lunes, 27 de mayo de 2013

CARITAS SOMOS TODOS

Una Iglesia Local o Diócesis (y una comunidad parroquial) medianamente organizada cuenta con diversos servicios para vivir, confesar y proclamar la fe. Y uno de estos servicios es Cáritas, que tiene la misión de potenciar entre los fieles el amor de unos a otros, de acoger y de atender a las personas necesitadas, sean o no cristianas, de ayudarles a que sean ellas mismas las que resuelvan sus problemas y de distribuir los bienes que aportan los miembros de la comunidad y otras personas que deseen colaborar con ellos. En este sentido, Cáritas es un grupo de personas de la parroquia. Pero, en su sentido más profundo, somos todos los miembros de la comunidad, que hemos elegido a esas personas para que nos representen y actúen en nombre de todos, y que las apoyamos en su labor y aportamos los bienes que ellas distribuyen.
Para que eso de que "Cáritas somos todos los miembros de la comunidad" no se quede en una frase más o menos acertada, es necesario que todos colaboremos activamente. Y una forma de hacerlo es mediante la aportación mensual a los fondos de cáritas. Nadie hay tan pobre que no pueda ofrecer algo, por poco que sea. También las personas que reciben ayuda tienen algo que ofrecer. A veces, un servicio a la comunidad. O algunas monedas en la colecta de Cáritas. Como la viuda pobre de la que hablan los evangelios, que dio   sólo unos céntimos "de lo que necesitaba para vivir".
Somos muchos los cristianos que no estamos en una situación desesperada, y tenemos que preguntarnos si ejercemos esta dimensión de nuestra vida de fe que consiste en compartir. Por supuesto, compartir afecto, compartir cercanía, compartir sonrisas... Pero también, compartir algún dinero cada mes. La mejor manera de hacerlo es mediante una aportación fija mensual a la parroquia. Lo que importa es que descubramos que compartir los bienes que Dios nos ha dado es una dimensión esencial de nuestra vida de fe.

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