miércoles, 12 de junio de 2013

PAPA FRANCISCO, MÁS QUE GESTOS

Lo que más impacta y llega al Pueblo de Dios, y a los no cristianos que le observan, son los gestos del Papa Francisco: Vestimenta más sencilla, vivir en la residencia de Santa Marta en lugar de hacerlo en el palacio apostólico, usar en su predicación el lenguaje del pueblo, detenerse a charlar con un guardia suizo... Pero estos gestos son únicamente la parte visible de las actitudes de fondo que los respaldan y les dan sentido. No olvidemos que cuando llegó a la silla de Pedro se encontró con un informe que había preparado, por encargo de Benedicto XVI, una muy reducida comisión de Cardenales, y que sólo conocían ellos y el Papa emérito. También se han celebrado encuentros confidenciales entre el Papa actual y su antecesor. Es posible que, a la luz de ello y de la personalidad humana y espiritual del Papa Francisco, se puedan ir delineando ya algunas tendencias de su pontificado.
En primer lugar, continuar con la tolerancia cero para la pederastia y para la falta de transparencia del banco vaticano. En segundo lugar, la prioridad de los planteamientos pastorales sobre los jurídicos, tanto en lo que se refiere al lenguaje de la predicación diaria como en las recomendaciones a los obispos. En tercer lugar, la insistencia en que los cargos, en la Iglesia, deben ser un servicio humilde, y en la crítica al arribismo dentro de la jerarquía de la Iglesia. En cuarto lugar, una opción decidida por los pobres y por una Iglesia pobre con los pobres, insistiendo en la lucha contra la pobreza por parte de las comunidades cristianas. En quinto lugar, una búsquede decidida de la colegialidad, al elegir una especie de senado cardenalicio más universal que la Curia, para que le asesore y le ayude en el gobierno de la Iglesia. En sexto lugar, permenecer activo pastoralmente en medio del Pueblo de Dios, basando toda su atoridad moral en la cercanía a Dios y a los hombres, en lugar de "impresionar" por la distancia y la inaccesibilidad... Son algunas constantes que ya se vislumbran en su modo de servir al Pueblo de Dios.
En el fondo, se trata de una estilo basado en la fuerza de las Bienaventuranzas constantemente predicadas y vividas. Y tal vez el gesto más visible de esta actitud de fondo consista en celebrar diariamente la santa misa con una porción del Pueblo de Dios y en comentar día a día, con un lenguaje tan llano como profundo, lo que nos dice el evangelio que se proclama. 

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