hermanos, nos ayudó a tener iniciativa y a desarrollar una voluntad de hierro. Hoy, al cumplir los 73 años, pienso que soy una persona afortunada.
También le doy gracias por la fe en Jesucristo, que ha marcado y guiado toda mi existencia. Es la fe la que me ha dado luz y fortaleza en los momentos difíciles; y la que ha puesto en mí un ansia insaciable de ser libre. Es la fe la que me llevó a ser sacerdote y la que me ha señalado el camino a seguir. Ser sacerdote, en una época apasionante y llena de cambios profundos, ha sido y sigue siendo todo un lujo. Pienso que la fe y los caminos por los que el Espíritu me ha llevado, me libró de tener ningún tipo de frustración y me dio una plenitud humana razonablemente buena. Es mi manera de entender y de vivir la calidad de vida.
Finalmente, le doy gracias porque, a medida que mi cuerpo se va deteriorando, vislumbro en el horizonte una luz que me invita a seguir caminando. Esa luz, la luz de la esperanza, me dice que la vida no termina, se transforma, y que lo mejor de mi vida está por llegar. Todavía me quedan tareas que realizar en esta tierra, pero lo más importante es que me queda mucho que disfrutar en el cielo. Por eso el 14 de septiembre se convierte para mí en un día de acción de gracia.
  

jueves, 6 de septiembre de 2012

LA ACTITUD DE LOS CATÓLICOS ANTE MARÍA, NUESTRA MADRE

Los católicos sabemos que María, la Virgen, es una criatura humana, una mujer en toda regla. No es divina ni es una diosa, y por eso no se nos ocurre adorarla, ya que sólo Dios es digno de adoración. Pero sí que la veneramos, en el sentido de que la tratamos con cariño y respteto, por sus santidad y por sus virtudes. Dios la eligió para Madre suya y, por especial privilegio, la conservó libre de todo pecado, del origuinal y de toda otra culpa. Y dado que también existen pecados de omisión, su fe en Dios la llevó a desarrollar plenamente todos los talentos recibidos para servir a Dios y a los hombres. Por eso decimos que es la cristiana cabal, la más lograda, el fruto más eminente de la Iglesia.
Nuestra veneración a María se traduce en un amor ardiente, ya que por su maternidad espiritual para con todos los hombres, nos cuida a cada uno con la solicitud y el cariño de una Madre. También se traduce en  invocaciones confiadas, pues sabemos que es salud de los enfermos, consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores y auxilio de los cristianos. Y finalmente, en el deseo de imitarla: imitar su confianza en Dios, su servicio abnegado a los hombres, su fortaleza ante el dolor de ver torturado y ver crucificado a su Hijo, y su profunda humildad.
Para que nuestra veneración a la Virgen no se aleje de las Escrituras ni de la Tradición de la Iglesia, el Papa Pablo VI escribió una exhortación apostólica llena de amor y de sabiduría. Su título en latín es "Marialis cultus" y tiene mucho que enseñarnos sobre esa mujer de Dios a quien llamamos "vida, dulzura, esperanza nuestra".

viernes, 31 de agosto de 2012

FRENTE LA AGRESIVIDAD, LA PAZ DEL CORAZÓN

Vivimos en un ambiente social crispado. Pienso que una de las causas son las dificultades económicas por las que atraviesa una gran parte de la sociedad y la falta de trabajo en que se encuentran cerca de cinco millones de españoles. A ello hay que sumar la actitud de los medios de comunicación que, en su legítimo afán crítico con el gobierno de turno, se olvida de la verdad de las cosas para acrecentar la oposición al adversario político o ideológico. Y si a ello añadimos el cinismo con que mienten numerosos políticos, el no cumplimiento frecuente de las leyes por parte de los que ejercen el poder y la ideologización de los jueces, comprendo que el ciudadano se irrite y se haga agresivo. ¡Es el derecho al pataleo!
Aunque en su raíz profunda la agresividad no es mala, porque es la reacción que nos impulsa a defendernos ante las dificultades, cuando se convierte en un clima social y nos contagia, es francamente desctructiva. Nos impide reflexionar, buscar la verdad y comportarnos de una manera justa. De ahí la importancia que tiene la paz del corazón. Desde el punto de vista evangélico, es un fruto del Espíritu Santo; y desde el punto de vista meramente humano, es la actitud que nos permite ser nosotros mismos, encontrar lo mejor que hay en nuestro corazón y desarrollar valores tales como la bondad y la misericordia.
Esa paz, tan necesaria para vivir con alegría y esperanza, es muy útil para todos nuestros comportamientos. Por eso suelo decir a las personas cercanas que intencen no ejercer violencia jamás, ya que la violencia que se ejerce con las personas e incluso con los instrumentos, jamás logra nada positivo de ellos, pero sí que los estropea.

 

martes, 14 de agosto de 2012

MARÍA, SEÑAL DE ESPERANZA CIERTA

Poco después del concilio de Éfeso, que definió el año 341 que María puede ser llamada Madre de Dios, se comenzó a celebrar una fiesta de la Virgen el día 15 de agosto. Para nosotros, los católicos, antes de la definición de la Asumción a la Virgen en cuerpo y alma al cielo por Pío XII, el año 1950, y especialmente después, dicha fiesta celebra la Asunción de la Virgen María.
El significado de esta fiesta nos lo explica el concilio Vaticano II, al decir qie María "es la imagen y el comienzo de la Iglesia, que llegará a su plenitud en el siglo futuro". Es decir, es el anuncio de lo que seremos cada uno de los hijos de Dios más allá de la muerte: viviremos con Dios, en Dios y para Dios, cuando nos resucite con la fuerza de la resurrección de su Hijo, Jesucristo. Porque la vida del hombre, "no termina, se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna  en el cielo"
La fuente de la esperanza cristiana es la resurrección de Jesucristo. Pero la Asunción de María nos enseña que todos y cada uno estamos llamados a resucitar en el último día, como ya ha resucitado nuestra Madre por especial privilegio. Por eso nos dice el Concilio que María "brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo". De momento, mientras vamos de camino, como Madre nuestra que es, nos señala a su Hijo y nos dice lo mismo que dijo a los sirvientes en las bodas de Caná: "Haced lo que Él os diga". 

miércoles, 1 de agosto de 2012

EL MAL EJEMPLO DE "LOS PADRES DE LA PATRIA"

Uno de los efectos más perniciosos de la situación presente es la crisis de valores y el mal ejemplo de numerosos ciudadanos que ocupan cargos públicos. Por poner sólo algún ejemplo, nos podemos fijar en el derroche y en las deudas contraídas con empresas, con la certeza de que no las podrán pagar; en la negativa a acudir a las reuniones que convoca el ministro responsable; en no pagar las deudas contraídas con los ciudadanos; en cebarse con los más pobres, como ha hecho Cataluña al no pagar las residencias concertadas de mayores o como hace Andalucía, que abona menos de dos euros al día por persona para la alimentación de los niños de las Escuelas hogar... Y no digamos nada de los casos de corrupción, como los tan conocidos de Marbella; o de los falsos "eres" de Sevilla; y del tremendo cinismo con el que mienten a sabiendas.
Yo comprendo que muchos políticos no acepten que se pueda hablar de Dios, ni de derecho natural. Así se puede erigir cada uno en una especie de oráculo que está por encima del bien y del mal. Lo peor de todo no es, con ser grave, el mal uso que hacen del dinero público, sino el pernicioso ejemplo que ofrecen a los ciudadanos "los padres de la patria".     

sábado, 21 de julio de 2012

LOS JUECES Y LA JUSTICIA

En los países democráticos, que tienen a mi juicio la forma menos mala de gobierno, los jueces no están al servicio de la justicia, sino de la legalidad. Y es importante caer en la cuenta de ello, para que no nos llamemos a engaño. De momento, no me refiero a la cuestión tan candente como real de que los jueces como tales, al menos los más relevantes, se alinean no con el pueblo ni con el bien común ni con la justicia, sino con el partido los ha propuesto.
Dicho esto, volvamos a la cuestión de la justicia y de la legalidad. Porque la misión de los jueces consiste en aplicar las leyes que ha aprobado el Parlamento. Y cualquier persona con sentido común sabe que no todas esas leyes son justas. Las hay que son un verdadero atentado contra la justicia, como las que no defienden la vida humana en todas las fases de su desarrollo; o las que establecen una diferencia tan escandalosa entre el derecho a una pensión y el tipo de pensión de las personas que han ocupado las altas magistraturas del Estado y las pensiones de los que se han pasado la vida trabajando de sol a sol. Y no digamos nada de muchas de esas leyes que protegen la tan mal llamada ingeniería financiera.
La justicia es otra cosa, y se basa en la dignidad de la persona y en los derechos humanos. Pero parece que la defensa de esa justicia no es misión de los jueces. De ahí la necesidad de que los ciudadanos estemos bien formados y bien informados, y sigamos levantando nuestra voz en favor de los pisoteados y de las personas indefensas. Para cualquier cristiano, la defensa de esta justicia es parte integrante de su fe; y es también una manera de vivir y proclamar el Evangelio.

martes, 10 de julio de 2012

EL BOSON DE HIGGS

Muchas personas se preguntan qué importancia tiene para un creyente el reciente descubrimiento de la partícula llamada el bosón de Higgs. Mi opinión es que tiene una gran importancia, porque los creyentes somos humanos, y Dios nos encomendó este mundo en el que todos vivimos para conocerlo, amarlo y cuidarlo, ya que es nuestra casa, nuestro huerto y nuestro jardín. Por eso, todo nuevo descubrimiento es un motivo de alegría, porque nos revela la grandeza y belleza del mundo y el papel impresionante  de la inteligencia humana y de su búsqueda continua.
 Además, todos los nuevos descubrimientos, bien usados, pueden contribuir a un desarrollo mayor del saber y de nuestra capacidad de actuar en los procesos de la materia.
Fuera de esto, no implica ninguna dificultad para un creyentes. Es un paso más en nuestro conocimiento del mundo, pero la ciencia no tiene la posibilidad ni la misión de afirmar o negar la existencia de Dios. Ella, con sus resultados, nos acompaña un trecho del camino y nos facilita el viaje, pero no puede responder a la grave pregunta de por qué hay algo en lugar de nada, ni de si el viaje tiene una meta.
De la misma manera que la ciencia, con sus laboratorios, no sabe lo que significa entregar un ramo de rosas a una persona, tampoco sabe por qué hay mundo, quién hizo esas leyes que vamos descubriendo poco a poco, de dónde viene el hombre, que sentido tiene la vida, qué cabe esperar más allá de la muerte... Lo que sí nos enseña es que el mundo y el hombre son mucho más complejos que lo que imaginaban nuestros mayores. Y por eso, cada paso de la ciencia nos lleva a descubrir a un Dios más grande, más desconcertante y más bello.   

domingo, 1 de julio de 2012

JESUCRISTO ES EL DADOR DE LA VIDA BUENA

La vida es un regalo de Dios, y una vez que nos la da, la tenemos para siempre. Es verdad que tenemos que morir, pero "la vida no termina, se transforma". Mientras disfrutamos de ella en esta tierra, es un tiempo de siembre, de siega y de cosecha.
Por eso es importante desarrollar todas las posibilidades que Dios nos ha dado. O como dice una parábola, es necesario que pongamos en juego todos los talentos que hayamos recibido del Señor. Por supuesto que los valores biológicos tienen mucha importancia, y conviene que cuidemos la salud. Es el motivo de que periódicamente nos hagamos chequeos.
También es imprescindible desarrollar los valores intelectuales y éticos; esos que nos capacitan para desarrollar una vida digna de la persona humana. Para los valores intelectuales (de los que forman parte los que se llaman "manuales"), a lo largo de una etapa de la vida nos vemos sometidos a exámenes y pruebas que acreditan nuestra constancia en su cultivo, nuestro esfuerzo y desarrollo. Tales valores nos proporcionan un puesto dentro de la sociedad y habilidades para el trabajo. Y para los valores morales, es conveniente habituarse a realizar el examen de concienci.
Pero los valores que nos proporcionan mayor plenitud son los valores espirituales, esos que san Pablo denomina "frutos del Espíritu". Todos ellos son un regalo del Espíritu, pero Éste necesita la colaboración de cada uno. Y cuando se han desarrollado en el corazón de la persona, constituyen la verdadera calidad de vida, que se se identifica en cierto modo con lo que llamamos santidad. Al hablar de valores espirituales, me refiero a la bondad, la geberosidad, la grandeza de alma, la comprensión, la paz interior, la alegría, el amor y la fortaleza, entre otros. Podéis estar seguros de que constituyen la mejor calidad de vida. También cuando carecemos de los valores biológicos y convivimos con la enfermedad.  

viernes, 22 de junio de 2012

OTRA FORMA DE VIVIR LAS VACACIONES

Desde hace varios años, no tengo la costumbre de alejarme de mi casa para conseguir el legítimo descanso. Me suelo quedar en la parroquia y seguir el ritmo habitual. Eso sí, dedicando más tiempo a la oración y a la escucha de la gente que necesite hablar.
A veces, hago alguna breve escapada para estar dos o tres días con la familia o para visitar algún amigo. O para compartirlos con amigos.  También, para contemplar alguna exposición de arte que merezca la pena. Para mí, el descanso consiste en salir del ritmo habitual de mis  actividades. Y aunque no soy muy aficionado, también me reservo algún día de playa.
Lo que más me relaja es caminar en silencio por el campo, leer algún libro novedoso, ver alguna película clásica o escribir sobre alguna cuestión de teología que me ha llamado la atención. Unas veces, para aclarar mis ideas y enriquecer los apuntes que utilizaré en las clases; y otras, para responder a encargos..
Este año, tengo en manos tres cuestiones. Dos de ellas, por encargo; y la tercera, como fruto de una inquietud que me viene preocupa y ocupa desde hace varios años. Por encargo, estoy desarrollando un temario sobre la fe, que se publicará en Septiembre, parauso de  los equipos del Movimiento Familiar Cristiano. Surgió como fruto de una conferencia que di en Cádiz (Parroquia de San José), hace unos meses y pretende ser el itinerario de reflexión para que los miembros de este movimiento, al que pertenezco desde hace ya cuarenta y seis años, celebren el Año de la Fe, que comenzará en el mes de octubre. También por encargo, esta vez de PPC y en colaboración con la periodista Encarni Llamas y con el dibujante Fano, una vida de Jesús que saldría en Navidad.
Y por afición, una búsqueda de tipo existencial y base bíblica, de lo que podríamos llamar "la cosecha del Espíritu". Pero ésta, sin fecha fija. ¿Que por qué les cuento esto? Para que sepan disculparme cuando mis comentarios semanales en el blog se retrasen; y para animar a todos a profundizar en vuestra fe y a leer algún libro sobre el Espíritu Santo.    

viernes, 15 de junio de 2012

LA VERDAD OS HARÁ LIBRES

Hay muchas personas que se amargan la vida y sufren por lo que los demás dicen o peinsan de ellas. Se sienten humilladas y despreciadas por el juicio de los otros y llegan a perder la confianza en sí mismas; eso que los psicólogos denominan la autoestima.
También en este campo, la Verdad nos hace libres. Para un cristiano, la Verdad es Jesucristo, el amor que nos tiene y el camino que nos marca. Es natural y prudente que cuando dicen algo de nosotros, o nos echan algo en cara, hagamos examen de conciencia. Y si vemos que tienen razón, es Dios quien nos está invitando, a través de ese hermano y de sus palabras, a corregir nuestra conducta. Pero si, después de analizar a fondo nuestros hechos y actitudes, vemos que está equivocado, no hay motivos para preocuparse o sufrir.
Es inútil defenderse pues, como escribió Einstein, es mucho más difícil deshacer un prejuicio que de sintegrar el átono. Y tampoco considero que sea necesario, pues lo que me debe importar es la limpieza de mi corazón y lo que Dios piensa de mí. Porque Dios es la Verdad que me hace libre frente a los prejuicios del otro, frente a sus sospechas y a su juicio; libres de miedos, de rencores, de juicios de valor malévolos, de murmuraciones... Lo que me debe preocupar es lo que mi conciencia me dice y lo que Dios piensa de mí.     

lunes, 11 de junio de 2012

DIA DELA CARIDAD

La fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor es el día de la caridad por antonomasia. Lo que celebramos es el amor que Dios nos tiene, y que se ha traducido en la entrega de su Hijo Jesucristo. Y es conveniente que nuestra caridad hacia todos los hermanos no nos lleve a olvidar que el amor a los demás no es algo que se pueda mandar, sino que brota de saborear el amor que Dios nos tiene; de nuestro encuentro con Dios, que es Amor. Pues corremos el riesgo de que, zarandeados por la situación de crisis y de pobreza en la que se debaten millones de hermanos, olvidemos que esta fiesta nos invita a centrar nuestra mirada en el amor que Dios nos tiene. Como ha escrito Benedicti XVI, "en la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana. Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos responder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que podamos suscitar en nosotros mismos".
Que nadie se inquiete por el hecho de que insista en esta primacía del amor que Dios nos tiene, que es la fuente inagotable de amor a los hermanos. En la medida en que nos adentremos en el amor de Dios, nuestro corazón se convierte en un manantial constante y luminoso de amor fraterno. Pero si nos olvidamos del amor de Dios, nuestro amor a los demás se puede convertir en un simple dar cosas, y llevarnos a un servicio sin hondura y sin amor. En su primera carta a los cristianos de Corinto, san Pablo advertía a los hermanos de aquel tiempo que, si les faltaba el amor, aunque se sacrificaran por los demás y les dieran sus bienes, no estaban en el camino diseñado por Jesús. "Los santos (...) han adquirido su capacidad de amar al prójimo, de manera siempre renovada, gracias al encuentro con el Señor eucarístico, y, viceversa, este encuentro ha adquirido realismo y profundidad precisamente en su servicio a los demás". Que no en vano nos dijo Jesús, despues de darnos su Cuerpo y su sangre, "haced esto en conmemoración mía". O lo que es igual, que el amor que nos tiene y que le ha llevado a dar su vida por nosotros, se tiene que traducir en que gastemos nuestra vida por los demás. En especial, por los pisoteados de la tierra y por los que no son amables.
 

jueves, 31 de mayo de 2012

FORTALECER LA FE DE LOS CRISTIANOS

Los repetidos ataques a la Iglesia católica han contribuido a un conocimiento más profundo de la misma y a fortalecer la fe de los cristianos. Llama la atención que, a la hora de criticarla, tengan que acudir las más de las veces a hechos de un pasado remoto. Un pasado real y muy doloroso (las cruzadas, la inquisición, la condena de Galileo...), aunque frecuentemente presentado de manera sesgada y escasamente objetiva. La actual polémica sobre si la Iglesia debe pagar el IBI ha servido de ocasión para que muchos conozcan la ingente labor que ésta desarrolla en favor de los más pobres. Una labor que no realizan los que la critican y exigen que pague unos impuestos que no pagan otras religiones, ni otras instituciones que trabajan sin ánimo de lucro ni los que la acusan de gozar de unos privilegios que no son ciertos. Me refiero, claro está, a los partidos políticos, a los sindicatos y a numerosos periodistas.
Por otra parte, este continuo hostigamiento ha impulsado a numerosos cristianos a esforzarse por conocer la fe con más hondura, a practicarla con la cabeza muy alta y a sentirse agradecidos por el don de la fe que recibieron un día con el bautismo. Esta actitud de tomarse la vida de fe con toda seriedad, se debe apoyar en tres pilares básicos.
El primero, la fidelidad a la misa del domingo. Es ahí donde descubrimos y disfrutamos la misericordia y la bondad de Dios, nuestro querido Padre, manifestada en la vida y las palabras de Jesucristo, y fortalecida con la presencia activa del Espíritu Santo.. Al renovar, en la celebración de la Eucaristía, la muerte y la resurrección de Jesucristo, nos abrimos al amor de Dios al hombres, y nos adentramos más en el misterio insondable de su amor. De hecho, cuando se deja de acudir a misa, se termina por alejarse de Dios, de la vida cristiana y de la fraternidad con los miembros de la comunidad.
El segundo, ejercitarnos en el amor a Dios y a toda persona humana. Especialmente, a los más necesitados. Un amor afectivo y efectivo. Es el camino que nos lleva cada día a conocer más Dios y a descubrir lo mejor que hay en nosotros, esos talentos que tenemos enterrados y olvidados. En la presente situación española de grave emergencia, ese amor se traduce en compartir nuestros bienes. Pero sin olvidar nunca que, como decían los antiguos catecismos, las obras de misericordia son catorce. Catorce actitudes que nos acercan al hermano en sus diversas situaciones. A veces, denunciando el mal que hace y recordándole que Dios existe, que nos ama y nos espera con los brazos abiertos. Junto a la falta de trabajo y de medios materiales en la que se ven hundidas numerosas familias, tenemos que recordar siempre el aborto, la mayor aberración del hombre actual; y la soledad de los ancianos.
Y el tercer pilar, el anuncio del Evangelio, a tiempo y a destiempo. Pero conscientes de que dicho anuncio sólo tiene fuerza cuando nace de una fe viviva con alegría y gratitud. De una fe que no es ciega ni contraria al uso de la razón ni al desarrollo de los saberes, porque el mismo Dios que nos ha dado la fe que nos salva, nos creó inteligentes y nos encomendó el cuidado de este mundo.

jueves, 24 de mayo de 2012

VEN, ESPÍRITU DIVINO

Para un seguidor de Jesucristo, Pentecostés no es sólo la celebración ritual de la primera venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Es también un tiempo de gracia, una nueva oportunidad de abrirse a la luz, a la misericordia y a la bondad de Dios, que se sigue derramando sobre el corazón de los creyentes. Por la fe, sabemos que el Espíritu Santo habita en la comunidad cristiana y en el corazón de los creyentes, y que nos enriquece con sus dones y  sus  frutos. Pero la celebración de Pentecostés tiene un significado especial, como oferta generosa y renovada del amor de Dios a sus hijos.
Con palabras de Sa Cirilo de Jerusalén, cuando el creyente profundiza en el deseo de Dios y le pide el fuego de su Espíritu, Éste "llega mansa y suavemente, se le experimenta como finísima fragancia... Se acerca con los sentimientos entrañables de un auténtico protector, pues viene a salvar, a sanar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar el alma". La paz interior, la alegría, la amabilidad, la fortaleza y la grandeza de alma que experimentamos en este encuentro con Dios son signos muy elocuentes de que Él ha llegado a lo más profundo de nuestro ser.
Esta nueva intensidad de su presencia no se agota en el ensimismamiento de quien vive encerrado en sí mismo, sino que se traduce en una actitud nueva ante el mundo y ante los demás. Es Él, el Espíritu, quien nos llena del fuego de Dios y de sus palabras de vida frente a la injusticia, a los atropellos de los débililes por parte de los fuertes y a todo sufrimiento humano. Porque renueva nuestra fe, para que miremos con los ojos de Dios cuanto sucede en el mundo; renueva nuestro amor, para que corramos en ayuda del hermano herido y abandonado; y fortalece nuestra esperanza, para que, conscientes de que el pecado y el mal ya han sido vendidos por la cruz de Jesucristo, sigamos apostando y trabajando por el hombre.       

viernes, 18 de mayo de 2012

LA ASCENSIÓN, UNA INVITACIÓN APREMIANTE A LEVANTAR NUESTRA MIRADA A DIOS

El libro de Los Hechos de los Apóstoles narra el acontecimiento de la Ascensión del Señor con un lenguaje sencillo, acomodado a la mentalidad de su tiempo. Dice que Jesús comenzó a elevarse al cielo, y que los disdípulos se quedaron sobrecogidos mirándolo, hasta que una nube lo ocultó a su mirada. Con el cielo y la nube, símbolos de la divinidad, nos quiere indicar que Jesús sigue vivo "en el ámbito de Dios". Y como Dios, está presente también entre nosotros, en lo más profundo de cada uno. O lo que es igual, no es que se haya marchado más lejos, sino que se ha adentrado más en el corazón de los creyentes.
De ahí que la fiesta de la Ascensión sea un motivo más para fortalecer nuestra fe, nuestro amor y nuestra  esperanza. Sabemos que el Resucitado está presente en la comunidad reunida, en el corazón de cada uno de los creyentes y en nuestra celebraciónes. Es Él quien nos habla en la Liturgia de la Palabra, quien nos alimenta en la Eucaristía, quien nos perdona los pecados en el sacramento del perdón y quien acompaña a las personas casadas en la apasionante aventura de su matrimonio. ¡Siempre, claro está, en comunión con el Padre y con la acción vivificadora del Espíritu!
Por ello, la Ascensión no es una especie de despedida del Señor Resucitado, para que volvamos a la vida de cada día hasta que nos llegue la muerte. Es una invitación apremiante a "ascender" en la existencia que nos ha tocado a cada uno. Es decir, a levantar la mirada hacia Dios y vislumbrar, con "los ojos de la fe", su presencia amiga en nuestras alegrías y en nuestros dolores; en nuestros fracasos y en en nuestros éxitos. A "transcendernos" y superarnos en el amor concreto y operativo a los demás. A levantarnos, soltando laste para adentrarnos, con la fe y con el deseo, en el ámbito de Dios. A despojarnos de orgullo, ambiciones y todo sentimiento negativo que nos esclaviza y nos tortura. Con otras palabras, es una invitación a poner en juego lo mejor de nosotros mismos, los talentos que tenemos enterrados. Y la manera de lograrlo consiste en acoger al Espíritu y dejar que nos transforme, para que podamos decir con san Pablo: Vivo yo, pero no soy yo; es Jesucristo quien vive en mi.   

viernes, 11 de mayo de 2012

PERSEVERANCIA DE LOS NIÑOS QUE HACEN SU PRIMERA COMUNIÓN

Por supuesto que deseo que los niños que reciben su primera comunión perseveren en su formación y en la práctica de la fe. Esa perseverancia es una cuestión muy compleja, porque dependen de sus padres y de la ayuda que les presten. Pero depende también de que hayamos logrado encariñarlos con la parroquia, hasta el punto de que la consideren de alguna manera su otra casa; y de que las ofertas que les brindemos resulten atractivas, divertidas y alegres. De todas formas, la perseverancia es un problema que me preocupa y que analizo con el equipo de catequistas, pero que no me quita el sueño.
De igual forma  que  continúo dedicando horas a preparar la homilía del domingo, y dejo en manos de Dios su posible eficacia o ineficacia. Pues como dice san Pablo, ni el que planta ni el que riega es el autor de los frutos de su tarea, sino el Espíritu de Dios que trabaja en el corazón de cada uno.
Por otra parte, si nos centramos en la perseverancia, hay que recordar que nunca la tenemos garantizada ni la podemos asegurar con nuestro ingenio y esfuerzo. Los que nos confesamos, hacemos propósito de la enmienda, y lo hacemos sinceramente, pero no siempre conseguimos cumplirlo. Y la perseverancia de los quie ingresan en el Seminario o en un Postulantado religioso tampoco está asegurada. Ni la de los que nos hemos ordenado de sacerdotes o se han consagrado Obispos. Es natural que nos duela no comprobar el fruto del trabajo con los niños y nos esforcemos en mejorarlo, pero no podemos garantizar la perseverancia, porque la persona es libre y la vida muy compleja.
Tampoco el pediatra ni el profesor tienen asegurado el éxito de sus esfuerzos y de su entrega, pero dan al niño lo que consideran que necesita en ese momento y es bueno para él. Por eso, invito a los hermanos sacerdotes, a los catequistas y a los monitores que trabajan con los niños a ofrecerles lo mejor que tienen y pueden. Por lo demás, dejemos a Dios ser Dios y a la persona ser libre. Porque Dios nos ama con todo su amor y su dulzura, y no nos retira su amor y sus gracias ni siquiera cuando ve que no vamos a perseverar, en el sentido que nosotros damos a esta palabra. Como decía un jesuita que tuvo que sufrir mucho: Ante las dificultades de la vida y la tentación de la desesperanza, "adora y confía". 

miércoles, 2 de mayo de 2012

LA PRIMERA COMUNIÓN NO CUESTA ABSOLUTAMENTE NADA

A lo largo de estos días de mayo es frecuente que aparezcan en los diarios locales artículos que hablan del coste de una primera comunión. Desde aquí deseo explicarles que recibir la primera comunión no cuesta absolutamente nada. Algunas familias ya han tomado nota de ello, y cada año son más. Los niños celebran la primera comunión un domingo cualquiera, en la misa a la que asiste la comunidad parroquial. Suele estar muy bien preparada por el equipo de liturgia, que se encarga de realizar las moniciones y de que se hagan bien las lecturas; por el coro parroquial, que ensaya y renueva los cantos al ritmo del tiempo litúrgico; por la persona encargada de las flores, que se ocupa de que no falten ningún domingo y ningún día festivo; y por el párroco, que suele dedicar horas a preparar la homilía.
No es necesario que los niños que hacen su primera comunión ese domingo traigan un traje especial. Basta con que vengan aseados. Por lo general, los padres, junto con los catequistas, han ayudado a sus hijos a preparar la confesión y le comunican al párroco que su hijo o su hija va a recibir la primera comunión ese domingo. El sacerdote que preside la santa misa suele llamar al niño, al final, para entregarle un recuerdo en nombre de la parroquia: una Biblia o una cruz. Todo gratis.
Aunque todavía son pocas, cada año hay familia que sigue dicho sistema. Este año creo que van a ser tres niños/as. Lejos de sentirse frustrados, se sienten llenos de gratitud y de alegría por haber simplificado todo y poder dar a cáritas algo de lo que se habrían gastado. Como es natural, en la comida de casa no faltan esos detalles con los que los padres recuerdan que es el día del Señor. Y en este caso, un domingo especial por la primera comunión de uno de sus hijos.
Como veis, una primera comunión no cuesta absolutamente nada; y se busca la alegría no en los trajes ni en los invitados ni en los regalos, sino en el amor de Dios, que nos ha dado el don de la fe y ver que los niños saben distinguir su primera comunión, de la hojarasca en la que se pierden muchos padres, que apenas saben nada de Dios ni se interesan por las cosas de Dios.  

jueves, 26 de abril de 2012

CAMINOS DE ENCUENTRO CON EL RESUCITADO

Los cristianos actuales no hemos visto al Señor resucitado como los Apóstoles. Pero sabemos por la fe que Él esta vivo y camina con nosotros. Creo que a todos nos seduce vivir encuentros profundos de fe con Él, aunque muchos no saben cómo hacerlo. Por mi parte, os ofrezco algunas sugerencias que me han ayudado mucho en este sentido.
La primera, que dicho encuentro no depende de nosotros, ya que, en estas cosas de Dios, Él tiene siempre la iniciativa. Los mismos evangelistas nos cuentan que se presentaba en medio de ellos, pero de manera no sólo sorprendente sino también inesperada. De ahí que para recibir su visita, sea necesario mantenerse a la espera y dejar a Dios ser Dios. A la espera y en silencio contemplativo. Algo que se puede hacer en el templo, pero también mientras camanas por la calle, después de centrar tu atención en el Señor y tomar conciencia de que va siempre contigo, aunque sea de una manera oculta y silenciosa. O cuando acudes a celebrar tu fe con la comunidad, unes tu voz al canto o a la oración compartida y adviertes que es Él quien nos ha convocado. Especialmente, cuando celebramos la misa con los hermanos, y nos acercamos a recibir al Señor. O cuando abres la santa Biblia en un lugar tranquilo y recuerdas que es Palabra de Dios, y que, a través de esta lectura, nos sigue hablando a cada uno y nos invita a seguirle. También, cuando miras a las personas que te cruzas por la calle y cuando visitas a un enfermo o a alguien que necesita tu ayuda.
Porque el Resucitado está especialmente presente en medio de los suyos cuando se unen en su npmbre para orar; está presente en la Palabra; está igualmente presente en el hermano que sufre y te tiende la mano. Y de una forma especial, está presente en el Pan de Vida, que se nos da en la Eucaristía. Son diferentes modos de presencia. En la comunidad reunida y en la Palabra, está presente mediante su acción, mediante lo que hace con nosotros y por nosotros: ora al Padre con nosotros y nos habla. En el hermano que sufre y en la gente que nos cruzamos por la calle, está presente mediante lo que nos pide: cercanía, amor y todo tipo de ayuda. Pero en el Pan Eucarístico, está presente, no mediante lo que hace, sino mediante lo que es: el Pan de Vida que nos alimenta y nos transforma; el Hijo ungénito de Dios.
Lo importante es mantenerse siempre a la espera, y luego profundizar con sosiego, mirar con los ojos de la fe y dar alguna respuesta a su amor y a su llamada.    

miércoles, 18 de abril de 2012

ADENTRARSE EN LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO

En la vigilia Pascual, resonó por todo el mundo la Buena Noticia del Evangelió: Jesús de Nazaret, el Crucificado del Viernes Santo, ha resucitado y está vivo. Con esta explosión de esperanza y de vida, comenzamos a celebrar los cristianos el recorrido de cincuenta días de Pascua.
El anunció llegó nítido a nuestra inteligencia, que se debate por hacerse una pálida idea de lo que significa resucitar. En todo caso, creemos que Jesús, todo Él, en su cuerpo y en su espíritu, está vivo, aunque su existencia se haya salido ya de las coordenadas del espacio y del tiempo. Vive y camina con nosotros, pero ahora de una forma nueva y transcendente, que sólo podemos ver con los "ojos de la fe"; con el corazón lleno de Dios.
Pero la fe en la resurreccción de Jesucristo abarca dos dimensiones: Por una parte, la de Jesús de Nazaret, que ha resucitado y está vivo. Y por otra, la nuestra, un impacto existencial semejante a un nuevo nacimiento: un cambio profundo en nuestras ideas, en nuestros actitudes y en lo más profundo de nuestros sentimientos. Realmente, nos convierte en una persona nueva, abierta al amor que Dios nos tiene, al amor al hombre y a la esperanza de futuro. Nuestra vida cambia en lo más hondo, para bien.
En algunas personas, este proceso se produce de repente, como le ocurrió a san Pablo, a García Morente, al poeta P. Claudel y a miles de convertidos actuales. Aunque lo más normal es que ese proceso se vaya produciendo a fuego lento, como el puchero que cocinaba la abuela. Es lo que nos decía la oración colecta del segundo domingo de Pascua: Ya sabéis que Jesús ha resucitado; ahora os toca a cada uno adentraros en el misterio infinito y amoroso de esa resurrección: reavivar la fe que recibisteis en el bautismo, abrir el corazón a la esperanza transcendente pero ya presente en medio de los avatares diarios, y crecer en el amor a Dios y a todo hombre.
Para conseguirlo, el camino consiste en encontrarse personalmente con Jesucristo resucitado. Sobre el cómo, hablaré el próximo día. De momento, sólo me queda decir que notamos que está junto a nosotros y con nosotros porque el corazón se nos llena de paz, de alegría, de esperanza...

martes, 10 de abril de 2012

MUJER, ¿POR QUÉ LLORAS?

Es muy instructivo el relato de la aparición de Jesús a María Magdalena, tal como lo relata el evangelista Juan: tiene delante al Señor y no le reconoce. Quizá porque ella, ensimismada en su dolor, buscaba sólo un cadáver. Fue necesario que Jesús la llamara por su nombre para que se le abrieran "los ojos de la fe" y "viera" al Señor resucitado.
Es algo que nos suele suceder también a muchos seguidores de Jesús, que, en lugar de mirar los acontecimientos de cada día con "los ojos de la fe", permanecemos encerrados en nosotros, en nuestros deseos y preocupaciones demasiado humanas (aunque sería más correcto decir "poco humanas" en el sentido más hondo de esta palabra) y no descubrimos la presencia amiga de Dios que camina siempre a nuestro lado. A veces, una palabra, un gesto de alguien que está cerca, un destello de luz nacido de una sonrisa, un rato sosegado ante el grario... nos ayudan a ver el dedo y la presencia de Dios en lo que estamos viviendo. De una manera especial, a la luz de la lectura y de la meditación de la Palabra, nos habituamos a mirar la vida con ojos de Dios. Especialmente, de la meditación de los salmos y de las parábolas de Jesús.
Pero también sucede muchas veces que sólo con el paso de los años logramos ver cóno nos ha ido llevando de su mano nuestro Padre. Mientras tanto, nos queda como ejemplo la actitud de María, que cuando no lograba entender, se refugiaba en la fe, en la entrega confiada a Dios, y se limitaba a guardar en el corazón cuanto estaba viviendo.

domingo, 8 de abril de 2012

JESUCRISTO HA RESUCITADO: EL MUNDO TIENE PRESENTE Y FUTURO

En la madrugada del domingo, día ocho de abril, resonó por toda la tierra el anuncio alegre de la resurrección de Jesucristo. Sus seguidores creemos que se trata de un acontecimiento real que afecta a toda la persona de Jesús. Y los evangelistas san Juan y san Lucas ponen especial empeño en mostrar que también su cuerpo forma parte del acontecimiento misterioso de la resurreción.
Benedicto XVI habla de un salto cualitativo en el devenir del mundo y de la historia. Con otras palabras, de un acontecimiento cósmico, que afecta no sólo a la persona de Jesús de Nazaret, sino a toda la creación. Es una fuente inagotable de energía trascendente, insertada en la inmanencia de la historia, que nos garantiza el cumplimiento de los sueños humanos más hermosos: el anhelo de amor, de verdad, de bondad y de belleza que llevamos dentro. Han comenzado ya a tomar cuerpo en la persona de Jesús y en la de cuantos nos confíamos a su misericordia y le seguimos.
Con la resurrección de Jesucristo, la muerte y el mal han sido definitivamente vencidos. Y cada uno podemos vencer el mal que nos tienta y nos acecha. Porque en el Resucitado, nuestra vida está dentro de Dios y tiene presente y futuro. En eso consiste el auténtico progreso, el progreso que durará por siempre y para siempre: que todo lo que vivamos y realicemos con amor, forma parte de esos cielos nuevos y de esa tierra nueva que esperamos. Por mi parte, os deseo que la fe os tenga alegres y os ayude a vivir cada momento con la paz y la bondad de Dios.

lunes, 2 de abril de 2012

EL RELATO DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO

La manera más fructuosa y comprometida de escuchar, meditar y contemplar la pasión de Jesús de Nazaret consiste en preguntarse quién es ese detenido, torturado y crucificado, cómo muere, por qué muere y por quién muere. Este procedimiento sencillo nos llevará a adentrarnos en el profundo Misterio de Jesús y de la salvación que nos trae. Es el camino que nos lleva a conocer a Dios y el amor que Dios nos tiene. ¡Hasta dar a su Hijo por nosotros!
Pero hay otra manera complementaria, que nunca debe sustituir a la anterior, y que nos ayuda a conocernos a nosotros y a descubrir la realidad de nuestra vida de fe. Consiste en que cada uno nos preguntemos qué papel juego yo en esta historia. Sabemos que Jesús resucitado ya no puede ser detenido ni crucificado, pero fue Él quien nos dijo que donde sufre una persona, sufre Él; y que la actitud que adoptemos cada uno ante la persona que sufre es la actitud real que estamos adoptando hoy ante Él.
En la pasión de Jesús participaron pasivamente muchos curiosos, que asistieron al espectáculo, sin que éste incidiera luego en su vida. Y uno de Los Doce, sus amigos, que lo traicionó por un pyñado de monedas. Y algunas mujeres de Jerusalén, que se movilizaron contra la persecución del justo y que manifestaron su protesta con sus lágrimas. También hubo un hombre de Cirene, a quien obligaron a llevar la cruz para que Jesús llegara vivo al Calvario, y que convirtió en gesto solidario la tarea que le impusieron. Mientras que la moyoría de los suyos, sus amigos, huyeron llenos de miedo. Y uno, el jefe del grupo, cuando se vio amenazado, negó que le conociera. María, su Madre, junto con algunas mujeres y con el apóstol san Juan, se mantuvo de pie junto a la cruz. Nicodemo y José de Arimatea llegaron un poco tarde, pero dieron la cara por el Crucificado, poco después de su muerte. Los soldados de Roma, fieles a su cometido de servidores del tirano y de detentores de la fuerza, añadieron a la pasión de Jesús buenas dosis de sufrimiento innecesario, como los insultos, los salibazos y la corana de espinas. Lo dirigentes de Israel coronaron con sus burlas su rencor contra Jesús. Pilato, que tenía la misión de aplicar las leyes, se lavó las manos ante una patente injusticia. Sólo centurión, cuando vio como moría, perdonando a los verdugos y poniéndose en las manos del Padre, reconoció en Él al Hijo de Dios.
Posiblemente has participado y estás participando estos días en la actualización de la pasión y de la muerte de Jesús. Tal vez acudes al templo. O te limitas a ver los desfiles procesionales. Tienes cerca de ti a numerosos crucificados en los que Jesús sufre: Ancianos y enfermos crónicos, que carecen del cariño de los suyos; familias atormentadas por la adición a la droga de alguno de sus miembros; padres a los que el paro ha echado a la calle y no saben como traer algún dinero cada día a casa; niños tratados como moneda de cambio por sus padres, que se han separado o están en proceso de hacerlo... ¿Qué papel estás jugando tú en esta sublime historia de amor infinito por parte de Dios, de respuesta comprometida por parte de alhunos hombres y mujeres, y del odio mezquino de los dirigentes de Israel? No dudes de que te hará bien encontrar una respuesta, tu respuesta.

miércoles, 28 de marzo de 2012

MURIÓ POR NUESTROS PECADOS

Según algunos de los mejores especialistas en el estudio de la sagrada Escritura, el relato de la pasión que nos ofrece el evangelista Juan es el más cercano a los hechos. Y cuando se analiza a fondo lo que nos dice, junto con lo que sabemos hoy sobre el año del nacimiento de Jesús y los datos que tenemos sobre la celebración de la Pascua judía, Jesús de Nazaret pudo morir el día 7 de abril del año treinta, poco antes de las tres de la tarde. Al caer en tal fecha el Sábado Santo del presente año, se nos ofrece una magnífica ocasión para meditar en la muerte en de Jesucristo en la cruz y en la profundidad del amor de Dios al hombre. Será una buena manera de prepararnos a celebrar la Pascua
Para sus seguidores, la pasión y muerte de Jesucristo es la expresión pás provocadora y más honda de su amor, que es el amor de Dios al hombre: nos amó hasta las últimas consecuencias, hasta dar su vida por nosotros. El suyo es un amor crucificado, que nos acompaña y emociona a lo largo de toda nuestra existencia. Por eso, es natural que digamos que la Cruz es la fuente de todas las gracias y el origen inagotable de todas las bendiciones divinas. En ella, encontramos fortaleza los débiles; consuelo, los crucificados; perdón, los que se han alejado de Dios; y vida, los que se ven amenzados por la muerte y tienen miedo.
Es la fecundidad de meditar en la cruz de Jesucristo, para seguir sí el consejo de san Gregorio Nacianceno, que nos dice:"Inmolémonos nosotros mismos a Dios, ofrezcámosle todos los días de nuestro ser con todas nuestras acciones. Estemos dispuestos a todo, por causa del Verbo; imitemos su pasión con nuestros padecimientos; honremos su sangre con nuestra sangre; subamos decididamente a la cruz". Unos, como Cireneos, que ayudan a sus hermanos enfermos o ancianos; otros, como María Magdalena, que no se apartaba del amigo moribuendo; o como el buen ladrón, que encuentra la cercanía de Dios en el sufrimiento; y todos, gastando nuestra vida día tras día, en el servicio y en el amor a los demás.

miércoles, 21 de marzo de 2012

EL CAMINO DE LA CRUZ

Un ejercicio piadoso muy fecundo, en este tiempo de cuaresma, consiste en recorrer el santo "Vía crucis", el camino de la cruz. Pero también aquí conviene marcar el objetivo de ese ejercicio. pues se puede buscar una de cercanía a las personas que sufren, para que el amor que inunda nuestro corazón sea luego realista y nos ayude a no pasar nunca de largo frente al que está necesitado de ayuda de cualquier tipo: de salud, de pan, de trabajo, de compresión, de consuelo, de cercanía... Es también una manera de poner de manifiesto nuestro amor a Jesucristo, porque Él nos enseñó que está presente en el hermano que sufre. Especialmente, en el que sufre y no tiene a nadie que acerque él, como enseña la parábola del buen samaritano.
Pero hay otro enfoque posible menos tenido en cuenta y, sin embargo, especialmente necesario, porque nos ayuda a profundizar en el amor que Dios nos tiene y que se convierte en nosotros en fuente inagotable de amor a los demás. En este caso, mientras recorremos el camino de la cruz no nos fijamos en tantos crucificados como nos encontramos cada día, sino en el amor entrañable y cercano de Dios, que le ha llevado a hacerse hombre con nosotros y por nosotros, hasta las últimas consecuencias. Porque en la pasión de Jesucristo es donde se evidencia con más fuerza la inmensidad del amor que Dios nos tiene y que le lleva a dar la vida por nosotros.
Esa pasión, que alcanzó su punto álgido en la soledad y en los sufrimientos de la cruz, comenzó ya antes de subir al monte Tabor, cuando Jesús vislumbró todo lo que significaba hacerse hombre con nosotros. Fue así como "Jesús sintió que cuanto más se identificara él mismo con nosotros, más experimentaría nuestra pecaminosidad, nuestro desamparo, nuestra inseguridad, propia de quienes habían rechazado el don del amor de Dios. Y llegó a darse cuenta de que si llevaba su misión hasta el fin, tendría que experimentar la plena realidad de lo que significa, para una criatura, estar separada de Dios. Para Jesús, esto significaría experimentar en sí mismo el ser separado del Padre, que lo significaba todo para Él, de quien recibía vida y cuya voluntad había venido a cumplir. El solo pensamiento de que este momento estaba llegando, le horrorizó", como nos enseña su oración en el huerto de los olivos.
Es la manera más profunda de recorrer el "Vía crucis": adentrarnos con Jesucristo en el dolor y en el amor de Dios, que quiso identificarse con nosotros en todo, menos en el pecado. Pues si nos adentramos en la hondura misteriosa e infinita de este amor, nuestro corazón se transfigura y nos lleva a a amar al otro, como sólo Dios sabe amar.

jueves, 15 de marzo de 2012

LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA HACE MILAGROS

La oración es el camino del hombre hacia Dios. Hay que comenzar siempre con un acto de fe que abra al Misterio divino nuestra mente y nuestro corazón. Para recordar y actualizar que Dios nos conoce a cada uno por nuestro nombre y nos lleva de la mano. Cuando tomamos conciencia de esta verdad, descubrimos la cercanía de Dios y nos damos cuenta de que estamos siempre en su presencia. Pero es necesario que reavivemos esta fe en momentos de silencio interior y deseos hondos de Dios. Sólo entonces lograremos llegar a esa situación que san Juan de la Cruz define como "olvido de lo creado, memoria del Creador, atención a lo interior y estarse amando al Amado".
Esta práctica no significa que nos alejemos de la vida diaria, ni de sus problemas, pero sí que nos adentra en la dimensión más honda de la existencia y nos lleva a contemplarlo todo desde Dios y con la mirada de Dios. Es una oración que nos transforma, reaviva nuestro amor a Dios y a los demás y hace milagros, pues como escribió Tertuliano, aunque "no cierra la boca de los leones, ni lleva al hambriento la comida de los campesinos, ni aleja con el don de su gracia ningún sufrimiento", sí que "enseña la paciencia y aumenta la fe de los que sufren, para que comprendan lo que Dios prepara a los que padecen por su nombre". Además, "la oración perdona los delitos, aparta las tentaciones, extingue las persecuciones, consuela a los pusilánimes, recrea a los magnánimos, conduce a los peregrinos, mitiga las tormentas, aturde a los ladrones, alimenta a los pobres, rige a los ricos, levanta a los caídos, sostiene a los que van a caer, apoya a los que están en pie".

miércoles, 7 de marzo de 2012

MORIR Y RESUCITAR CON JESUCRISTO

La cuaresma nos invita a reavivar nuestra fe, a actualizar nuestro bautismo y a renovar nuestras promesas bautismales. Una manera útil y sencilla de dar estos pasos consiste en traer a nuestra memoria lo que ha sido nuestra vida a lo largo del año, desde la celebración de la última Vigilia Pascual. Especialmente, aquellos acontecimientos que han significado algún cambio importante en nuestra existencia y en nuestras tareas diarias. La vida es muy compleja y seguramente haya de todo: cambios que nos han caído bien; y cambios que nos han contrariado. Generalmente son éstos últimos los que nos ayudan más a conocernos y profundizar en nuestra experiencia de fe.
Lejos de ser tropiezos que nos hacen vacilar, cuando se viven desde la fe y en la fe son ocasiones de renovación interior. Permiten que muera la autosuficiencia y el egocentrismo, y que brote el hombre nuevo. En lugar de apoyarnos en nuestras fuerzas, iniciamos la etapa del abandono, que nos lleva a acrecentar nuestra confianza en Dios y a seguir los caminos que Él nos señale. Uno se da cuenta ahora de que los caminos de Dios no son nuestros caminos; y de que, en la vida, llega un momento en el que se nos invita a aceptar con alegría caminar de la mano del Señor, hacia donde Él trate de llevarnos.
Es la etapa del desprendimiento y del abandono total en las manos del Señor. Lo importante es que esta nueva etapa esté impregnada de confianza, de alegría, de paz interior y de esperanza, porque es el momento propicio en el que hemos empezado a intuir y a vislumbrar el sentido más hondo y apasionante de nuestra existencia: Caminar gozosos al encuentro con Dios y con todas las personas queridas, entre las que están aquellas que nos ayudaron a buscar el rostro de Dios y a pasar por el mundo haciendo el bien.

lunes, 27 de febrero de 2012

AHORA QUEREMOS HABLAR DE JESÚS

El cardenal de Barcelona lidera una iniciativa evangelizadora que durará toda la Cuaresma. "Quizá, dice, hemos hablado mucho de la Iglesia, ahora queremos hablar de Jesús". Por mi parte, pienso que el mayor problema que tiene el hombre de hoy, con relación a la fe, consiste en saber si se puede ser una persona del siglo XXI, sumergida en la cultura científica, y creer en la existencia de Dios. ¡Dios es el gran reto que tenemos los creyentes actuales!
A veces no caemos en la cuenta de que, en nuestras homilías y en nuestros escritos, centramos nuestro esfuerzo en decir a los fieles lo que tienen que hacer o dejar de hacer; y apenas si nos ocupamos en hablar de Dios, que debe ser el centro de toda tarea evangelizadora y homilética. Nuestra predicación, nuestras catequesis y nuestros diálogos rezuman de moralismo, y no advertimos que el pueblo necesita que le hablen más de Dios, con la autoridad del estigo; que le ayuden a descubrir el rostro de Dios y que le den criteri0s para dicernir su voz y su llamada.
Porque sólo Dios es la plenitud del hombre: la fuerza fecunda que le ayuda a descubrir y a desarrollar sus mejores energías. O como dice el Evangelio, a poner en circulación sus talentos y sus posibilidades. Porque la persona educada en el moralismo, ve la fe como una carga que hay que llevar, pero no descubre su alegría, nos advierte que es un auténtico tesoro, ni disfruta de la paz, del amor y de la bondad que el Espíritu Santo derrama en el corazón de toda persona creyente. Pues Dios es la plenitud del hombre y el camino hacia su realización más profunda.
Por eso me ha parecido que el cardenal Sistach ha sabido centrar la tarea evangelizadora, al decir que hablemos más de Jesús. Porque Jesús de Nazaret es el mejor camino hacia Dios, la puerta de la experincia más honda del amor y de la misericordia divinas. Que no en vano nos dejó dicho que quien le ha visto a Él, ha visto al Padre. Y en eso consiste el Evangelio: en saber que Dios sí existe y nos ama, que se ha hecho compañero de camino en la persona de Jesús y que por la fe en Jesucristo nos ayuda a alcanzar las cumbres de humanidad más sublimes. Es lo que nos enseñan, con su vida y con su palabra, los Santos.

miércoles, 22 de febrero de 2012

MIRAD QUE SUBIMOS A JERUSALÉN

Hoy, miércoles 22 de febrero, comienza la cuaresma. Después de recibir la ceniza, como signo de humildad y expresión de nuestra confianza en Dios, los católicos disponemos de cuarenta días para prepararnos a celebrar la Pascua: para renovar nuestras promesas bautismales y para participar de la fuerza transformadora de la resurrección de Jesucristo. El número cuarenta tiene raíces bíblicas. Las referencias más conocidas son la de Moisés , que estuvo cuarenta días en el Sinaí, antes de recibir las tablas de la Ley; la de Israel, que peregrinó cuarenta años por el desierto antes de entrar en la tierra prometida; y la Jesús, que pasó cuarenta días en la soledad antes de comenzar su vida pública.
La Iglesia nos ofrece tres medios para profundizar en el amor de Dios y en el sentido de nuestra condición presente: oración, limosna y ayuno. Como en otros aspectos de nuestra vida no nos debemos quedar en la letra, sino ir al espíritu profundo que subyace a estas tres propuestas. La oración nos invita a adentrarnos en la comunión con Dios: dedicar más tiempo a escucharle en la lectura y meditación de la Palabra, reconocer en su presencia y confesar nuestros pecados en el sacramento del perdón, hacer silencio para reavivar la conciencia de que nos habita el Espíritu Santo, dar gracias y bendecir a Dios por su amor de cada día... El ayuno que agrada a Dios no se limita al ayuno de alimentos, sino también a abstenerse de hablar mal de los demás, de hacer compras innecesarias, de gastar el tiempo ante el televisor, de juzgar y de condenar a otros, de enfadarse y poner malas caras, de matar la alegría de las personas con las que vivimos y con las que trabajamos... Y la limosna nos anima a compartir nuestro tiempo, a dar sonrisas y repartir gestos de ternura, a regalar comprensión y palabras de aliento, a ayudar con dinero a los que tienen dificultades para llegar a fin de mes...
Como veis, la Cuaresma es un tiempo para disfrutar de la alegría de ser cristianos, de la luz de la fe, de la paz que nos acarrea el perdón de Dios, de la bondad que nos lleva a pensar más en todos... Y de la esperanza, porque Jesucristo Resucitado nos dice que no vamos hacia la nada y el vacío, sino hacia los brazos acogedores de nuestra Padre Dios. Pues nosotros subimos con Jesús a Jerusalén, donde el amor ha vencido al odio, la luz ha iluminado las tinieblas y la vida ha sido la respuesta de Dios a la muerte, que parecía tener la última palabra.

lunes, 13 de febrero de 2012

REGALAR TIEMPO

Regalar es la actividad propia de las personas maduras, realizadas y magnánimas. Sobre todo, cuando regalan sin más, por puro amor de amar al otro, sea quien sea. No olvidemos que Dios es amor, puro don, y que no cesa de regalarnos cuanto somos y tenemos. Por eso decimos que todo es gracia: la vida, la fe, la alegría y el amor que nos inunda son gracias de Dios. Es decir, regalos que nos ha hecho porque es bueno, es la Bondad sin más.
Algunas personas se consideran pobres y no saben qué regalos hacer a los demás, empezando por sus hijos y su esposa/o; y siguiendo por los fsmiñiasres, amigos y vecinos. No caen en la cuenta de que seguramente son ricas en algo muy valioso: tiempo. Te sugiero que regales tiempo: para escuchar, para jugar, para conversar, para sonreir juntos, pasra amar... También puedes regalar tiempo a Dios: para orar, meditar cada día la Palabra, visitar a un enfermo, decir una palabra de ánimo a quien se siente hundido... El tiempo cuesta poco y es el regalo mejor. Si te organizas, puedes disponer de tiempo que regalar y descubrir la grandeza del regalo, del más valioso y más enriquecedor de los regalos. Nadie es tan pobre que disponga de algún tiempo; y nadie es tan rico que no necesite que le escuchen, le sonrían y le amen.

jueves, 9 de febrero de 2012

UN LIBRO INTERESANTE Y NECESARIO: "Cruzando el puente"

Aunque lleva ya unos meses en las librerías, tengo la impresión de que los católicos no hemos sabido valorar y aprovechar la excelente aportación de los Jesuitas Eduardo López Azpitarte e Ingacio Nuñés de Castro, dos autoridades en la materia: La visión de cuestiones básicas de la fe y de la vida a la luz de los desarrollos de la ciencia. Temas como la inseminación artificial, el empleo de células madres con fines terapéuticos, el aborto, la ingeniería genética, la muerte digna, la ayuda al envejecimiento, la contaminación ambiental y cómo compaguinar el derecho de la persona a su intimidad con el desarrollo de las nuevas tecnologías, entre otros, están tratados con hondura científica, con actitud dialogante y con solidez ética.
Un libro muy oportuno para profesionales de la medicina, trabajadores sociales y expertos en ciencias biológicas, económicas y medio ambientales. Muy útil también para todo creyente que esté interesado en conocer y en vivir la fe, y en dar razón de su esperanza y de su ética a quien se la pida. Y de modo particular, muy recomendable para los sacerdotes y para los catequistas, encargados de proclamar la fe en el mundo de hoy; y para los periodistas que tengan interés en informar con seriedad y con hondura sobre la postura de la Iglesia antes todas estas cuestiones.
Como libro profundo y sólido, requiere una especial atención, pero se lee bien por la claridad de exposición y por el interés de los temas.

domingo, 29 de enero de 2012

LAS REDES SOCIALES, LUGAR DE ENCUENTRO CON DIOS

Estoy convencido de que el Apóstol Pablo aprovecharía la gran oportunidad que nos ofrecen las redes sociales para llevar el Evangelio hasta los últimos rincones de la tierra. La diócesis de Málaga ha sido pionera en el uso de dichas redes. Y la Conferencia Episcopal reconoció su labor con la concesión del premio BRAVO a la Delegación encargada de los medios de comunicación social del Obispado. Vio en ella no una oficina de servicios, dirigida por un cura, sino un equipo eclesial compuesto por sacerdotes, diáconos, religiosos y seglares, personas creyentes, con una notable experiencia de Dios. En este equipo eclesial todos tenían posibilidad de aportar lo mejor de sí mismos para anunciar a Jesucristo. Este carácter participativo y corresponsable dio al equipo su carácter alegre y creativo. También el diario SUR reconoció su profesionalidad al conceder a la página WEB de de la diócesis uno de sus premios.
El camino comenzado ha incidido con fuerza en varias parroquias que actualmente presentan en sus páginas el comentario del evangelio del día y que han montado emisoras de radio y teles por internet para llegar no sólo a sus feligreses, sino a todos los que buscan una palabra de vida en las Redes. Un ejemplo notable es el de la parroquia de san Juan, de Coín, entre otras.
Largos años de experiencia en este campo me han llevado a convicción de que lo más solicitado y seguido son los breves espacios de oración, la lectura y comentario del evangelio de cada día, la vida de los santos y la voz del Papa y del Obispo diocesano, siempre que se den en pequeñas dosis, que no superen los dos minutos.
Desde aquí aliento a todos los feligreses de la parroquia que puedan aportar algunas horas de su tiempo a la semana y que estén versados en informática, a ponerse en contacto con esta parroquia. Contamos con mecenas y con espacios para instalar una radio y una televisión por internet. Así podremos hacer en la parroquia algo similar a lo que venía haciendo la Delegación diocesana desde hace ya varios años.

jueves, 26 de enero de 2012

miércoles, 25 de enero de 2012

¿CÓMO PAGARÉ AL SEÑOR TODO EL BIEN QUE ME HA HECHO?

El día 26 de enero del año 1964 recibí la ordenación sacerdotal de manos del eminentísimo señor Cardenal Pla y Deniel. Fue a las 8 de la mañana, en su capilla privada. Sólo estaban presentes dos sacerdotes, tres religiosas, la mayoría de mis 14 hermanos, los sobrinos mayores y un reducido grupo de amigos. Mis padres se habían quedado en La Estrella debido a la grave enfermedad de mi padre, que había sido el motivo de que se adelantara la ordenación. Y fue el Señor Cardenal el que fijó fecha, lugar y hora. Fui el último sacerdote que ordenó. A pesar de sus años y de su salud precaria, me recibió con la bondad que siempre me había manifestado, desde el día en que me propuso ir a estudiar a Roma, cuando tenía 18 años. Mi familia venía del pueblo, y aún no había llegado cuando comenzó la ceremonia con dos curas y tres monjas como acompañantes. Al final de la misa de ordenación, el eminentísimo Cardenal salió a saludar a mis hermanos y preguntó por el estado de mi padre.
Desde entonces, han transcurrido cuarenta y ocho años de vida sacerdotal. Comencé en Toledo, donde trabajé como profesor de Filosofía en el Seminario; y profesor de Teología, en el Centro Universitario que se creó por entonces. Ademàs, ayudaba en la parroquia de Santo Tomé, a la vez que atendía al Movimiento Familiar Cristiano como consiliario. Más tarde, me destinanaron a ejercer de capellán de las monjas benedictinas, a quienes sigo profesando un gran cariño. Tuve que dejar mi servicio en la parroquia.
Cuando miro hacia detrás, sólo tengo motivos para dar gracias a Dios. Simplificando, diría que mi vida se ha limitado a hablar a Dios de los hombres y a hablar a los hombres de Dios. Ha sido una existencia apasionante y alegre, en el trabajo como profesor (en tres Seminarios Mayores y en tres universidades), como conferenciante, como periodista (empecé en Radio Vaticano el año 1966, realizando programas sobre la Santísima Virgen), como Rector del Seminario de Cádiz y Ceuta y como ayudante en diversas parroquias. Hasta el año 2004 no llegué a ser párroco, y fue en la recién creada parroquia de Santa María Estrella de los Mares, Guadalmar, gracias al apoyo y la ayuda de don Francisco Ruiz Salinas. Como toda persona, he tenido mis dificultades de todo tipo, pero han sido mínimas y la certeza de que Dios caminaba siempre junto a mí me ha ayudado a superarlas con facilidad.
¿Lo mejor? Todo lo que he recibido de Dios a través de las personas con las que he compartido mi fe y a las que me ha toda servir. Entre los Obispos que he tenido, destaco el afecto paternal que vi siempre en el Cardenal Pla y Deniel; la confianza que puso en mí el Cardenal Tarancon, a la que alude en sus memorias; la cercanía de Don Anastasio Granados, Auxiliar de Toledo; y la amistad impagable de Don Antonio Dorado Soto. Sin embargo, mi deuda más grande la tengo con personas muy sencillas, como las religiosas benedictinas de Toledo y las Franciscanas del Rebaño de María de Cádiz, varios miembros de la Institución Teresiana, los feligreses de las parroquias a las que he servido en Toledo, Cádiz, Sevilla y Málaga; a todos los amigos periodistas (entre los que destaco a Antonio Moreno, Ana Maedina y Encarni Llamas) y a todos los ancianos de las residencias de Guadalmar. A través de ellos, he podido saborear esos frutos del Espíritu que son la paz, la alegría, la fortaleza. la libertad, la lealtad y la grandeza de alma. ¿Cómo pagaré al Señor todo el biemn que me ha hecho? Le daré gracias cada día y levantaré la copa de la salvación, invocando su nombre.

viernes, 20 de enero de 2012

DESCUBRIR A DIOS EN MEDIO DE LA VIDA

Como he escrito otras veces, el gran reto que tenemos hoy los cristianos es el de la fe en Dios: si se puede ser una persona lúcida del s. XXI y seguir creyendo en la existencia de Dios. Para hallar el rostro de Dios, tenemos el camino de la razón, que nos lleva a vislumbrar su existencia; el de la Revelación, ya que Dios se nos ha acercado y se nos ha dado a comocer en Jesucristo; y el camino de la oración, de la escucha atenta y del diálogo amistoso.


Pero sólo podremos llegar a descubrirle si tenemos un corazón limpio y buscamos con sinceridad su rostro, porque Dios se manifiesta siempre a los que le buscan. De todas formas, te propongo el camino de tu experiencia personal: que analices si cada vez que has tratado de seguir los caminos del Señor y de ser fiel a sus enseñanzas, tu vida, tu capacidad de amar y tu estado de ánimo han mejorado. Porque eso sería una señal clara de que Dios existe y te trae salvación.


El nos sale al encuentro en medio de la vida: en el nacimiento de un hijo o en la muerte de un ser querido; en la persona que se acerca a pedirnos un favor con la palabra o con la mirada; en el día que comienza como una nueva oportunidad para vivir intensamente... Pero sucede que sólo le logran descubrir los que miran los acontecimientos con los ojos de la fe, pues Dios se manifiesta a quien le busca. Sucede con él como con esas páginas del "Tebeo" que nos dicen que busquemos a una persona escondida en medio de la maleza. A primera vista, no la vemos; pero si empezamos a mirar atentamento, sabedores de que la persona está, terminamos por descubriéndola.


No camines por la vida como quien se resbala por la superficie. Adéntrate en los acontecimientos que te envuelven, busca con los ojos de la fe y terminarás por acostumbrarte a ver que Dios nos sale al encuentro de muchas maneras. Y cuando escuches su voz, no cierres tu corazón a su llamada, porque Dios viene siempre cargado de bendiciones.