jueves, 15 de noviembre de 2012

CARITAS ES LA IGLESIA CATÓLICA

Cuando se habla de Cáritas, se suele afirmar que es una ONG. Esto es verdad, pero no toda la verdad. Y de ahí pueden surgir luego malentendidos. Igual que si hablo de una parroquia, puedo decir con razón que es una institución ciudadana, capaz de adquirir y de enagenar bienes. Pero es mucho más que eso.
Por regla general, cuando la prensa habla de Cáritas se suele referir a los representantes de la misma, que han sido nombrados por el párroco, por el Obispo de la Diócesis o por la Conferencia Episcopal. Ellos son los que dan la cara cuando acude una persona a pedir ayuda o a entregarla. Pero detrás de ellos, hay una parroquia viva, si se trata de una Cáritas parroquial; o una Diócesis, si se trata de la Cáritas diocesana; o la Conferencia Episcopal, cuando se trata de Cáritas española.
Aunque haya un grupo concreto de personas encargadas de gestionar y de distribuir entre los necesitados lo que se recolecta, Cáritas somos todos los católicos, porque es la expresión del amor fraterno que nos debe distinguir. Todos, al menos los que celebramos regularmente la misa del domingo, aportamos a Cáritas, con nuestros donativos finalizados o a través de las colectas especiales que se hacen.
Toda comunidad cristiana tiene por misión celebrar la Liturgia, anunciar el Evangelio y practicar el amor fratreno. Estas tres dimensiones son como las tres patas de un trípode, que no se puede sostener si falta una de ellas. Por eso, cuando se afirma que más del sesenta por ciento del presupuesto de Cáritas procede de las personas particulares, se está diciendo que prodece de la Iglesia. Es verdad que se puede dar el caso de que una persona no creyente o que no frecuenta el templo aporte también algún dinero cuando se realiza una canpaña de Cáritas, pero eso es la excepción.
Concluyendo: se puede afirmar correctamente que Cáritas es una ONG, pero no se debe olvidar nunca que Cáritas somos todos los católicos, porque es el organismo mediante el cual compartimos nuestros bienes y nuestro amor con los que no tienen, sean católicos, o creyentes de otra religión, o agnósticos, o ateos.     

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