jueves, 17 de noviembre de 2011

JESÚS DE NAZARET, EL HOMBRE QUE DIOS PENSÓ

Cuando se lee atentamente el Evangelio, apredemos quién es Dios y cómo es Dios, cómo ama a los hombres y cómo se preocupa de nosotros. Basta con observar a Jesucristo, porque Él es el rostro humano de Dios, la mejor imagen que Dios nos ha dado de sí mismo. Por eso dijo Él a los suyos que quien le ha visto a Él, ha visto al Padre.
Al mismo tiempo, Jesús de Nazaret es el hombre más logrado, "el hombre que Dios pensó" antes de la creación. Como ha dicho un teólogo de nuestros días, Jesús es alguien tan humano, que sólo puede ser divino. Y por eso dice el Vaticano II que "el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado", que es "el hombre perfecto que restituyó a los hijos de Adán la semejanza divina deformada desde el primer pecado".
Esto quiere decir también que, sin el Evangelio, no nos podemos desarrollar con la plenitud a la que Dios nos ha destinado. Sólo Jesucristo nos libera del egoísmo, de la envidia, de la vanidad y de todo lo que nos impide crecer; sólo Él nos libera y nos capacita para amar hasta entregar la vida por el otro si es preciso. Por eso, aunque el cristianismo no es sólo un homanismo, sin Cristo no hay posibilidad de llegar a ser verdaderamente humanos.

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