domingo, 1 de julio de 2012

JESUCRISTO ES EL DADOR DE LA VIDA BUENA

La vida es un regalo de Dios, y una vez que nos la da, la tenemos para siempre. Es verdad que tenemos que morir, pero "la vida no termina, se transforma". Mientras disfrutamos de ella en esta tierra, es un tiempo de siembre, de siega y de cosecha.
Por eso es importante desarrollar todas las posibilidades que Dios nos ha dado. O como dice una parábola, es necesario que pongamos en juego todos los talentos que hayamos recibido del Señor. Por supuesto que los valores biológicos tienen mucha importancia, y conviene que cuidemos la salud. Es el motivo de que periódicamente nos hagamos chequeos.
También es imprescindible desarrollar los valores intelectuales y éticos; esos que nos capacitan para desarrollar una vida digna de la persona humana. Para los valores intelectuales (de los que forman parte los que se llaman "manuales"), a lo largo de una etapa de la vida nos vemos sometidos a exámenes y pruebas que acreditan nuestra constancia en su cultivo, nuestro esfuerzo y desarrollo. Tales valores nos proporcionan un puesto dentro de la sociedad y habilidades para el trabajo. Y para los valores morales, es conveniente habituarse a realizar el examen de concienci.
Pero los valores que nos proporcionan mayor plenitud son los valores espirituales, esos que san Pablo denomina "frutos del Espíritu". Todos ellos son un regalo del Espíritu, pero Éste necesita la colaboración de cada uno. Y cuando se han desarrollado en el corazón de la persona, constituyen la verdadera calidad de vida, que se se identifica en cierto modo con lo que llamamos santidad. Al hablar de valores espirituales, me refiero a la bondad, la geberosidad, la grandeza de alma, la comprensión, la paz interior, la alegría, el amor y la fortaleza, entre otros. Podéis estar seguros de que constituyen la mejor calidad de vida. También cuando carecemos de los valores biológicos y convivimos con la enfermedad.  

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