viernes, 23 de enero de 2015

AMAR A DIOS DE TODO CORAZÓN

Me preguntan los niños de catequesis en qué consiste amar a Dios con todo corazón. Y la verdad es que me han puesto en un apuro. Mientras pienso la respuesta, yo pregunto si ellos aman a sus papás y cómo se lo hacen. Su respuesta se convierte en la base de lo que les digo que es amar a Dios. En primer lugar, hablar con Él y contarle todo lo que nos alegra, nos preocupa o nos inquieta. Y pedirle perdón, si hemos hecho alguna faena. Por supuesto, hablar con él todos los días y varias veces al día. Hablar un poco de todo, sabiendo que le gusta que comentemos con Él toda nuestra vida. En segundo lugar, escuchar todo lo que nos tiene que decir. La mejor manera consiste en leer el evangelio de cada día y tratar de entenderlo. Con frecuencia, lo único que nos dice Dios es que nos ama y se preocupa de nosotros. También podemos escucharle en todo lo que sucede a nuestro alrededor: un día lleno de luz y vida, una persona que nos pide ayuda, alguien que nos sonríe, un profe que nos da un buen consejo... En tercer lugar, conocerle un poco más cada día. Como diocen los salmos: burcar su rostro. Y la mejor manera de hacerlo consiste en contemplar la belleza de una flor o de un rostro, la luminosidad de la verdad, la fuerza del amor, el camino apasionante de la esperanza, la sonrisa de una madre, la ternura de un bebé cuanto te tiende las manos... En cuarto lugar, seguir el camino que Él nos ha enseñado, cumpliendo los mandamientos y dejándonos seducir por las bienaventuranzas. O lo que es igual, vivir cada instante de la vida con amor y con alegría, sabiendo que nos ama y nos lleva de la mano. Por fin, dejar que se acreciente cada día nuestro deseo de Dios: deseo de conocerle, de seguir sus caminos, de conversar con Él y de olvidarnos de nosotros para ponerle a Él en el lugar que se merece.

1 comentario:

  1. Yo he tenido unas experiencias preciosas de Dios. Soy una criatura muy rebelde; tengo la experiencia de ser conducida, de ser llevada de la mano; de ponerme siempre ante personas, que son ángeles, que me han ayudado en mi vida espiritual....Vivo condicionada por mi mala salud. Soy de misa y comunión diaria y hoy, Domingo, tuve que resignarme a oirla desde la tele.Hablo mucho con el Señor; por Gracia vivo en su Presencia de noche y de día.Me levanto a las ocho, hago el ofrecimiento de obras y me voy directamente a desayunar y tomar mis medicinas; después le doy las gracias por la comida, por la vida y hago la Oración, arreglo la casa y se lo ofrezco todo "por la conversión de los pecadores", como a Él le gusta.. Todavia estoy muy pegada a la vida; me inquieta mucho la Muerte; supongo que es normal.

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