miércoles, 6 de febrero de 2013

LA ATENCIÓN A LOS MAYORES Y ENFERMOS

En vísperas del día del enfermo, deseo llamar la atención de todos por un sector de la Iglesia que no recibe la atención que necesita y se merece. Me refiero a los enfermos crónicos y a las personas mayores. Unos, porque han sido ingresados en residencias en las que no hay ninguna atención religiosa; y otros, porque sus hijos o los familiares que los cuidan y con los que viven carecen de toda sensibilidad religiosa. El caso es que son numerosas las personas que acudían diariamente al templo y que ya no reciben ni una sola visita del sacerdote para alentarlas y para alimentar su vida de fe. Olvidamos que son una parte muy importante de la Iglesia, con la que ya no se cuenta y que no recibe la atención necesaria. Una parte más numerosa cada día.
Comprendo que los sacerdotes somos pocos y no podemos llegar a todas partes, pero no podemos olvidar a estos hermanos y hermanas, que están entre los más necesitados y los más débiles. Lo mismo que hemos tratado de que tengan un hogar adecuado en su condición de enfermos o de personas mayores; y dispongan de las atenciones necesarias, tiene que preocuparnos su vida de fe. Pues me da la triste impresión de que, a veces,  nos preocupamos mucho -y es justo que así sea- por todo lo que se refiere a su bienestar material, y nos olvidamos de que son una parte viva de la Iglesia y tienen unas necesidades espirituales que no deben ser descuidadas.
Es otra manera, menos vistosa y menos valorada socialmente, de optar por los más pobres y por los más abandonados. Otro aspecto del que deberíamos preocuparnos más durante el Año de la Fe que estamos celebrando. No vaya a ser que el interés por la nueva evangelización no se traduzca también en la atención necesaria a todos los evangelizados y creyentes que necesitan nuestra ayuda.      

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