viernes, 13 de febrero de 2015

LOS LEPROSOS DEL SIGLO XXI

El evangelio del domingo día 15 nos habla de un leproso que se acercó a Jesús para que le curara. Según las leyes y las costumbres vigentes, Jesús debía haber impedido que se le acercara, lanzándole piedras si era preciso. Pero Marcos nos cuenta que se compadeció de él, extendió la mano y le tocó. En lugar de rechazarle, le acogió con afecto, le acarició y le curó. Su actitud es un ejemplo de conducta para todos sus seguidores de hoy y de siempre. La pregunta que tenemos que hacernos es quiénes son ahora los leprosos, la personas marginadas y rechazadas como intocables. O como le gusta decir al papa Francisco, las personas descartadas. Dentro de nuestras mismas sociedades, tenemos a los mayores que malviven en residencias. Se ha prolongado su vida y ahora los dejamos en un desamparo afectivo casi total. También están entre esos leprosos las familias, especialmente las madres que cuidan a hijos con discapacidades psíquicas graves; y, por supresto, las personas que sufren dicha discapacidad, para las que hay sitio en nuestro mundo. Las familias con miembros adictas a todo tipo de drogas y los mismos drogadictos... Pero la lepra más grave y más sangrante la tenemos en el hemisferio sur, donde mueren de hambre miles de niños cada día; donde el ébola y el sida diezman a la población; donde tiranos sanguinarios acumulan fortunas impresionantes mientras que sus pueblos mueren de hambre o mueren en manos de las mafias en su camino de huida hacia los países ricos... Y es seguro que tú conoces otros tipos de lepra (de marginación y desamparo) que no cito aquí. Comprendo que ni tú ni yo podemos cambiar el mundo, pero podemos empujar la justicia y los derechos humanos hacia delante. Es necesario que no nos limitemos a observar y a denunciar, sino que nos planteemos quién es ese "leproso" que nos tiende la mano o pasa a nuestro lado. Para que no perdamos la ocasión de amarle y dejarle que se acerque, o de acercarnos a él para acriciarle y levantarle.

1 comentario:

  1. Si queremos ser fieles y colaborar en el proyecto salvador de Dios, tenemos que salir y observar y descubrir a nuestro alrededor muchas cosas encubiertas que podemos y debemos solucionar. No tengamos miedo de perder la tranquilidad y dedicarle un poco de tiempo al que está necesitado; perdemos nuestra dignidad humana y cristiana cuando pasamos indiferentes ante esas personas que están solas y les falta el amor.

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