miércoles, 25 de enero de 2012

¿CÓMO PAGARÉ AL SEÑOR TODO EL BIEN QUE ME HA HECHO?

El día 26 de enero del año 1964 recibí la ordenación sacerdotal de manos del eminentísimo señor Cardenal Pla y Deniel. Fue a las 8 de la mañana, en su capilla privada. Sólo estaban presentes dos sacerdotes, tres religiosas, la mayoría de mis 14 hermanos, los sobrinos mayores y un reducido grupo de amigos. Mis padres se habían quedado en La Estrella debido a la grave enfermedad de mi padre, que había sido el motivo de que se adelantara la ordenación. Y fue el Señor Cardenal el que fijó fecha, lugar y hora. Fui el último sacerdote que ordenó. A pesar de sus años y de su salud precaria, me recibió con la bondad que siempre me había manifestado, desde el día en que me propuso ir a estudiar a Roma, cuando tenía 18 años. Mi familia venía del pueblo, y aún no había llegado cuando comenzó la ceremonia con dos curas y tres monjas como acompañantes. Al final de la misa de ordenación, el eminentísimo Cardenal salió a saludar a mis hermanos y preguntó por el estado de mi padre.
Desde entonces, han transcurrido cuarenta y ocho años de vida sacerdotal. Comencé en Toledo, donde trabajé como profesor de Filosofía en el Seminario; y profesor de Teología, en el Centro Universitario que se creó por entonces. Ademàs, ayudaba en la parroquia de Santo Tomé, a la vez que atendía al Movimiento Familiar Cristiano como consiliario. Más tarde, me destinanaron a ejercer de capellán de las monjas benedictinas, a quienes sigo profesando un gran cariño. Tuve que dejar mi servicio en la parroquia.
Cuando miro hacia detrás, sólo tengo motivos para dar gracias a Dios. Simplificando, diría que mi vida se ha limitado a hablar a Dios de los hombres y a hablar a los hombres de Dios. Ha sido una existencia apasionante y alegre, en el trabajo como profesor (en tres Seminarios Mayores y en tres universidades), como conferenciante, como periodista (empecé en Radio Vaticano el año 1966, realizando programas sobre la Santísima Virgen), como Rector del Seminario de Cádiz y Ceuta y como ayudante en diversas parroquias. Hasta el año 2004 no llegué a ser párroco, y fue en la recién creada parroquia de Santa María Estrella de los Mares, Guadalmar, gracias al apoyo y la ayuda de don Francisco Ruiz Salinas. Como toda persona, he tenido mis dificultades de todo tipo, pero han sido mínimas y la certeza de que Dios caminaba siempre junto a mí me ha ayudado a superarlas con facilidad.
¿Lo mejor? Todo lo que he recibido de Dios a través de las personas con las que he compartido mi fe y a las que me ha toda servir. Entre los Obispos que he tenido, destaco el afecto paternal que vi siempre en el Cardenal Pla y Deniel; la confianza que puso en mí el Cardenal Tarancon, a la que alude en sus memorias; la cercanía de Don Anastasio Granados, Auxiliar de Toledo; y la amistad impagable de Don Antonio Dorado Soto. Sin embargo, mi deuda más grande la tengo con personas muy sencillas, como las religiosas benedictinas de Toledo y las Franciscanas del Rebaño de María de Cádiz, varios miembros de la Institución Teresiana, los feligreses de las parroquias a las que he servido en Toledo, Cádiz, Sevilla y Málaga; a todos los amigos periodistas (entre los que destaco a Antonio Moreno, Ana Maedina y Encarni Llamas) y a todos los ancianos de las residencias de Guadalmar. A través de ellos, he podido saborear esos frutos del Espíritu que son la paz, la alegría, la fortaleza. la libertad, la lealtad y la grandeza de alma. ¿Cómo pagaré al Señor todo el biemn que me ha hecho? Le daré gracias cada día y levantaré la copa de la salvación, invocando su nombre.

3 comentarios:

  1. Muchas felicidades en el aniversario de tu ordenación. Damos gracias a Dios por haberte puesto en nuestro camino. Y te damos gracias a ti por haberle dicho sí al Señor. Te queremos.

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  2. Gracias, queridos Antonio y Rosa. No es fácil expresar todo lo que os debo a los matrimonios y familias. Por cierto que en Toledo ocupa un alto cargo político un hiijo de un matrimonio del MFC, con el que jugué muchas veces y al que tuve en brazos siendo niño

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    1. Muchas felicidades. Qué alegría poder celebrar tantos momentos maravillosos y tener el buen recuerdo de todo lo vivido. Pagas al señor por el bien que te ha hecho haciendo el bien a los demás cada día con tu ejemplo de cariño, amistad y entrega. Un abrazo.

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