miércoles, 2 de mayo de 2012

LA PRIMERA COMUNIÓN NO CUESTA ABSOLUTAMENTE NADA

A lo largo de estos días de mayo es frecuente que aparezcan en los diarios locales artículos que hablan del coste de una primera comunión. Desde aquí deseo explicarles que recibir la primera comunión no cuesta absolutamente nada. Algunas familias ya han tomado nota de ello, y cada año son más. Los niños celebran la primera comunión un domingo cualquiera, en la misa a la que asiste la comunidad parroquial. Suele estar muy bien preparada por el equipo de liturgia, que se encarga de realizar las moniciones y de que se hagan bien las lecturas; por el coro parroquial, que ensaya y renueva los cantos al ritmo del tiempo litúrgico; por la persona encargada de las flores, que se ocupa de que no falten ningún domingo y ningún día festivo; y por el párroco, que suele dedicar horas a preparar la homilía.
No es necesario que los niños que hacen su primera comunión ese domingo traigan un traje especial. Basta con que vengan aseados. Por lo general, los padres, junto con los catequistas, han ayudado a sus hijos a preparar la confesión y le comunican al párroco que su hijo o su hija va a recibir la primera comunión ese domingo. El sacerdote que preside la santa misa suele llamar al niño, al final, para entregarle un recuerdo en nombre de la parroquia: una Biblia o una cruz. Todo gratis.
Aunque todavía son pocas, cada año hay familia que sigue dicho sistema. Este año creo que van a ser tres niños/as. Lejos de sentirse frustrados, se sienten llenos de gratitud y de alegría por haber simplificado todo y poder dar a cáritas algo de lo que se habrían gastado. Como es natural, en la comida de casa no faltan esos detalles con los que los padres recuerdan que es el día del Señor. Y en este caso, un domingo especial por la primera comunión de uno de sus hijos.
Como veis, una primera comunión no cuesta absolutamente nada; y se busca la alegría no en los trajes ni en los invitados ni en los regalos, sino en el amor de Dios, que nos ha dado el don de la fe y ver que los niños saben distinguir su primera comunión, de la hojarasca en la que se pierden muchos padres, que apenas saben nada de Dios ni se interesan por las cosas de Dios.  

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