lunes, 11 de junio de 2012

DIA DELA CARIDAD

La fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor es el día de la caridad por antonomasia. Lo que celebramos es el amor que Dios nos tiene, y que se ha traducido en la entrega de su Hijo Jesucristo. Y es conveniente que nuestra caridad hacia todos los hermanos no nos lleve a olvidar que el amor a los demás no es algo que se pueda mandar, sino que brota de saborear el amor que Dios nos tiene; de nuestro encuentro con Dios, que es Amor. Pues corremos el riesgo de que, zarandeados por la situación de crisis y de pobreza en la que se debaten millones de hermanos, olvidemos que esta fiesta nos invita a centrar nuestra mirada en el amor que Dios nos tiene. Como ha escrito Benedicti XVI, "en la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana. Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos responder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que podamos suscitar en nosotros mismos".
Que nadie se inquiete por el hecho de que insista en esta primacía del amor que Dios nos tiene, que es la fuente inagotable de amor a los hermanos. En la medida en que nos adentremos en el amor de Dios, nuestro corazón se convierte en un manantial constante y luminoso de amor fraterno. Pero si nos olvidamos del amor de Dios, nuestro amor a los demás se puede convertir en un simple dar cosas, y llevarnos a un servicio sin hondura y sin amor. En su primera carta a los cristianos de Corinto, san Pablo advertía a los hermanos de aquel tiempo que, si les faltaba el amor, aunque se sacrificaran por los demás y les dieran sus bienes, no estaban en el camino diseñado por Jesús. "Los santos (...) han adquirido su capacidad de amar al prójimo, de manera siempre renovada, gracias al encuentro con el Señor eucarístico, y, viceversa, este encuentro ha adquirido realismo y profundidad precisamente en su servicio a los demás". Que no en vano nos dijo Jesús, despues de darnos su Cuerpo y su sangre, "haced esto en conmemoración mía". O lo que es igual, que el amor que nos tiene y que le ha llevado a dar su vida por nosotros, se tiene que traducir en que gastemos nuestra vida por los demás. En especial, por los pisoteados de la tierra y por los que no son amables.
 

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