lunes, 13 de octubre de 2014

ANTE LA BEATIFICACIÓN DE PABLO VI

La arrolladora y mediática figura de Juan Pablo II ha dejado un tanto en la sombra a Pablo VI. Y sin embargo, él fue el gran impulsor de la renovación de la Iglesia que está en marcha. Juan XXIII tuvo la inspiración divina(pues humanamente su decisión no tiene otra explicación posible)de convocar el Vaticano II. Pero cuando murió, sólo se había celebrado una sesión, durante la cual no se hizo púlico ningún documento; y, a tenor de lo que marcaba el Derecho Canónico, el Concilio debía terminar. Pero Pablo VI decidió que siguiera adelante, a pesar delas enormes dificultades. Y fue él quien aprobó y firmó todos los documentos del Vaticano II. En línia con lo que pedía el Concilio, impulsó a la Iglesia a salir de su misma y de su visión visión eurupea de la fe. Realizó diez viajes a todos los continentes, fue al encuentro de los hermanos separados en sus abrazos con el Patriarna Atenágoras I, con el arzobispo anglicano Ramsey y con el Patriarca de los armenios. Además, centró la misión de la Iglesia en la Evangelización y en la preferencia por los más pobres; e impulsó el desarrollo de los derechos humanos y la implantación de la justicia en el mundo como parte integrante del Evangelio. En las Naciones Unidas pronunció su ya famoso nunca más la guerra e invitó a gastar en desarrollo al menos una parte notable de lo que se gastaba en armas. Y potenció con valor el papel de la familia y la vida, a pesar de la dura oposición que tuvo que soportar. Hacia dentro de la Iglesia, comenzó la internacionalización del colegio cardenalicio; alentó la colegialidad en el gobierno de la Iglesia, mediante la creación del Sínodo de Obispos y el desarrollo de las Conferencias Episcopales; puso gtan interés en el foprtalecimiento de la fe y en mantener su identidad; situó en su lugar el papel de la devoción y del culto a la Virgen; nos recordó a todos que la alegría un signo del Evangelio que nos salva; y llevó adelante la reforma ltútgica, que tambbién le trajo mucho sufrimiento. Son algunos aspectos que todavía noasotros estamos intentando llevar a la vida, pues las grandes reformas, dentro y fuera de la Iglesia, son lentas y trabajosas. Murió el 6 de agosto de 1978,rodeado de una gran incomprensión y de una profunda soledad. Pero con una prefunda paz interior y una gran esperanza, como se ve en su Testamento. El papa Francisco, al beatificarle el próximo domingo, nos está recordando su doctrina y su santidad de vida. Yo tuve la suerte de conocerle personalmente y de saludarle en el Coledio Español, donde vino dos días de haber sido elegido, a visitar al Cardenal de Toledo, que había caído enfermo. Y bajo su pontificado se desarrollaron los años de mi formación teológica. Hoy sigo dando gracias a Dios por su vida y su servicio a la Iglesia.

viernes, 3 de octubre de 2014

"SI DIOS NO EXISTE, TODO ESTÁ PERMITIDO". DOSTOYEVSKI

Esta afirmación del gran novelista ruso F. Dostoyevsk ha hecho derramar toneladas de tinta a los filósofos. Y viene a poner de manifiesto que, sin Dios, resulta imposible establecer los fundamentos de una ética válida para todos y que obligue en conciencia a todos. Es verdad que muchas personas no creyentes tienen una gran calidad ética y son verdaderos ejemplos de grandeza moral. Pero la cuestión es otra: ¿Por qué tiene validez para todos y en todas partes un principio moral? Entre los diversos intentos, están el utilitarismo (es bueno lo que resulta útil); el hedonismo (es bueno lo que proporciona placer); el consensualismo (es bueno aquello que consensuamos entre todos)... Pero todas estas posturas terminan por caer en el relativismo moral: lo que es bueno hoy, puede considerarse malo mañana; y lo que es bueno para tí, puede que no lo sea para el vecino. De tal manera que yo no he visto la posibilidad, por mucho que he reflexionado, de contradecir a Dostoyevski,"Si Dios no existe, todo está permitido" A no ser que queramos identificar lo que es ético con lo que es legal. Pero eso daría nueva base al relativismo, que consiste, dicho en pocas palabras, en que en este mundo, "nada es verdad ni mentira, pues todo depende del cristal con que se mira". La falta de convicciones morales profundas es la que ha llevado al desarme moral de la sociedad española. El aspecto más hiriente de esta falta de valores es, en estos días, todos los asuntos de corrpción que están aflorando en cuanto al uso de fondos públicos por parte de responsables políticos, empresariales y sindicales. Pero dicha corrupción no se debería limitar al uso de los fondos públicos, sino que abarca así mismo la hoestidad en el desenpeño del trabajo, la fidelidad a la palabra dada, la sinceridad con las personas cercanas y no cercanas, el respeto a la dignidad del otro y a todos sus derechos... Pienso que el problema de fondo que tenemos es la falta de valores compartidos y la nula educación en valores. O lo que es igual, que hemos perdido el norte y no sabemos ya qué es el bien y qué es el mal. Y en este erial, son muchos los que consideran que el bien y el mal no existen. Y que, sin principios, se puede hacer cualquier cosa, con tal de que no me pillen en falta.

viernes, 26 de septiembre de 2014

CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR

Cada día, al levantarme, me propongo caminar en presencia del Señor. Después del aseo personal, dedico un tiempo razonable a la oración y me pregunto cómo puedo caminar en la presencia de Dios. Lo primero que considero necesario es tomar conciencia de que cada día se me ofrece una nueva oportunidad para bendecir a Dios, para darle gracias por su misericordia y para buscar su rostro. Tomar conciencia de la presencia de Dios a mi lado, y repetir esta toma de conciencia varias veces al día, es fundamental. Después, le pido que todo cuanto realice sea "en su nombre": que lo realice con amor y para gloria suya. Y esta mañana, la oración de "Laudes" me proporcionaba un nuevo dato: Además de pedir que "vele sobre nuestros pensamientos, palabras y obras, a fin de que nuestro día sea agradable a sus ojos", le hemos pedido que "desaparezca de nosotros todo sentimiento malo". Ya sabéis, esos sentimientos que concreta la Iglesia en los pecados capitales: la soberbia, la envidia, la lujuria, el afán de dinero, la ira y los deseos de venganza, entre otros. Que en eso consiste caminar en presencia del Señor.

sábado, 20 de septiembre de 2014

OTRA FORMA DE PARTICIPAR EN EL SÍNODO SOBRE LA FAMILIA

Hace alrededor de un año, el papa Francisco decidió que se enviara a todo el Pueblo de Dios, a través de ñas diócesis y de las parroquias, un amplio cuestionario sobre la situación de la familia: valores y problemas. Con las respuestas, se ha elaborado un material que puede servir de base al trabajo de los padres sinodales. En cierta medida, se nos ofreció una participación en la marcha de la comunidad cristiana. Ahora nos pide a todos los miembros de la Iglesoa oraciones por el Sínodo que se va a celebrar en Roma entre los días 5 y 19 de octubre. Es otra manera de participar en la marcha y en las decisiones de la Igleisa, y está al alcance de todos. Es verdad que sólo Dios conoce la manera en la que influye la oración de petición, pero nos podemos dar cuenta de su importancia mediante algunas observaciones. La primera, porque todo el que ora por la marcha del Sínodo, toma ya conciencia de lo que se está celebrando, incrementa su interés por la familia y reflexiona sobre sus luces y sombras. Además, al orar en comunidad, se vive más intensamente la convicción de que todos somos parte activa del Pueblo de Dios y de que todos somos responsables de su marcha. Y por fin, mientras oramos y nos interesamos por las cuestiones que se debaten en el Sínodo, nos vamos acercando a la enseñanza del Magisterio y a la actualización de las verdades de nuestra fe. Aunque, como dijo un autor del siglo pasado, "lo esencial es invisible a los ojos". En especial, en las cosas de Dios. Por eso confesamos que "creemos en la comunión de los Santos" y, al mismo tiempo, nos resulta imposible explicar el sentido profundo de la oración de petición. De lo que no cabe duda es de su eficacia, pues fue el mismo Jesucristo el que nos dijo que Dios escucha a sus hijos cuando se dirigen a Él.

viernes, 12 de septiembre de 2014

LOS MAYORES TAMBIÉN SOMOS IGLESIA

Cada domingo voy a una residencia de mayores a celebrar la santa misa. Suelen acudir en torno a cuarenta personas, la mayoría residentes. Tenemos un responsable de cantos y un equipo de liturgia, que se ocupa de las moniciones y de preparar lo necesario para celebrar la santa misa. Porque los mayores también son Iglesia, y no es justo ni evangélico que personas, que han vivido intensamente la fe durante su vida, se vean privadas de los sacramentos y de la cercanía de la Igliesia cuando más necesitan la ayuda del Señor. Como hay dos residencias dentro de la parroquia, en la que es más pequeña, celebro la misa sólo las fiestas de precepto que caen fuera del domingo, pero todos los sábados les llevamos la comunión. De vez en cuando, me acerco para escuchar a los que desean confesar o hacer una confidencia cualquiera. Y a todos los recuerdo que son Iglesia, y que su contribución a la evangelización es valiosa y necesaria, porque tienen muchas cruces que ofrecer al Señor, mucho tiempo para orar y muchas ocasiones para recordar a sus hijos y nietos, cuando los visitan, que Dios sí existe, que es infinitamente bueno, que es fiel y misericordioso y que nos ama con la pasión de un Padre. Al mismo tiempo, suelo informarles de la vida de la Iglesia universal y local, para que se sientan unidos a ella. Pero lo más llamativo y emocionante es su manera de pedir perdón de los pecados. Al comenzar la misa, les invito a pedir perdón a Dios y a los demás. Raro es el día en que alguna abuela, siempre la misma, no me responde en voz alta: "Padre, que yo no tengo pecados". Y lo creo, porque su cara de buena la delata. Aunque a medida que les recuerdo algunas actitudes negativas en las que pueden caer (Muy poca cosa: Enfados, peleas, quejas, críticas de los compañeros...) no es raro que levante su mano y diga con humildad: "Padre, de eso sí que tengo que pedir perdón". Por lo demás, hay un extremeño bonachón y noble, que cuando me pongo a hacer examen de conciencia, nos dice: "Podemos repasar los mandamientos y empieza a recorrerlos uno a uno. Yo le dejo hacer, porque los rostros de todos me indican que el tema les interesa. Uno a uno, va recorriendo los manramientos en voz alta, con preguntas muy concretas, como seguramente le enseñaron los salesianos, con los que estudió. El caso es que todos le siguen con atención, y son varios los que al plantear alguna pregunta incisiva, levantan sus manos temblonas y dicen con humildad: "Padre, yo también tengo que arrepentirme de eso..." Y así, de una forma natural, los domingos se convierten en la fiesta del arrepnetimiento y el perdón. En estos tiempos en los que algunos dicen que no es necesario confesar, mis compañeros mayores me dan cada domingo una lección de humildad, de confianza en el perdón de Dios y ánimo para que me continúe sentando cada día en el confesionario. Me avangelizan, porque los mayores también son Iglesia.

jueves, 4 de septiembre de 2014

EL DIOS DE LA MISERICORDIA ENTRAÑABLE

En fechas recientes (en el año 2012), el cardenal W. Kasper publicó un escrito muy sugerente y profundo, que lleva por título: "La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana". Es una obra seria y rigurosa de Teología, que está al alcance del cristiano medio. En una entrevista, el papa Francisco dijo que la estaba leyendo y meditando, con notable provecho. Yo consideré su declaración como una invitación a todos, para que nos adentráramos intelectual y vitalmente en la misericordia divina. Juan Pablo II escribió una Carta Encíclica con el título de "Rico en misericordia", (1980)y, basándose en los escritos de una Santa de Polonía, Sor Faustina, estableció que todos los años se celebrara la fiesta de la Divina Misericordia el II Domingo de Pascua. El Cardenal Kasper se adentra en el estudio del hombre, en el análisis de la enytaña de las diferentes religiones, en corazón de la sagrada Escritura y en los escritos de los Santos Padres para llevarnos a la conclusión de que la Misericordia es la clave del Evangelio y de la vida cristiana. Es una gran aportación, en una época como la nuestra, que se caracteriza por el individualismo egoista, por el tecnicismo sin alma y por el economicismo como principal respuesta a la crisis económica. Porque también en la Iglesia se nos cuela el "espíritu del mundo". Bajo el esplendor de muchos actos de culto y bajo la solemnidad de de nuestras vestimentas, no siempre se echa de ver que la misericordia es la base de nuestra vida. Una miosericordia que nos lleva a sentirnos solidarios con los pequeños, con los enfermos, con los pobres, con todos los que la sociedad deja tirados al margen del camino, como la escoria que segrega el progreso. Una misericordia que crece cada día en el corazón de cada uno, y que se traduce en los comportamioentos de la comunidad cristiana como tal. Pues como dicen repetidamente los Salmos, Dios es rico en misericordia. Aunque los escritos del Nuevo Testamente nos llevarán más lejos, al decirnos que "Dios es Amor".

martes, 26 de agosto de 2014

REANUDAMOS LA MARCHA

En la segunda lectura del domingo XXI, que se celebró el 24 de agosto, san Pablo nos recordaba, de manera muy sintética, que Dios es origen, guía y meta de universo. Es origen, porque todo procede de Él y Él nos ha llamado personalmente a cada uno a la existencia; es meta, porque vivir es caminar hacia Dios, hacia la casa del Padre; y guía, porque Dios es amor y nosotros caminamos en la medida en que aprendemos a amar y amamos realmente. Durante unas semanas he interrumpido estas reflexiones debido al cansancio y a cierta acumulación de trabajo. Tenía que terminar un libro al que puse punto final el día 15 de agosto, fecha de la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos. Ahora todo es cuestión de entregarlo a la imprenta y de corregir pruebas. Y puesto que me encuentro más relajado, a pesar del trabajo de cada día, que no es poco, he decidido volver al blog para seguir co municándome con los amigos. He puesto intencionadamente como título "Reanudamos la marcha" por varios motivos. El primero, porque "vivir la fe" es seguir buscando cada día el Rostro de Dios, en medio de las vicisitudes de la historia personal de cada uno. El segundo, porque la vida de un cristiano consiste en seguir avanzando hacia Dios. Es verdad que nuestro cuerpo se deteriora, pero cuando caminamos por la existencia con amor, con fe y con esperanza, va desarrollándose y creciendo nuestro yo profundo, nuestro hombre interior: Crece en bondad, en grandeza de alma, en paz, en amor y en esperanza. Pues no vamos hacia la nada, sino que nos dirigimos al encunetro definitivo con Dios, la meta del universo entero y de cada uno de nosotros. Y el tercero, porque cada día me ofrece la ocasión de dar algo de mi mismo a los demás; algo que es siempre una parte mínima de lo que Dios me ha dado. Eso intento en cada una de las reflexiones que ofrezco semana tras semana: compartir con vosotros inquietudes, esperanzas, reflexiones y la fe que Dios me ha dado.

lunes, 23 de junio de 2014

LOS SÍMBOLOS RELIGIOSOS DE UN PUEBLO

Los nuevos reyes de España, cada uno como persona conreta, tienen perfecto derecho a tener la religión que elijan libremente y a no tener ninguna. Es un derecho humano básico, que reconoce nuestra Constitución. España es un Estado no confesional, como reconoce también nuestra Constitución. Hasta ahí, pienso que todo está claro. Pero España como pueblo y conjunto de pueblos es anterior s sus reyes, al Estado y a los políticos que nos gobiernan. Por ello, aunque me parece normal que los nuevos reyes hayan comenzado el ejercicio de sus funciones sin ninguna celebración religiosa, considero un desacierto el que se hayan suprimido, en la ceremonia inaugural del Congreso, los símbolos relisos. En concreto, la presencia de la Biblia. Porque es un símbolo de la sociedad, mayoritariamente católica y anterior al Estado. Los símbolos son del pueblo, no de los políticos ni de los nuevos reyes, que deberían respetarlos, aunque ellos no los compartan. Porque el pueblo español es mayoritariamente creyente y confesional, aunque el Estado no lo sea. A quien me diga que hay que ser modernos, le pregunto sencillamente quién reparte la carta de modernidad, y si una persona creyente, fiel a su fe, no puede ser moderna. Seguramente tenemos algo que aprender de sociedades que llevan muchos años y siglos viviendo en democracia. Porque nadie está legitimado a quitar al pueblo sus símbolos religiosos o profanos. Pues como dijeron los "comuneros" a Carlos V, antes que el Rey era Castilla, con su vida, su religión y sus símbolos.

miércoles, 11 de junio de 2014

EL ESPÍRITU SANTO NOS PONE EN PIE CADA MAÑANA

Durante el mes de mayo, apenas he tenido tiempo para asomarme a esta ventana, para anunciar desde las azoteas cuanto el Señor me dice en la densidad de la vida diaria. Porque Jesús sale a nuestro encuentro sin previo avisio, cuando menos lo esperamos: en la visita a un efermo, en la lectura de la Palabra, en la intimidad de la oración, en la comunión eucarística y en las personas que nos cruzamos por la calle. Él nos dijo que nos enviaría al Espíritu, para llevarnos al conocimiento profundo de Dios y al amor entrañable y servicial a los demás.Porque el Espíritu ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones y la luz de la fe que nos permite mirar a nuestro mundo con los ojos de Dios. Él es el que pone en pie a la Iglesia cada día. El que sostiene a los voluntarios de las Cáritas para escuchar y acoger a los que acuden; el que fortalece la fe de todos los que dedican su tiempo a los pisoteados; el que llena de sonrisas el rostro de las Hermanitas de los Pobres cuando lavan y acarician a los ancianos desamparados; el que abre nuestros templos para celebrar la Eucaristía; el que nos enseña a escuchar a los demás, el que ilumina nuestra mente y dirige nuestros pasos. Pero es imprescindible que nos acostumbremos a escucharle, a discernir cuál es su voz entre los mil ruidos que que jalonan nuestra existencia. Para ello, hoy me limitaré a decir que allí donde resuenan la alegría, la paz, la grandeza de alma y la bondad, allí está también el Espíritu de Jesucristo.

miércoles, 14 de mayo de 2014

DEMOS GRACIAS AL SEÑOR, NUESTRO DIOS

Las dos últimas semanas han sido de vértigo. El comienzo de las primeras comuniones, que no termanarán hsta el 31 de mayo; la celebración del día de la parroquia, con las confirmaciones; sesiones extra de confesiones y de preparación de la Liturgia; y una escapada rápida a Toledo, para celebrar una jornada de acción de gracias, no me han dejado tiempo para gritar algo "Desde las Azoteas". Lo hago después de dos semanas, lleno de gratitud a Dios y al Pueblo de Dios, con la alegría a flor de piel, y mirando con esperanza al futuro. La acción de gracias tiene un motivo especial: el día 8 de mayo nos reunimos en el Seminario de Toledo varias generaciones de sacerdotes. Doce de mi curso, para celebrar las bodas de oro; otros dieciséis, para celebrar sus bodas de plata sacerdotales; y algunos centenares más, para compartir nuestra alegría y nuestra acción gracias. Ya en enero nos habíamos reunido para preparar esta jornada, en un encuentro en el que partícipó Don Braulio, nuestro Obispo. Todo quedó perfilado, porque no queríamos convertir las bodas de oro sacerdotales en un homenaje, sino que todos deseábamos que fueran una jornada de acción de gracias, de comunión eclesial y de alegría. Por eso, comenzamos la jornada concelebrando la misa. El Arzobispo primado, acompañado de dos Obispos, compañeros de Semionario y de curso, que celebraban sus bodas de plata y de oro, presidían la ceremonia. De allí pasamos al salón de actos, donde los compañeros que trabajan en Moyobamba (Perú) nos presentaron un amplio reportaje sobre la marcha de aquella misión diocesana. Clausuró el acto el Arzobispo, dirigiéndose a cada uno con palabras entrañables y entregándole un recordatorio del encuentro. Luego celebramos un almuerzo de hermanandad, con una larga sobremesa en que cada uno pudo hacer pública su gratitud a Dios y a la Iglesia de Toledo, su alegría por los años transcurridos en el servicio al Pueblo de Dios y algún recuerdo que manifestaba nuestro cariño al Seminario. Fue impresionante la ocurrencia de un asistente, que había sumado las horas de entrega y de servicio de los veintocho que celebrábamos la efeméridos. Miles de horas de entrega y de servicio, de gracia por parte de Dios y de generosidad y miserias humanas por nuestra parte. No fue un homenaje, sino un día de acción de gracias a Dios, porque es eterna su misericordia.

viernes, 25 de abril de 2014

SÓLO HAY QUE ARROSILLARSE ANTE DIOS

La resurrección de Jesucristo es un estallido de Luz y de Vida que nos introduce ya en la patria eterna. Es el comienzo de la humanidad nueva y una anticipación de ese futuro que esperamos. Como dice san Pablo, los que hemos recibido el bautismo, hemos resucitado ya con Jesucristo, porque nuestra existencia tiene un dinamismo espiritual que la adentra en el ámbito de Dios. Por eso dice también el Apóstol, "ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba". Entre otras, son cosas de arriba el amor, la compasión, el espíritu de servicio, la alegría, la paz del corazón, la lucha por la justicia... Este año, la Pascua nos ofrece un pequeño añadido: la beatificación de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, dos hombres excepcionales, porque ambos se dejaron transformar y guiar por el Espíritu Santo. Admiro a Juan Pablo II, pero siento un afecto especial por Juan XXIII, el Papa que en sólo cinco años, abrió las ventanas de la Iglesia al soplo del Espíritu y la llevó a volcarse sobre esta tierra, sin olvidarse del cielo. Fue un hombre tan intelugente como sencillo y cercano; tan de Dios, como amigo de la tierra que nos acoge; tan exigente consigo mismo, como comprensivo con toda miseria humana. Fue el Papa de la Paz y de la igualdad entre los hombres, como manifiesta su Encíclica "Paz en la rierra". Yo había llegado a Roma con veintiún años, para estudiar Filosofía y Teología, y tuve la dicha de ayudarle a misa algunas veces, porque los alumnos que voluntariamente nos ofreciamos, nos convirtiamos en "Sanpietrinos", acólitos de la Basílica de san Pedro, donde celebraban el Papa, el Secretario de Estado y algunos otros cardenales. En una ocasión, acomapañé al cardenal Pla y Deniel, Arzobispo de Toledo y Primado de España, en su visita al Santo Padre. Tras haber departido con el Cardenal un tiempo, en el que yo me quedé fuera con tres curas, el cardenal salió para que entrára mos a saludar a Juan XXIII. Nos recibió sonriendo y bromeó con nosotros. El cardenal nos fue presentando de uno en uno, y cuando me vio tan joven, empezó a gastarme bromas sobre el saludo que me había hecho la guardia Suiza, como se lo hacían a todo el que se adentraba en el despacho del Papa. Luego, a la hora hacernos una foto, uno de los sacerdotes me dijo que me pusiera de rodillas delante del grupo. Pero Juan XXIII me detuvo y me dijo: Jovencito, de rodillas sólo hay que ponerse ante Dios. Nunca ante un hombre. Y el Papa es un hombre. Reconozco que aquellas palabras me han marcado y que su gesto me ha ayudado siempre a descbrir la grandeza de los hombres limpios de corazón, que nunca buscan su gloria,sino la gloria de Dios. Quizá por eso tengo un afecto especial a Juan XXIII y he colgado su retrato al óleo en el lateral isquierdo del templo en el sirvo y celebro cada día: Santa María Estrella de los Mares.

jueves, 17 de abril de 2014

LA PASIÓN DE JESUCRISTO

La base de nuestra meditación de la pasión del Señor debe ser alguno de los relatos de los cuatro evangelios. Posiblemente el relato que se aproxima más a los hechos es el de san Juan, que incluye detalles que sólo se explican por ser el testimonio de un testigo presencial. Dicho esto, considero que hay diversas maneras útiles de meditar la pasión. La primera y más sencilla consiste en adentrarse en los dolores físicos de Jesús y en sus sufrimientos psicológicos, posiblemente más profundos. Verse rechazado por la mayoría de su pueblo, traicionado por uno de los suyos, abandonado por casi todos los amigos que le habían acompañado durante más de dos años, calumniado y despreciado. Y pensar en el sufrimiento de su madre... Todo ello le llevó a sentirse abandonado por Dios. Es verdad que había aceptado la muerte, pero seguramente no había imaginado de la brutalidad de lo que estaba por venir. Fue entonces cuando vivió en la oscuridad la fe y sintió la tentación del desaliento. Y todo ello, por amor a sus hermanos los hombres. ¿Valía la pena el hombre, ese hombre que somos tú y yo? Otra forma de acercarnos a la pasión del Señor es la preguntarnos qué papel jugamos cada uno de nosotros en la pasión de Jesucristo. Porque su pasión se prolonga hoy en la pasión del hombre. Y fue él quien nos dijo que lo que hacemos o dejamos de hacer por el hombre, lo estamos haciendo o dejando de hacer por Él. Pregúntate qué papel desarrollas en el sufrimiento de los otros. ¿Has vendido alguna vez, como Judas, al amigo, a alguna persona querida? ¿Pasas de largo, como la mayoría del pueblo, ante el sufrimiento humano? ¿Te lavas las manos cuando estás en presencia de una injusticia o de un atropello? ¿Te aprovechas del parado para imponerle unas condiciones que van en contra de las leyes? ¿Huyes del que sufre? ¿Jaleas y secundas a los tiranos? Pero la manera que me resulta más apasionantes es la de acercarme al amor de Cristo, que entrega la vida por nosotros. Es una manera de vislumbrar, siquiera sea de lejos, la impresionante ternura y misericordia del amor de Dios. Se deja torturar y matar por nosotros, por cada uno de los hombres. Y ante nuestros pecados y defectos, sigue diciendo que no lo hacemos por maldad, sino por simple ignorancia. No es extraño que san Pablo pregunte, en el capítulo octavo de su Carta a los Romanos: ¿Quién nos podrá apartar del amor de Dios? Pues cuando descubrimos a Dios como el Padre bueno que nos ama, hasta dar su misma vida por nosotros, hemos comenzado a intuir, aunque sea de lejos, que Dios es Amor; y que hacernos semejantes a Dios consiste en aprender a amar y en dar la vida por los otros. No porque ellos nos amen, sino sencillamente porque son humanos, hijos de Dios.

domingo, 6 de abril de 2014

EL CAMINO HACIA LA PASCUA

Estamos a la puerta de la Pascua, la fiesta de la Luz, de la vida y de la alegría de vivir. Y la mejor manera de acercarnos a ella consiste en caminar con alegría. Quizá haya quien piense que meditar en la pasión de Jesucristo no es para reir, pero creo que se equivoca. Porque la Iglesia no nos llama a sumergirnos en su dolor, sino que nos invita a descubrir cómo es su amor, que le ha llevado a dar su vida por nosotros y que ha vencido definitivamente a la muerte. Me encanta el título que el Papa Francisco ha dado a su Exhortación Apostólica: La alegría del Evangelio. Y donde está la alegría, están también la risa y el humor, que nos ayudan a comprender más a fondo cómo es ese amor y a llevarlo a la práctica. Pues la risa libera la "molécula de la felicidad", (la endorfina) que nos levanta el ánimo y nos ayuda ser más creativos y emprendedores. No olvidemos que el gozo en el Señor es nuestra fortaleza y nuestra luz. Me pregunto por qué cuando nos disponemos a orar adoptamos un aire de seriedad que raya en la tristeza y por qué molesta a muchos la sonrisa en medio de una celebración litúrgica. Cuando se acercan los niños a confesar, me estremecen sus rostros y miradas llenos de compunción. Y les suelo decir que todos esos pecados están mal, pero que Dios no solo los perdona, sino que enseguida los olvida. Después les suelo decir que digan también algunas cosas buenas que hacen. Se les ilumina el rostro, especialmente si añado que traten seguir haciéndolas. O si resumo nuestro diálogo con esta frase, que tiene una profunda base bíblica: "¿Sabes? Creo que le gustas mucho a Dios"

viernes, 28 de marzo de 2014

A LA TARDE, NOS EXAMINARÁN DEL AMOR

Así resume san Juan de la Cruz la síntesis que hace Jesús de los Diez Mandamientos: Amar a Dios y amar al prójimo. "A la tarde,nos examinarán del amor", dice el Santo. Porque hemos nacido para aprender a amar, pues fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, que es Amor. Por eso, cuando nos adentramos en el amor, descubrimos lo mejor que hay en nosotros y ponemos en juego los mejores talentos que hemos recibido. En estos momentos de precariedad económica, cuando en torno a un treinta por ciento de los niños españoles viven en situación de pobreza, es natural que insistamos en compartir nuestros bienes materiales con los que menos tienen. Especialmente, porque esos que menos tienen son niños indefensos. Además de la ayuda directa a los casos que tenemos cerca, quizá en nuestra misma familia, existe la posibilidad de llegar a esos hermanos a través de Cáritas. Es lo que hacen numerosos miembros de nuestras comunidades parroquiales. Entre ellos, personas que viven de una pensión, y comparten cada mes, desde el total anonimato, con sus hermanos desconocidos. Pero además de una precaria situación económica, vivimos en una profunda crisis de fe. Y otra manera de ejercitarnos en el amor fraterno consiste en llevar a Dios a esos hermanos que se han olvidado de Él. Cada domingo, cuando celebro la misa a los ancianos de una residencia de mi parroquia, les insisto: No dejéis de hablar de Dios y de Jesucristo a vuestros hijos y nietos, aunque parezca que no os prestan atención. Decidles que Dios sí existe y que los ama; decidles que Jesucristo vive y camina a su lado; y decidles que lean el evangelio cada día y que rezáis por ellos. Es otra forma de practicar el amor fraterno y de ayudar a los que viven como si Dios no existiera. Es verdad que muchos de ellos son muy buenas personas. Razón de más para recordarles que Dios sí existe y los ama. Porque el Pan de Vida, Jesucristo, también es necesario para tener una vida buena.

miércoles, 19 de marzo de 2014

CÓMO PRACTICAR LA ABSTINENCIA

La Iglesia nos propone abstenernos de comer carne todos los viernes del año. Pero la abstinencia de carne se puede permutar por obras de misericordia o de piedad. Durante la cuaresma, no se contempla dicha permuta, y se mantiene la abstinencia de consumir carne. Es una manera de ofrecer a Dios un pequeño sacrificio, para identificarnos más con Jesucristo, que dio su vida por nosotros. Pero sucede que la mayoría de sus seguidores, acostumbrados a comer lo que les ponen en casa, ni siquiera advierten que no toman carne por ser viernes. Para evitar este olvido, conviene que desarrollemos la vigilancia evangélica y nos demos cuenta de que estamos acompañando a Jesús en su camino hacia Jerusalén. Y dado que abstenernos de comer carne no supone casi nada para nosotros, practiquemos conscientemente otras formas de abstinencia. Tal es el planteamiento que desarrollaron los santos Padres desde que se comenzó a practicar la abstinencia cuaresmal. Por supuesto que debemos abstenernos de todos los comportamientos pecaminosos, como hablar mal de los demás. Pero también podemos abstenernos de prácticas que no son malas, como dedicar tiempo a la tele, y aprovechar ese tiempo para jugar con los hijos, para dialogar con las personas que comparten nuestra vida, para leer la Palabra de Dios... También nos podemos abstener de comprar y consumir productos caros o poco necesarios, y entregar lo que ahorramos a una familia necesitada o a Cáritas. Y una manera muy conveniente de practicar la abstinencia es la de abastenernos poner malas caras y sustituir el gesto agrio o simplemente serio por una sonrisa acogedora. Pero lo importante no es el hecho material que practicamos, sino la motivación: acompañar a Jesús de Nazaret en su camino hacia Jerusalén, donde ofrecerá su vida para llevarnos a la comunión con Dios y a la comunión entre nosotros.

viernes, 7 de marzo de 2014

MIRAD QUE SUBIMOS A JERUSALÉN

Con la imposición de la ceniza, el miércoles día cinco, los cristianos hemos iniciado nuestra preparación para celebrar la Pascua. La Iglesia nos invita a convertirnos y nos propone, para ello, tres medios sumamente eficaces: Oración, limosna y ayuno. Nos permiten abrir el corazñon a la llamada divina y acoger su presencia transformadora y misteriosa. De la oración dice san Juan Crisóstomo: "El sumo bien está en la plegaria y en el diálogo con Dios, porque equivale a una íntima unión con Él. Y así como los ojos del cuerpo se iluminan cuando contemplan la luz, así también el alma dirigida hacia Dios se ilumina con su inefable luz. Una plegaria, por supuesto, que no sea de rutina, sino hecha de corazón; que no esté limitada a un tiempo concreto o a unas horas determinadas, sino que se prolongue día y noche sin interrupción". Con estas palabras, este Padre de la Iglesia nos invita a tomar conciencia cada día de la presencia de Dios en nuestra vida. Y se logra, poniéndonos en la presencia de Dios al comenzar la jornada y desarrollando el deseo de Dios: el deseo de contemplar su rostro, que se revela en el mundo que nos rodea y en los diversos acontecimientos en los que nos vemos implicados. Y junto con este acto de fe en la cercanía de Dios, conviene desarrollar nuestro deseo de Dios. O lo que es igual, nuestro deseo de vivir en su presencia y de caminar por sus sendas. Como dice el mismo Santo, "conviene, en efecto, que elevemos la mente a Dios no sólo cuando nos dedicamos expresamente a la oracioón, sino también cuando atendamos a otras ocupaciones, como el cuidado de los pobres o las útiles obras de misericordia, en todas las cuales debemos mezclar el anhelo y el recuerdo de Dios, de modo que todas nuestras obras, como si estuvieran condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en un alimento dulcísimo para el Señor". Pero esto no se improvisa, sino que brota del hábito de vivir cada día en la presencia de Dios. Y como añade el mismo Santo, "sólo podremos disfrutar perpetuamente de la abundancia que brota de Dios si le dedicamos mucho tiempo"

viernes, 14 de febrero de 2014

ENCONTRARSE CON JESUCRISTO

La fe cristiana consiste en encontrarse con Jesucristo y dejarse transformar y guiar por Él. En este encuentro participa toda la personalidad del hombre: su inteligencia, su voluntad y sus sentimientos más profundos. A veces comienza a realizarse en el mundo de los sentidos: mientras escuchamos música, prestamos atención a una persona que se siente sola, contemplamos un paisaje, leemos un poema, meditamos en una página de los evangelios, alimentamos a un enfermo o acariciamos a un niño. Todas y cada una de stas experiencias pueden constituir el punto de partida de nuestro encuentro con Dios. Pero desempeñan un papel especial la fe en el Resucitado, que se mantiene vigilante y a la espera; y la conciencia de sí mismo que mos adentra en lo más hondo de nosotros. Junto a ellas están presentes también el deseo de Dios y la espera paciente, que nos abren a su presencia y amiga. Pues la auténtica oración consiste, como dice san Juan de la Cruz, en el "olvido de lo creado, memoria del Creador, atención a lo interior y estarse amando al Amado". Por supuesto que es un terreno movedizo, en el que podemos tomar por la llegada de Dios lo que no es más una autosugestión que nos provoca bienestar. Pero hay criterios objetivos que nos permiten advertir si estamos en la presencia del Misterio: la paz que nos inunda, en medio de nuestros problemas; la alegría contagiosa; y el amor que que nos lleva a salir de nosotros mismos y convierte nuestra existencia en servicio y en entrega a los que no tienen a nadie que los quiera. Cuando la experiencia de encuentro con el Resucitado nos impulsa a salir de nosotros y a ocuparnos de los que nadie quiere; a servir a los demás, especialmente a los que no tienen a nadie, podemos decir que Dios nos ha visitado y ha entrado en lo hondo de nuestro corazón.

jueves, 6 de febrero de 2014

NO TENGAIS MIEDO

Es lo que nos repite Jesús con mucha frecuencia. Y me parece oportuno recordarlo en estos días en los que se ha incrementado la agresividad contra la Iglesia Católica y contra sus seguidores. Las cuestiones del aborto, la homosexualidad y la nueva ley de aducación han excarbado mucho los ánimos. Por mi parte, considero que no debemos entrar en polémicas estériles ni victimismos de ningún tipo. Ante las acusaciones que nos lleguen y la denuncia de los pecados de eclesiásticos, lo primero que debemos hacer es analizar en qué tienen razón y pedir el perdón correspondiente, con firme propósito de la enmienda y la reparación posible de los daños causados. Pero no desanimarnos ni caer en el pesimismo. Y jamás callar por miedo. Lo nuestra es seguir proclamando que Dios nos ama a todos; seguir siendo testigos humildes de amor, como nos enseña Jesucristo; apostar por la liberación integral de los pisoteados; denunciar la injusticia, la corrupción y la explotación del hombre por el hombre; y hablar con absoluta libertad. Aunque nuestras palabras no sean compartidas y no sean políticamente correctas. Aunque nos crucifiquen por nuestra claridad y por nuestra libertad. En este mundo de tinieblas y de sombras de muerte, que tiene miedo a la Luz que es Jesucristo, ser testigos de la Luz. Pero sin disputar a nadie el poder y sin estar constantemente a la defensiva. Lo que importa es vivir con la alegría de quien sabe, por la fe, que Dios sí existe; que es infinitamente bueno; que nos ama a todos con la pasión de un padre misericordioso y que respeta nuestra libertad. También la de los que no creen en Dios y se presentan como las únicas personas inteligentes y sabias. A pesar de todo, Dios los ama con la pasión de un Padre y también nosotros tenemos que amarlos y estar dispuestos a escucharlos.

sábado, 25 de enero de 2014

CINCUENTA AÑOS DE BENDICIONES

Han sido cincuenta años llenos de pasión y de vida, llenos de Dios. El 26 de enero de 1964 me ordenó al cardenal Pla y Deniel, en su capilla privada. Fue el último regalo que me hizo este hombre de Dios, a quien quise como a un padre. Y fue también la última ordenación sacerdotal que presidió, debido a sus muchos años. Cuando pienso en aquel día, me embargan tres sentimientos muy hondos. El primero, de gratitud a Dios por tantas cosas como me ha dado: Pertenecer a una familia numerosa, la fe, servirle como sacerdote en su Iglesia y haber compartido mi vida, al servicio del Pueblo de Dios, con imfinidad de personas sencillamente entrañables y santas. Conozco bien a la Iglesia y, a pesar de lo que digan los medios de comunicación, es el grupo humano más bondadoso, más sano, más honrado y solidario que he conocido en mi largo recorrido vital. El segundo sentimiento, de humildad y de confianza en Dios, porque no le he sabido corresponder. Es verdad que he trabajado duro en su Viña, pero reconozco que no he estado a la altura de su gracia. A pesar de todo, me quedan el arrepentimiento y la certeza de su amor. Me pregunto si determinados comportamientos míos han sido los de un hombre libre o más bien los de una persona rebelde; si el trabajo realizado ha sido por el Reino o por satisfacer mi orgullo; si mi incapacidad para adular a nadie ha sido respeto al otro o simple orgullo... En todo caso, me sé amado por Dios Padre y perdonado por Jesucristo. Y el tercer sentimiento es de esperanza. Como dice san Pablo, dejando lo que queda atrás, me lanzo hacia lo que está por delante. Sé que camino a pasos rápidos hacia la casa del Padre, y espero que me dé tiempo para completar un estudio que tengo entre manos sobre "La cosecha del Espíritu", sobre los frutos con que el Espíritu Santo va adornando nuestra vida. Pretendo terminarlo antes de volver a mis raíces, a mi tierra de Toledo. Allí comencé mi servicio al Pueblo de Dios como capellan de las monjas Benedictinas, profesor del Seminario Mayor y consiliario del Movimiento Familiar Cristiano. Siguiendo la consigna del Vaticano II, siemnpre he sabido que la Iglesia es universal y estaba también en Cádiz, donde trabajé siete años en una parroquia y fui proifesor de Filosofía en el Seminario Mayor y en la Escuela Universitaria de Magisterio; en Sevilla, donde estuve doce como Rector del Seminario de Cádiz y Ceuta y como profesor de Teología y Jefe de Estudios en CET (Palacio de San Telmo); y en Málaga, donde por fin he llegado a párroco, en Guadalmar, a los sesenta y cinco años. Es verdad que he seguido ejerciendo con pasión el periodismo y enseñando Teología en el Seminario, en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas y en la Universidad. Lo más interesante ha sido mi servicio como párroco. Ahora sólo me queda esperar que el Espíritu me lleve cuando quiera a mi tierra de Toledo y, desde allí, hasta los brazos del Padre¡Todo por pura gracia de Dios!

domingo, 19 de enero de 2014

EL MESIAS SIERVO

Hemos comenzado el año con un anuncio y una llamada impresionantes: Éste es mi Hijo muy amado,escuchadle. La Palabra de Dios de este domingo, 19 de enero, da un paso más a la hora de invitarnos a escuchar a Jesús. Él se presenta como el Mesías Siervo. No es el Mesías poderoso que esperaban las capas populares, sino el Mesías que ha venido a amarnos y a servirnos desde la debilidad, convirtiéndose en el servidor de la mesa, en el que se inclina ante un leproso para acariciarle, en el que comparte mantel con los pecadores y en el que nos lava los pies. Pienso que el Papa Francisco, bajándose del pedestal y acercándose a las personas en las que ve reflejada la soledad o la marginación, nos está acercando a Jesús Siervo. Es cierto que pierde mucho del "misterio" que envuelve a la persona inalcanzable, que nos bendice desde un excelso pedestal y resulta inasequible para los más pobres. Pero de esta manera, con sus gestos tan llenos de frescor y de humanidad, nos acerca al Hijo de Dios, que se despojó de su rango y nació en una cueva de animales. Lejos de suponer una banalización de Dios, su cercanía nos lleva a la profundidad del Misterio del Dios, que nos ha creado y se ha hecho uno de nosotros. Pues como dice la oración colecta del domingo 26 del tiempo ordinario, Dios manifiesta su poder en que nos ama, nos poerdona y se deja matar por nosotros. Esa es la omnipotencia del Amor divimo, que se nos ha regalado en Jesucristo. Los que tenemos la dicha inmerecida de haber sido llamados y elegidos para servir al Pueblo de Dios como sacerdotes (Obispos, presbíteros y diáconos) tenemos que aprender a representar a Jesucristo Cabeza y Pastor de la Iglesia en su condición de Siervo y en su forma de servir. No perdemos la verdadera "autoridad" (aquella que la gente descubría y admiraba en Jesús) por el hecho de vivir en medio del pueblo, sino que la perdemos cuando nos subimos al pedestal de los títulos, del dominio y del orgullo. ¡Del orgullo clerical!

lunes, 6 de enero de 2014

DESCUBRIR A JESUCRISTO EN LA VIDA

Los Magos de Oriente encontraron a Jesús en la forma de un niño desvalido, y vieron en Él al Enviado de Dios. Se les había insinuado su llegada en medio de su trabajo, mientras observaban el curso de los astros. Y también cada uno de nosotros le podemos descubrir en nuestro trabajo de cada día. Porque el Señor nos sale al encuentro en los acontecimientos de la vida, grandes y pequeños. Para descubrir su presencia, necesitamos proceder con estas cuatro condiciones. La primera, permanecer siempre abiertos a la posibilidad del Misterio, a la dimensión transcendente de la existencia y de la vida. Porque no todo cuanto existe cabe en esta tierra; ni siquiera en la inmensidad del universo. Dios está presente entre nosotros, pero también está más allá de lo que se ve y se toca. Por eso decimos que transciende el mundo visible, que es transcendente. La segunda, buscar la Verdad con sinceridad de corazón, porque sólo los limpios de corazón pueden ver a Dios, como decimos en las Bienaventuranzas. Herodes disponía de más información que los Magos, pero él no "vio" al Enviado del Señor, no le reconoció porque era una persona retorcida, llena de falsedad. La tercera condición, fomentar en lo más hondo del alma esos anhelos de Bondad y de Belleza que nos permiten permanecer siempre en actitu de espera. Y dejar que nuestro corazón acompañe siempre a nuestra búsqueda intelectual Finalmente, amar. Todo el que ama de verdad y trata de desarrollar cada día su amor a la vida y a los demás, termina encontrándose con Dios. Quizá de una manera oscura, al menos al principio, pero un día cualquiera, mientras se acerca al otro, descubrirá en él a Dios, porque Dios es amor.