miércoles, 21 de marzo de 2012

EL CAMINO DE LA CRUZ

Un ejercicio piadoso muy fecundo, en este tiempo de cuaresma, consiste en recorrer el santo "Vía crucis", el camino de la cruz. Pero también aquí conviene marcar el objetivo de ese ejercicio. pues se puede buscar una de cercanía a las personas que sufren, para que el amor que inunda nuestro corazón sea luego realista y nos ayude a no pasar nunca de largo frente al que está necesitado de ayuda de cualquier tipo: de salud, de pan, de trabajo, de compresión, de consuelo, de cercanía... Es también una manera de poner de manifiesto nuestro amor a Jesucristo, porque Él nos enseñó que está presente en el hermano que sufre. Especialmente, en el que sufre y no tiene a nadie que acerque él, como enseña la parábola del buen samaritano.
Pero hay otro enfoque posible menos tenido en cuenta y, sin embargo, especialmente necesario, porque nos ayuda a profundizar en el amor que Dios nos tiene y que se convierte en nosotros en fuente inagotable de amor a los demás. En este caso, mientras recorremos el camino de la cruz no nos fijamos en tantos crucificados como nos encontramos cada día, sino en el amor entrañable y cercano de Dios, que le ha llevado a hacerse hombre con nosotros y por nosotros, hasta las últimas consecuencias. Porque en la pasión de Jesucristo es donde se evidencia con más fuerza la inmensidad del amor que Dios nos tiene y que le lleva a dar la vida por nosotros.
Esa pasión, que alcanzó su punto álgido en la soledad y en los sufrimientos de la cruz, comenzó ya antes de subir al monte Tabor, cuando Jesús vislumbró todo lo que significaba hacerse hombre con nosotros. Fue así como "Jesús sintió que cuanto más se identificara él mismo con nosotros, más experimentaría nuestra pecaminosidad, nuestro desamparo, nuestra inseguridad, propia de quienes habían rechazado el don del amor de Dios. Y llegó a darse cuenta de que si llevaba su misión hasta el fin, tendría que experimentar la plena realidad de lo que significa, para una criatura, estar separada de Dios. Para Jesús, esto significaría experimentar en sí mismo el ser separado del Padre, que lo significaba todo para Él, de quien recibía vida y cuya voluntad había venido a cumplir. El solo pensamiento de que este momento estaba llegando, le horrorizó", como nos enseña su oración en el huerto de los olivos.
Es la manera más profunda de recorrer el "Vía crucis": adentrarnos con Jesucristo en el dolor y en el amor de Dios, que quiso identificarse con nosotros en todo, menos en el pecado. Pues si nos adentramos en la hondura misteriosa e infinita de este amor, nuestro corazón se transfigura y nos lleva a a amar al otro, como sólo Dios sabe amar.

1 comentario:

  1. No había pensado nunca en esa visión del "vía crucis". Los buenos maestros son quienes te enseñan a ver lo que pasa desapercibido, y tú eres un gran maestro. Cuánto necesito esa transfiguración en el corazón que me lleve a amar al prójimo como Dios nos ama.
    Un abrazo
    Ceci

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