lunes, 22 de octubre de 2012

EL SÍNODO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Se está celebrando, en Roma, el Sínodo de Obispos, que trata básicamente de la nueva evangelización. Para entendernos, pretende hallar caminos para evangelizar a los bautizados que no viven su fe dentro de la Iglesia, aunque digan, en un porcentaje apreciable, que se consideran cristianos, aunque no practiquen.
Al buscar la senda para llegar a estos hermanos, el Onispo auxiliar de Valparaíso (Chile), monseñor Santiago Jaime Silva Retamales, que es secretario general de la Conferencia Episcopal Latiino Americana (Celam), ha dicho: "Sin una eclesiología, es decir, sin un modo de autocomprensión y de ser y de estar en el mundo contemporáneo, que profundice en la enseñanza del concilio Vaticano II, la Iglesia no podrá empeñarse en una Nueva Evangelización. Es fundamental definir la relación 'Iglesia-mundo actual'. De no hacerlo, seguiríamos dando la impresión de 'Institución', y no de asamblea reunida en torno a Jesucristo, donde todo lo humano tiene cabida (...) Es hora de preguntarnos: ¿que pecados tiene la Iglesia, que nos han llevado a una Nueva Evangelización?"
Además de invitarnos a utilizar un lenguaje que que sea comprensible e interpelante para el hombre de hoy, y de adoptar el estilo de un testiomonio alegre, atrayente y audáz de la fe, el Obispo dice que "sin la función evangelizadora de los fieles laicos en su ámbito propio, que es la gestión de la vida familiar, social, política, económica y cultural, no habrá Nueva Evangelización. (...) Al respecto, hay que revisar qué servicios eclesiales habría que confiar a los laicos, teniendo en cuenta la Nueva Evangelización y los nuevos escenarios". Es necesaria "la renovación de la Iglesia particular y, en ella, la renovación de la parroquia, para replantearla como casa y escuela de comunión, lugar eclesial de espiritualidad, y donde se aprende la comunión y la corresponsabilidad en la misión de la Iglesia, cuando se diluye la persona y aparece como el individuo o la masa".
Desde el ámbito en el que me muevo, la parroquia, pienso que las aportaciones que nos ha proporcionado este Obispo son muy densas, pero se pueden presentar también como la necesidad de una parroquia nueva y renovada. Esto exige, entre otras cosas, lo siguiente: menos centralismo y más corresponsabilidad de los seglares; anteponer la comunión entre hermanos al autoritarismo de los que representan a la Institución; desarrollar los ministerios laicales y reconocer la autonomía (siempre en comunión, naturalmente) de los seglares en su campo; respetar el camino que cada comunidad haya venido haciendo, y que un eventual cambio de párroco no se traduzca en eliminar el trabajo anterior, aunque siempre habrá que corregir y que mejorar algunos aspectos; cultivar más la espiritualidad de los responsables de los diferentes ministerios y alentar el aprendizaje de la vida de oración.  

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