domingo, 29 de enero de 2012

LAS REDES SOCIALES, LUGAR DE ENCUENTRO CON DIOS

Estoy convencido de que el Apóstol Pablo aprovecharía la gran oportunidad que nos ofrecen las redes sociales para llevar el Evangelio hasta los últimos rincones de la tierra. La diócesis de Málaga ha sido pionera en el uso de dichas redes. Y la Conferencia Episcopal reconoció su labor con la concesión del premio BRAVO a la Delegación encargada de los medios de comunicación social del Obispado. Vio en ella no una oficina de servicios, dirigida por un cura, sino un equipo eclesial compuesto por sacerdotes, diáconos, religiosos y seglares, personas creyentes, con una notable experiencia de Dios. En este equipo eclesial todos tenían posibilidad de aportar lo mejor de sí mismos para anunciar a Jesucristo. Este carácter participativo y corresponsable dio al equipo su carácter alegre y creativo. También el diario SUR reconoció su profesionalidad al conceder a la página WEB de de la diócesis uno de sus premios.
El camino comenzado ha incidido con fuerza en varias parroquias que actualmente presentan en sus páginas el comentario del evangelio del día y que han montado emisoras de radio y teles por internet para llegar no sólo a sus feligreses, sino a todos los que buscan una palabra de vida en las Redes. Un ejemplo notable es el de la parroquia de san Juan, de Coín, entre otras.
Largos años de experiencia en este campo me han llevado a convicción de que lo más solicitado y seguido son los breves espacios de oración, la lectura y comentario del evangelio de cada día, la vida de los santos y la voz del Papa y del Obispo diocesano, siempre que se den en pequeñas dosis, que no superen los dos minutos.
Desde aquí aliento a todos los feligreses de la parroquia que puedan aportar algunas horas de su tiempo a la semana y que estén versados en informática, a ponerse en contacto con esta parroquia. Contamos con mecenas y con espacios para instalar una radio y una televisión por internet. Así podremos hacer en la parroquia algo similar a lo que venía haciendo la Delegación diocesana desde hace ya varios años.

jueves, 26 de enero de 2012

miércoles, 25 de enero de 2012

¿CÓMO PAGARÉ AL SEÑOR TODO EL BIEN QUE ME HA HECHO?

El día 26 de enero del año 1964 recibí la ordenación sacerdotal de manos del eminentísimo señor Cardenal Pla y Deniel. Fue a las 8 de la mañana, en su capilla privada. Sólo estaban presentes dos sacerdotes, tres religiosas, la mayoría de mis 14 hermanos, los sobrinos mayores y un reducido grupo de amigos. Mis padres se habían quedado en La Estrella debido a la grave enfermedad de mi padre, que había sido el motivo de que se adelantara la ordenación. Y fue el Señor Cardenal el que fijó fecha, lugar y hora. Fui el último sacerdote que ordenó. A pesar de sus años y de su salud precaria, me recibió con la bondad que siempre me había manifestado, desde el día en que me propuso ir a estudiar a Roma, cuando tenía 18 años. Mi familia venía del pueblo, y aún no había llegado cuando comenzó la ceremonia con dos curas y tres monjas como acompañantes. Al final de la misa de ordenación, el eminentísimo Cardenal salió a saludar a mis hermanos y preguntó por el estado de mi padre.
Desde entonces, han transcurrido cuarenta y ocho años de vida sacerdotal. Comencé en Toledo, donde trabajé como profesor de Filosofía en el Seminario; y profesor de Teología, en el Centro Universitario que se creó por entonces. Ademàs, ayudaba en la parroquia de Santo Tomé, a la vez que atendía al Movimiento Familiar Cristiano como consiliario. Más tarde, me destinanaron a ejercer de capellán de las monjas benedictinas, a quienes sigo profesando un gran cariño. Tuve que dejar mi servicio en la parroquia.
Cuando miro hacia detrás, sólo tengo motivos para dar gracias a Dios. Simplificando, diría que mi vida se ha limitado a hablar a Dios de los hombres y a hablar a los hombres de Dios. Ha sido una existencia apasionante y alegre, en el trabajo como profesor (en tres Seminarios Mayores y en tres universidades), como conferenciante, como periodista (empecé en Radio Vaticano el año 1966, realizando programas sobre la Santísima Virgen), como Rector del Seminario de Cádiz y Ceuta y como ayudante en diversas parroquias. Hasta el año 2004 no llegué a ser párroco, y fue en la recién creada parroquia de Santa María Estrella de los Mares, Guadalmar, gracias al apoyo y la ayuda de don Francisco Ruiz Salinas. Como toda persona, he tenido mis dificultades de todo tipo, pero han sido mínimas y la certeza de que Dios caminaba siempre junto a mí me ha ayudado a superarlas con facilidad.
¿Lo mejor? Todo lo que he recibido de Dios a través de las personas con las que he compartido mi fe y a las que me ha toda servir. Entre los Obispos que he tenido, destaco el afecto paternal que vi siempre en el Cardenal Pla y Deniel; la confianza que puso en mí el Cardenal Tarancon, a la que alude en sus memorias; la cercanía de Don Anastasio Granados, Auxiliar de Toledo; y la amistad impagable de Don Antonio Dorado Soto. Sin embargo, mi deuda más grande la tengo con personas muy sencillas, como las religiosas benedictinas de Toledo y las Franciscanas del Rebaño de María de Cádiz, varios miembros de la Institución Teresiana, los feligreses de las parroquias a las que he servido en Toledo, Cádiz, Sevilla y Málaga; a todos los amigos periodistas (entre los que destaco a Antonio Moreno, Ana Maedina y Encarni Llamas) y a todos los ancianos de las residencias de Guadalmar. A través de ellos, he podido saborear esos frutos del Espíritu que son la paz, la alegría, la fortaleza. la libertad, la lealtad y la grandeza de alma. ¿Cómo pagaré al Señor todo el biemn que me ha hecho? Le daré gracias cada día y levantaré la copa de la salvación, invocando su nombre.

viernes, 20 de enero de 2012

DESCUBRIR A DIOS EN MEDIO DE LA VIDA

Como he escrito otras veces, el gran reto que tenemos hoy los cristianos es el de la fe en Dios: si se puede ser una persona lúcida del s. XXI y seguir creyendo en la existencia de Dios. Para hallar el rostro de Dios, tenemos el camino de la razón, que nos lleva a vislumbrar su existencia; el de la Revelación, ya que Dios se nos ha acercado y se nos ha dado a comocer en Jesucristo; y el camino de la oración, de la escucha atenta y del diálogo amistoso.


Pero sólo podremos llegar a descubrirle si tenemos un corazón limpio y buscamos con sinceridad su rostro, porque Dios se manifiesta siempre a los que le buscan. De todas formas, te propongo el camino de tu experiencia personal: que analices si cada vez que has tratado de seguir los caminos del Señor y de ser fiel a sus enseñanzas, tu vida, tu capacidad de amar y tu estado de ánimo han mejorado. Porque eso sería una señal clara de que Dios existe y te trae salvación.


El nos sale al encuentro en medio de la vida: en el nacimiento de un hijo o en la muerte de un ser querido; en la persona que se acerca a pedirnos un favor con la palabra o con la mirada; en el día que comienza como una nueva oportunidad para vivir intensamente... Pero sucede que sólo le logran descubrir los que miran los acontecimientos con los ojos de la fe, pues Dios se manifiesta a quien le busca. Sucede con él como con esas páginas del "Tebeo" que nos dicen que busquemos a una persona escondida en medio de la maleza. A primera vista, no la vemos; pero si empezamos a mirar atentamento, sabedores de que la persona está, terminamos por descubriéndola.


No camines por la vida como quien se resbala por la superficie. Adéntrate en los acontecimientos que te envuelven, busca con los ojos de la fe y terminarás por acostumbrarte a ver que Dios nos sale al encuentro de muchas maneras. Y cuando escuches su voz, no cierres tu corazón a su llamada, porque Dios viene siempre cargado de bendiciones.

miércoles, 4 de enero de 2012

EL SEÑOR TE BENDIGA Y TE PROTEJA

Los católicos comenzamos el año con estas palabras tomadas de la Biblia: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre tí y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz". Más que un deseo, estas palabras expresan la certeza de que Dios nos acompaña siempre en nuestra vida diaria. Y de ahí brota nuestra confianza en la vida y nuestra esperanza, a pesar de las dificultades y sombras que nos salen al encuentro cada día,
Por eso, nosotros no perdemos el tiempo en recordar el pasado, sino que, instalados con realismo y con fe en el presente, caminamos llenos de esperanza hacia el futuro. Es verdad que cuando se han superado los cicuenta años, ese futuro llega acompañado por cierta decadencia física más o menos visible, pero también lo es que lo más bello e importante de la historia no se ha construido a base de músculo, sino de bondad, de reflexión, de constancia y de inteligencia, cualidades que crecen con el paso de los años. Pues como dice san Pablo, cuando se empieza a desmoronar la tienda que sustenta nuestro yo, es el momento más propicio para crecer por dentro en valores humanos y religiosos. Y esa es la gran bendición divina: una personalidad que ha sacado a la luz las capacidades humanas más valiosas, tales como la alegría, el amor, la fortaleza, la solidaridad, la ternura y la paciencia.
Si quieres colaborar con Dios en construir esa paz que tanto necesitamos, empieza aportar esos minúsculos granos de mostaza tan llenos de vida como son la sonrisa, el perdón desinteresado a quien te hace daño, la paz interior, la misericordia, la comprensión y la telerancia. Sólo así estarás contribuyendo a construir un mundo más humano y te sentirás más feliz, porque sabes que estás haciendo aquello para lo que fuiste creado: amar y cumplir la voluntad de Dios.