jueves, 6 de enero de 2011

EL CAMINO DE LOS MAGOS

Por supuesto que disfruto con la ilusión de los niños y de los mayores, sobre todo cuando los regalos son imaginativos. Pero la fiesta de los Reyes, para los cristianos adultos, es antes que nada, un ejemplo del caminar creyente. Sus actitudes siguen siendo válidas para nosotros hoy.
Son hombres que han dedicado sus vidas a buscar la verdad; de manera especial, la verdad de Dios y del hombre. Y un cristiano tiene que permanecer siempre en actitud de búsqueda, en actitud vigilante, para que las ideologías y prejuicios no le impidan descubrir a Dios.
Descubren la llamada de Dios en medio de su trabajo. Ellos escucharon esta llamada en el paso de una estrella que no esperaban. Nosotros podemos descubrirla en mil acontecimientos que se nos presentan cada día. En la persona que nos pide ayuda; en la que nos dice una palabra de aliento; en la que sufre; en la alegría de un nacimiento; en la primera palabra de un bebé... No sólo en los acontecimientos importantes, sino también en las minucias cotidianas.
Ante la llamada de Dios, se ponen en camino. No lo dejan para mañana ni empiezan a calcular las dificultades que les esperan. Siguen a Dios cuando los llama y en la dirección que les marcan la fe, el amor y la esperanza.
Cuando desaparece la luz (porque la oscuridad es esencial a la fe y todos tenemos nuestra noche oscura), cuando empiezan a tener dificultades y no saben qué hacer, acuden a preguntar a las personas expertas. Es lo que se conoce por acompañamiento espiritual, y que necesitamos todos en los momentos difíciles. Consultan, preguntan y se mantienen vigilantes hasta oír de nuevo la llamada divina con fuerza y claridad.
Cuando llegan a la presencia del Niño de Belén, le adoran: le ofrecen su vida y sus tesoros. No olvides que cuando nos encontramos con Dios, hay que adorarle y poner nuestra vida en sus manos. Nuestras alegrías y sufrimientos, nuestras luces y sombras. Todo cuanto somos y todo llevamos con nosotros.

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