martes, 5 de octubre de 2010

INICIAR EN LA VIDA DE FE

Los humanos somos capaces de convertir la necesidad en virtud. Es lo que me acaba de suceder con ocasión del comienzo de las catequesis parroquiales. Una familia, con la que no tengo un trato especial, pero que conozco porque participa cada domingo en la eucaristía, me ha planteado una situación interesante. Su hijo, de ocho años, no puede asistir a las catequesis que se imparten en la parroquia porque le coinciden con otra actividad ingualmente educativa e importante. Ante tal situación, hemos buscado soluciones y hemos llegado a la siguiente: Cada semana, los padres van a estudiar con todos sus hijos (tienen, por lo menos, tres) un tema del nuevo catecismo "Jesús es el Señor". siguiendo el mismo ritmo y metodología que los catequistas.
De esta forma, serán ellos los que le hablen de Dios, le enseñen a amar a Jesucristo, le vayan inculcando los valores evangélicos y le inicien en la celebración de los misterios, a partir de su presencia asidua en la misa dominical. Cuando veamos que está "preparado", podrá recibir la comunión.
No es el primer paso que se me presenta, y estoy muy satisfecho de los niños que han recibido de sus padres la iniciación en la fe. Después de hacer su primera comunión sin especiales alardes, un domingo cualquiera, siguen participando en las celebra ciones parroquiales todos juntos: padre e hijos. Comprendo que no todos los padres están dispuestos a seguir este modo de iniciar en la fe, perto agradezco al Señor que la necesidad haya ayudado a esta familia a tomar una decisión asi. La preparación de su hijo está sirviendo para foprtalecer la fe de los padres y hermanos.

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