lunes, 14 de octubre de 2013

EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

En los días pasados, hablé del desarrollo de nuestra vida espiritual, nuestra vida interior. Uno de los pasos a dar consite en descubrir que me pide Dios aquí y ahora. En eso consiste "realizar un buen discernimiento", un juicio lo más certero posible sobre lo que debo hacer y qué pasos debo dar para ello. El gran maestro del arte del discernimiento espiritual es San Ignacio de Loyola. Aunque el tema es muy profundo, como expongo en el libro "Recibiréis la fuerza del Espíritu" (Edit CCS), pienso que tendremos una comprensión aproximada si nos fijamos en estos cinco pilares. El primero: ¿Qué dice la Escritura sobre esa cuestión que trato de analizar, teniendo en cuenta mi estado de vida (casado/a, soltero/a, religioso/a) y mi condición (Varón, mujer, joven, mayor, en activo...). El segundo pilar, es lo que ha dicho el Vaticano II, y para ello conviene que preste especial atención a las dos constituciones sobre la Iglesia. De manera especial, por su aplicación al mundo de hoy, al que trata de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Ese es el tercer pilar: como vivir lo que me dice la fe en este momento concreto de mi historia y de las historia de la Iglesia. El cuarto, consiste en la consideración de los carismas o dones que Dios me ha dado. Por ejemplo, si no tengo buen oído musical, es evidente que Dios no me llama a dirigir el coro de la parroquia. Y finalmente, el quinto pilar consiste en ver las mociones que producen en mí las diversas decisiones que podría tomar. Si me producen turbación interior o tristeza, seguramente no es lo que me pide Dios. Pero si me producen paz, alegría y gran ánimo, es señal de que esa decisión es acertada. Con un ejemplo: te puedes plantear si Dios desea que entregues tu vida al sacerdocio, o seas religioso/a, o que des el paso de una vez y te ofrezcas para catequista, o que te presentes para trabajar en Cáritas... Pregúntate: qué dice la Biblia de misiones como éstas a un creyente como yo, a qué nos alienta el Concilio Vaticano II; analiza si tienes las disposiciones mínimas para realizar esa misión tal como la Iglesia la entiende hoy; y qué sensación te queda cuando piensas que vas a par el paso... Seguiremos hablando, pero me gustaría que me ayudçarais, planteando cuestiones.

1 comentario:

  1. Por el Bautismo todos estamos llamados a la santidad. Sólo hay un Cristianismo y la obligación de ser santos no es un privilegio para los Curas y las monjas, se impone a todos.. Las vocaciones son diversas y diferentes y los deberes también son diferentes y concretos y los estados. "Ser en Cristo" (laico) tiene la misma esencia que el de los Sacerdotes; pero en éstos se dan unas circunstancias especiales y unos deberes concretos.La vida de todo bautizado debe ser una respuesta al Amor Primero,respuesta de fidelidad, de contemplación y de obediencia.Dios da a sus criaturas el ser y les da la posibilidad de perfeccionarse, de recrearse,de acabarse a sí mismos y de acabar el mundo gracias a un poder demiúrgico que hay en cada uno. Aún más: Dios hace al hombre a su imagen y lo destina desde el principio a que tenga categoría de hijo, para que pueda acabar el mundo mediante sus actos, libremente.Esta es la bellísima historia de amistad y de amor de Dios con el hombre, la Gracia de Dios capacita a éste para que pueda hacer su voluntad como una respuesta de fidelidad a este Don.Este Don(vocación ) que ningún hombre se merece es una llamada a la santidad, en el estado que sea.Y, todo bautizado tendrá una sola tarea, una sóla preocupación:que se realice la voluntad de Dios en sí mismo y en el Mundo.Y



    aquí nace la vocación del laico de hacer del mundo un mundo conformado con la voluntad de Dios:voluntad de paz,de justicia, de amor, de solidaridad...¡de fraternidad!

    Es urgente que los Presbíteros que todavía no viven con el estilo de Jesús, que empiecen a vivirlo y a dar ejemplo a nuestros jóvenes para que se decidan por Cristo.¡Qué sería del mundo sin Sacerdotes!

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