lunes, 2 de febrero de 2015

LUZ PARA ALUMBRAR A LOS PUEBLOS

Hoy, 2 de febrero, tenemos en la parroquia la presentación al Señor de los niños que se han bautizado a lo largo del año. Y aprovechamos para imponerles el escapulario de Nuestra Señora del Carmen, titular de la parroquia. El acto empieza con una procesión en la que van delante dos acólitos y siguen los bebés, algunos en su coche y otros en brazos de sus padres, que llevan una vela encendida. ¡Es la fiesta de la vida y de la Luz! De la la vida, por los niños, y de la Luz por Jesucristo, de quien dijo Simeón que sería luz para todos los pueblos. Para mí, que acabo de celebrar el 51 aniversario de mi ordenación sacerdotal, ha sido la Luz que ha guiado mi vida y la seguirá guiando -así lo espero, lo deseo y lo pido-hasta la meta. Luz, porque me ha dado un motivo para vivir con ilusión cada día. Luz, porque me enseñado que el amor -a Dios, a los demás, a uno mismo y a este mundo tan maravilloso que nos ha dado- es la clave de todo comportamiento humano y de una vida buena. Luz, porque me ha encargado la sublime misión de hablar cada día, a Dios de los hombres y a los hombres de Dios. Luz, porque me encanta el lote que Dios me ha asignado en el reparto de tareas y puedo decir con el salmista: "Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Luz, porque en medio de todos los sufrimientos y las dificultades que comporta toda existencia humana, siempre he vislumbrado la presencia de Jesucristo, que vive junto al Padre para interceder por nosotros, he visto que nos unge con aceite y nos da la fuerza de un búfalo y la alegría de la esperanza. Pues como nos dijo el concilio Vaticano II Jesucristo, con su Palabra y su vida, ilumina el misterio de Dios y del hombre. Y mediante los sacramentos, nos capacita para amar. ¡Verdaderanebte Él es la Luz de todos los pueblos!

1 comentario:

  1. Jesús es el Hombre nuevo que nos llama a todos, redimidos ya, a participar de su vida divina. A través de nuestra incorporación a Cristo, los hombres somos admitidos a la intimidad de la vida trinitaria; por Él y por medio de Él, llegar a ser realmente hijos de Dios.
    Como cristiana siento en mi propio ser una alegría que nadie me puede quitar:la de ser hija de Dios y sentirme amada por Él. Ya no puedo sentirme desdichada por nada pues en todos los acontecimientos Dios me repite: hija, te amo.

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